Efectos de la cuarentena

El Microcentro en fotos: locales vacíos, históricos que resisten y la amargura del silencio

La vuelta a la zona más castigada por el confinamiento, en primera persona: ruido de los pasos, barras semivacías y expectativa de una recuperación.

Cambio, cambio, pago más... Los "arbolitos" siguen ahí, firmes, como inevitable reflejo de la brecha cambiaria en ascenso. Hay siete en Florida al 100, entre Bartolomé Mitre y Perón, repartidos cada 15 metros. Pero las persianas bajas con cartel de alquiler les ganan en cantidad: son más de 10 solo en esa cuadra. 

Florida, con su paisaje sombrío de pocos transeúntes y negocios cerrados (casi tantos como los abiertos, según dónde uno ponga el ojo a izquierda y derecha) es el rostro más representativo y amargo de un Microcentro que añora sus viejas épocas de movimiento frenético en cada esquina. La zona más castigada por la cuarentena eterna que quiere volver a vivir con el paulatino retorno de los turistas y de los empleados que regresan a sus oficinas algunos días.

¿Qué había acá? ¿Y allá? Es inevitable caminar por el Microcentro y no hacerse esa pregunta a cada paso para quienes trabajamos en la zona hace casi 25 años y lo recorremos desde la infancia, cuando "ir al centro" era una grata aventura de cine y paseo. En la legendaria Galería Güemes de la misma cuadra de Florida se ven espacios vacíos y locales de larga data que resistieron estoicos, como el café Boston City, parada de empleados de las casas centrales de bancos y financieras de alrededor. 

Distinto es el panorama en la otra galería de enfrente, también llamada Boston -por la proximidad a la sede del otrora banco estadounidense de Florida y Diagonal Norte-, donde poco queda en pie. En su subsuelo, al fondo, sigue despachando empanadas catamarqueñas y locro La Cocina, uno de los mejores lugares de comida regional de la ciudad. Para alertar a los que pasan caminando que sigue abierto, el negocio puso un pizarrón en la entrada de la galería, sobre la peatonal (innecesario antes). 

Los otros locales linderos que vivían de ofrecer almuerzos y el gran kiosco de la puerta ya no están. Cualquier mediodía después de las 13, la cola para comprar empanadas podía llegar hasta la mitad del pasillo y tenía flujo permanente en su momento pico; este jueves de octubre de la recorrida no hay que esperar para acceder al pedido. Afuera del local solo hay tres mesas ocupadas. Y el silencio reemplazó al ruido característico de gente almorzando y charlando.

Ruido y gastronomía son dos variables que hablan de la realidad del Microcentro y su entorno cercano. Seguimos por una Florida raleada de tiendas rumbo a Corrientes y doblamos en Sarmiento. Conseguir lugar en la barra de Café Paulín (en Sarmiento al 600) para comer uno de sus legendarios sándwiches demandaba muchísimo esfuerzo hasta el día previo a la cuarentena. Ahora, desde la vereda se ven no más de 10 personas sentadas más algunos que llegan a buscar su pedido a las dos de la tarde. Una foto proporcional al tráfico que circula por la zona pero distinta a la recordada. 

En la otra punta, en Florida y Paraguay, el termómetro de la barra del mítico Florida Garden arroja la misma temperatura. Como hicieron otros cafés, el bar notable desplegó sus mesas sobre parte de la peatonal para aguantar el temporal. Y espera el repunte.

Algunas paralelas de Florida que constituyen el corazón de la City (San Martín, Reconquista, Maipú) son arterias abiertas. Esmeralda, entre Diagonal Norte y Sarmiento, solo tiene un local en pie: todos los demás bajaron su persiana y exhiben su cartel de alquiler. 

Impresiona Reconquista, entre Lavalle y Viamonte: el encierro hizo estragos. No es un panorama uniforme, está claro, pero en esas mismas calles donde fluía el tránsito peatonal hoy se pueden escuchar los propios pasos. Si hasta un Havanna, un Farmacity o un Starbucks tuvieron que claudicar -es el caso en algunas ubicaciones sobre avenida de Mayo, Sarmiento o la propia Corrientes-, qué esfuerzo pedirle al resto.

También hay negocios que cerraron y reabrieron, porque el público fue reapareciendo, en forma intermitente, y desde el fin de las restricciones el flujo viene en ascenso. La cafetería gourmet All Saints, en la esquina de Corrientes al 800, volvió a encender sus máquinas de hacer espressos. 

Pero el segmento, que había experimentado una proliferación en los últimos seis años, se quedó con menos exponentes. Ya no está Establecimiento de Café, en Tucumán y Reconquista, y cerraron otros locales al paso sobre San Martín y sobre Esmeralda. Negro aguantó el vendaval con la cortina arriba. El local de Córdoba entre 25 de Mayo y Reconquista sacaba en octubre unos 100 cafés diarios, cuando antes de la pandemia hacía 250 tickets. De a poco, la demanda comienza a repuntar, comenta una de las encargadas. Pero los tiempos que vienen ya no serán los mismos.

El Palacio de la Pizza es uno de los templos del circuito de Corrientes. Los legendarios empleados de la caja y el mostrador resisten con hidalguía en sus mismos puestos, como hace más de 20 años, aunque hoy -muy a nuestro pesar- no haya que contorsionarse para comer en la barra después de las 13.30. 

"Llegamos a vender solo 15 pizzas, y la de verdura y salsa blanca para el corte quedaba sin tocar", comenta uno de ellos la odisea 2020 mientras nos destapa una gaseosa y agrega: "Nos concentramos en cubrir los sueldos y sobrevivir". Confía en que el mayor movimiento que se observa por toda la zona y el plan oficial de la Ciudad para impulsar la reconversión de edificios les devuelva a los hornos el ritmo que supieron tener.

Un alivio: las dos porciones de muzzarella y la fainá siguen intactas en gusto y calidad. Como el primer día que pisamos el local. El tan ansiado sabor del retorno, aunque sea intermitente de acá en más. Te extrañamos mucho, Microcentro.

Fotos: Eugenia Iglesias

La versión original de esta nota se publicó en el número 335 de revista Apertura.

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Comentarios

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  • EV

    eugenio vazquez

    20/11/21

    Hay muchas cosas que no van a volver. por mas ruido que pongan en las veredas

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