

Cada 29 de julio, miles de personas en todo el mundo se unen para conmemorar el Día Internacional del Mal de Amores. Si bien no es una fecha oficial reconocida por grandes organizaciones, esta jornada gana cada vez más terreno, especialmente en el ámbito digital, gracias a su relevancia para una experiencia humana universal: el desamor.
Este peculiar "mal" no discrimina; puede afectar a cualquier persona, sin importar su edad, género o experiencia previa. Su intensidad varía, pero es precisamente por su omnipresencia y el impacto que tiene en la salud mental y emocional que una fecha como el 29 de julio ha cobrado sentido.
¿Qué es el mal de amores?
No es una enfermedad en el sentido médico tradicional, pero sus síntomas pueden ser tan reales y debilitantes como los de cualquier afección física. Se le denomina así precisamente porque la ausencia, la pérdida o la frustración en el ámbito afectivo pueden generar un profundo malestar o padecimiento.

28 de julio: el origen de una fecha con corazón roto
A diferencia de otras efemérides con siglos de historia, el Día Internacional del Mal de Amores es relativamente reciente. Se dice que su origen se remonta a 2012, en México, por iniciativa de un grupo de amigos que, tras atravesar sus propias y dolorosas rupturas amorosas, decidieron darle un giro positivo a su sufrimiento. La idea era transformar la experiencia del desamor en un día de reflexión, apoyo y sanación.
Lo que comenzó como una iniciativa local se propagó rápidamente, impulsada por la fuerza de las redes sociales.
Más que un día triste: los pilares del 29 de julio
El propósito del Día Internacional del Mal de Amores va mucho más allá de simplemente lamentarse por una relación perdida. Sus principales objetivos son:
Validar el dolor: El desamor puede manifestarse con una intensidad comparable a un duelo. Esta fecha permite reconocer y validar el sufrimiento emocional que provoca, haciendo que quienes lo experimentan se sientan comprendidos y menos solos.
Fomentar la expresión y la sanación: Ofrece una plataforma para que las personas expresen sus sentimientos, compartan sus experiencias y busquen apoyo emocional sin miedo al juicio. Hablar sobre el dolor es el primer paso para superarlo.
Promover el apoyo mutuo: Al compartir historias y consejos, se crea una comunidad donde las personas pueden encontrar consuelo en quienes han transitado caminos similares, generando un sentido de empatía y solidaridad.
Impulsar el crecimiento personal: Una ruptura, por difícil que sea, también puede ser una poderosa oportunidad para la introspección, el aprendizaje y el fortalecimiento personal. Es un momento para reevaluar, reinventarse y construir una versión más resiliente de uno mismo.














