

Los mitos que envuelven al Cruce de los Andes son muchos. En general, lo que se aprende en la primaria es más o menos lo siguiente: San Martín cruzó por Mendoza, estaba muy enfermo e hizo parte en camilla (lo que acentúa su carácter de héroe casi no humano). También suele ser bastante extendido que hubo cientos de caballos y hombres muertos de la tropa durante el trayecto a Chile.
La historia, como se sabe, la hacen los protagonistas pero la escriben otras personas. En el caso de San Martín, el encargado de hacer la primera biografía importante fue Bartolomé Mitre, que publicó por primera vez en el año 1887. De allí parten muchos de estos mitos, que luego se mantuvieron en las currículas escolares.
Lo que surge de los documentos disponibles, de acuerdo al historiador Edgardo Mendoza, es lo siguiente: San Martín cruzó por San Juan, no hay registros de que estuviera enfermo en ese cruce, se murió un solo soldado durante la travesía, y 700 caballos, que estaban en muy malas condiciones por el tipo de pastura que hay en la altura, tuvieron que regresar, porque los baqueanos prefirieron no cruzarlos a perderlos.
La idea de San Martín de cruzar los Andes surgió ante la certeza de que no sería posible ganarles a los realistas por el Norte, debido a su superioridad numérica y la geografía de esa región, que era muy favorable a los soldados de la corona. Si bien en un principio la idea era ir hacia Chile para llegar por allí a Perú, el centro del poder español, en 1814 los chilenos perdieron la independencia -que habían declarado cuatro años antes-, así que de ser un paso amigable, el país trasandino se convirtió en un objetivo militar.
La preparación llevó algo más de dos años de trabajos febriles de toda la población cuyana. Era necesario formar un gran Ejército, pero también armarlo, vestirlo y aprovisionarlo. Para incrementar las filas de combate, San Martín compró todos los esclavos negros de San Juan, San Luis y Mendoza -233 en total-, con la promesa de que cuando terminaran las batallas serían libres. Además, gauchos y baqueanos se integraron en las tropas para guiarlas por los pasos más convenientes, y ellos conformaron luego el ejército de milicianos.
“La columna principal estaba compuesta por unos 5.000 hombres, de los cuales 3.700 eran soldados y 1.300 milicianos que conducían unas 10.600 mulas y 1.200 caballos, además de 450 reses destinadas a ser faenadas en el transcurso de la marcha”, calcula el historiador sanjuanino Edgardo Mendoza en su libro “San Martín y el cruce de los Andes”.
Para que la expedición fuera exitosa, había que disminuir la fuerza del ejército realista y San Martín -como buen militar de carrera- diseñó una estrategia que tenía mucho de epopeya: había que dividir la potencia española y para eso el Ejército de los Andes cruzó la cordillera por seis pasos diferentes. Dos columnas principales pasaron por Uspallata (Mendoza) y Paso de los Patos (San Juan) y cuatro más pequeñas, con objetivos desde el sur al norte de Chile: dos más por Mendoza, otra por San Juan y una por La Rioja.
En enero de 1817, las seis columnas del Ejército comienzan su marcha de forma escalonada: había un cronograma muy preciso que los generales debían respetar a rajatabla para llegar el 12 de febrero a luchar. El motivo por el cual parten en esa fecha es porque es el período del año en el que la cordillera “está abierta”, como dicen los pobladores, porque el resto del tiempo está intransitable por la nieve.
La alimentación y la vestimenta fueron centrales para mantener fuertes y abrigados a los soldados. Por las noches, se armaban campamentos a la intemperie, en donde los hombres dormían apelotonados para darse calor. La comida, además de pasas de uvas, patay, membrillo y las 450 vacas que fueron faenando en grandes asados que se hacían en algunos puntos específicos de la marcha, incluyó muchas provisiones de charqui. El charqui es carne cocida con sal al sol, que tiene un gusto un poco más fuerte que cuando está fresca, y se hidrata para preparar guisos y sopas.
La estrategia militar diseñada por San Martín fue impactante: el general argentino logró completar el cruce de más de 5.000 personas en menos de un mes, reorganizar el ejército en cuatro días, y ganar una batalla fundamental -Chacabuco- en pocas horas.
Esta estrategia ya había sido utilizada por Aníbal y Napoléon en los Alpes -que habían cruzado el cordón montañoso para dar pelea del otro lado-, aunque la diferencia con San Martín fue el tiempo que le tomó volver reunir a la tropa para pelear: a los dos primeros les había llevado entre tres meses y 45 días, y al argentino solo 4 jornadas.
Más que las batallas que tenía por delante, a San Martín le preocupaba cruzar la cordillera. “Lo que no me deja dormir no es la oposición que puedan hacerme los enemigos, sino el atravesar estos inmensos montes”, le escribió el general a su amigo Tomás Guido poco antes de partir.
P GINAS:
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