Me gradué del doctorado en Economía de la Universidad de Yale seis años después de que lo hiciera Janet Yellen, en 1971. Ambos estudiamos con el premio Nobel, James Tobin. Sin embargo, ella es liberal y yo conservador en materia de política económica. Yo acuñé la frase "vigilantes de los bonos" hace cuatro décadas. Ahora, como secretaria del Tesoro estadounidense, Yellen debería estar muy preocupada de que los vigilantes echen por tierra los planes de su jefe, el presidente Joe Biden, que ella apoyó y promovió sin reservas. "Así que si las autoridades fiscales y monetarias no regulan la economía, lo harán los inversores en bonos. La economía será dirigida por vigilantes en los mercados de crédito", escribí sobre los vigilantes de los bonos el 27 de julio de 1983. Actualmente, la política monetaria ha seguido el rumbo correcto, con la Reserva Federal centrada en la lucha contra la inflación, que se disparó en 2021 y 2022 después de que el Departamento del Tesoro de Yellen proporcionara una tercera ronda de ayuda social a millones de estadounidenses a principios de 2021. Eso alimentó una vorágine de compras de los consumidores que ya estaba en marcha respondiendo a las dos primeras rondas de cheques bajo la administración Trump durante 2020. El frenesí comprador hizo que los precios se dispararan. La Fed dio marcha atrás a principios de 2022 y endureció agresivamente la política monetaria para luchar contra la inflación. Ese mismo año, la administración Biden logró promulgar programas de gasto fiscal que empeoraron significativamente las previsiones del presupuesto federal para los 10 años siguientes. No obstante, el déficit se redujo brevemente durante 2022 y principios de 2023 porque la recaudación por el impuesto a la renta se vio reforzada por los impuestos sobre las plusvalías cuando muchos inversores vendieron sus acciones durante el mercado bajista del año pasado. Este año, la inflación hizo que los desembolsos del gobierno en seguridad social aumentaran más rápidamente, ya que están indexados a la inflación. Y lo que es más preocupante, las subas de las tasas de interés de la Fed en respuesta a la inflación están disparando los gastos del Tesoro en intereses netos. Entretanto, los ingresos fiscales han disminuido tras el aumento temporal del año pasado. Así, el déficit federal se ha disparado hasta los u$s 2 billones en los últimos 12 meses hasta agosto. Y ahora está a punto de ponerse en marcha la vorágine de gasto de las 'Bidenomics'. El aumento del déficit obligará al Departamento del Tesoro a emitir muchos más títulos del Tesoro. En las últimas semanas, los vigilantes de los bonos han desafiado las políticas de Yellen elevando los rendimientos de los bonos a niveles que amenazan con crear una crisis de deuda. En este escenario, el aumento de los rendimientos desplaza al sector privado y desencadena una contracción del crédito y una recesión. Como la raíz del problema es la política fiscal derrochadora, el gobierno tendría que recortar gastos y aumentar los impuestos para aplacar a los vigilantes de los bonos, lo que agravaría la recesión. Al principio, en 2022 y 2023, los vigilantes de los bonos siguieron el ejemplo de la Fed. Reconociendo que se habían quedado atrás en la curva de la inflación, los funcionarios de la Fed se apuraron para adelantarse a la curva subiendo agresivamente la tasa de los fondos federales en 5,25 puntos porcentuales desde marzo del año pasado. El rendimiento de los bonos subió junto con la tasa de los fondos federales hasta el verano boreal de 2022, cuando la curva de rendimiento se invirtió al subir el rendimiento de los bonos menos rápidamente que la tasa de los fondos federales. En el pasado, una curva de rendimiento invertida indicaba que los inversores en renta fija preveían que si la Fed seguía subiendo las tasas a corto plazo, algo se rompería en el sistema financiero provocando una crisis crediticia generalizada y una recesión. Ese guion empezó a reproducirse en marzo de este año, cuando se produjo una crisis bancaria, pero fue rápidamente contenida por la Fed, que proporcionó una línea de liquidez de emergencia a los bancos. El rendimiento de los bonos cayó al 3,3% durante la crisis. Subió a alrededor del 4% durante el verano boreal, a medida que disminuían los temores de una crisis financiera y una recesión, lo que hizo que la Fed siguiera subiendo la tasa de los fondos federales. Pero la curva de rendimiento empezó a desinvertirse en junio, con el rendimiento de los bonos subiendo más rápido que la tasa de los fondos federales a medida que los vigilantes de los bonos se alarmaban y animaban cada vez más por la política fiscal despilfarradora. El rendimiento de los bonos se ha vuelto vertical en las últimas semanas, saltando al 4,80% el martes. Si sigue disparándose hasta el 5% o más, Yellen debería reunirse con Biden para explicarle que los vigilantes de los bonos están a punto de desencadenar una crisis que podría hacer descarrilar sus posibilidades de ganar otro mandato. El apogeo de los vigilantes de los bonos fueron los años de Bill Clinton, de 1993 a 2001. Aplacarlos era una prioridad en la agenda política de la administración. Ahora han vuelto.