

La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio, más conocida como NASA, es la agencia del gobierno estadounidense responsable del programa espacial civil, así como de las investigaciones de la aeronáutica y la aeroespacial.
Dentro de sus múltiples misiones, hay una que llama la atención por la singularidad de sus características y por lo que busca evitar. En colaboración con una compañía privada, se lanzará el cohete Pegasus XL desde un avión.
El procedimiento busca intervenir a tiempo para proteger el observatorio Neil Gehrels Swift al estabilizarlo y evitar que su caída cause algún daño en la Tierra.
Qué pasó con el observatorio espacial Neil Gehrels Swift y cuándo podría caer a la Tierra
El riesgo de reentrada incontrolada del observatorio Neil Gehrels Swift podría causar daños en la Tierra a fines de 2026.
Swift fue lanzado en 2004 a unos 600 kilómetros de altitud, pero su órbita se redujo a alrededor de 400 kilómetros, donde la densidad atmosférica es mayor y acelera el decaimiento.
El observatorio, diseñado para detectar las explosiones más energéticas del universo, no fue pensado para recibir servicio en órbita ni cuenta con sistemas de propulsión para maniobras de gran escala.

Cómo es la misión de la NASA para salvar al observatorio y evitar una catástrofe
En lugar de planificar una misión propia de reparación, la NASA licitó un servicio a un proveedor privado. El contrato con Katalyst contempla un lanzamiento en junio de 2026.
Para llegar a Swift, Katalyst utilizará el cohete Pegasus XL de Northrop Grumman, un lanzador aéreo que enciende sus motores de combustible sólido después de ser liberado desde un L-1011 a unos 12.000 metros de altura.
Pegasus puede colocar cerca de 450 kilogramos en órbita baja y ya acumula más de cuatro decenas de misiones, aunque su último vuelo se realizó en 2021.
Cuáles son los desafíos de esta misión de la NASA
El desafío principal es capturar un satélite que nunca fue diseñado para ser “tomado” por otra nave. Sin embargo, si ese objetivo se alcanza de forma exitosa, la nave de servicio impulsará al conjunto hasta recuperar la altitud original, en torno a los 600 kilómetros.
La expectativa es sencilla y ambiciosa a la vez: si esa órbita le permitió a Swift operar con normalidad durante 22 años, una elevación similar debería extender su vida útil por un período parecido.
Al respecto, Shawn Domagal-Goldman, director interino de la División de Astrofísica de la NASA, señaló que, pese a la rapidez con la que decae la órbita del Swift, “estamos en una carrera contrarreloj, pero al aprovechar las tecnologías comerciales que ya están en desarrollo, afrontaremos este desafío de frente”.
Según los reportes iniciales, si no se tomaban medidas preventivas, la colisión podría ocurrir a finales del próximo año, aunque no se especificó en qué región de la Tierra podría suceder.













