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Uno por uno, el equipo económico de Trump y qué piensan de los aranceles

Desde Steve Bessent, candidato para liderar el Tesoro, hasta Kevin Hassett, director del Consejo económico nacional, a todos les gustan las tarifas y quieren utilizarlas como palanca para negociar.

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A juzgar por el volumen de conversaciones e informes de investigación, la política de Donald Trump que más preocupa a los mercados son los aranceles. Esto tiene sentido: podría tener un impacto directo en las acciones (a través de los precios) y los bonos (a través de las divisas). Y la política arancelaria es susceptible, en teoría, del análisis numérico (o pseudonumérico) con el que funciona Wall Street.

Pero como el presidente electo ha dicho muchas cosas sobre los aranceles, no todas ellas coherentes, se deja a los inversores especular sobre cuál será la política. Con la esperanza de aliviar parte de esta incertidumbre, resumimos a continuación las declaraciones públicas de los principales responsables económicos de Trump al respecto.

Scott Bessent

En entrevistas, editoriales y la audiencia en el Senado el jueves, el elegido de Trump para secretario del Tesoro lamentó que el "libre" comercio haya socavado la competitividad de Estados Unidos y creado una economía global desequilibrada. Esto se debe a "decisiones políticas deliberadas de gobiernos extranjeros".

Bessent no es un purista de los aranceles, al estilo de Robert Lighthizer, ex asesor comercial de Trump, más bien los ve como una herramienta de negociación. Ha sugerido que los gravámenes se apliquen según un calendario y con distintos grados de severidad, en función de lo desleales que sean las prácticas comerciales de cada país. Los aranceles deben estar "bien telegrafiados en forma de orientaciones para proporcionar una palanca de negociación y tiempo para que los mercados se ajusten".

Está dispuesto a imponer aranceles tanto a aliados como a enemigos. Ha mencionado como posibles objetivos a Alemania, aliada de EE.UU., y a Vietnam, amigo de nombre, por no apoyar el consumo.

Durante su audiencia de confirmación [en el Senado] se mostró especialmente crítico con las prácticas comerciales de Beijing. Pero no está claro si piensa que imponer aranceles a China sería una táctica de negociación o parte de una estrategia de contención geoeconómica.

Howard Lutnick 

Lutnick, el elegido por Trump para Comercio, está a favor de los aranceles en una línea similar a la de Bessent. Lutnick tampoco es un purista. Ha dicho que los aranceles son "obviamente una moneda de cambio", que se utiliza con enemigos y aliados para conseguir que modifiquen sus políticas comerciales.

Tampoco es un universalista de los aranceles. Ha hablado de aranceles basados en productos individuales. Esto se hace eco, en parte, de la Ley de Comercio Recíproco (RTA, por sus siglas en inglés), una política que los republicanos promocionaron durante el primer mandato de Trump, que igualaría los aranceles de otros países sobre los productos estadounidenses con aranceles recíprocos sobre los suyos, producto por producto. Pero ha dicho que deberíamos aplicar "aranceles a cosas que sí hacemos, y no aplicar aranceles a cosas que no hacemos", una distinción que la RTA no hace.

No parece haber expresado su opinión sobre si los aranceles se aplicarían de golpe o gradualmente.

Está bastante obsesionado con los aranceles sobre los automóviles.

Afirma que China es "harina de otro costal", lo que suponemos que significa que los aranceles sobre ese país se diseñarán para forzar un cambio en el comportamiento chino, no para llevarlo a la mesa de negociaciones.

Stephen Miran 

Miran, elegido para dirigir el Consejo de Asesores Económicos, sostiene que el papel del dólar como moneda de reserva mundial es la causa de los desequilibrios económicos globales. Normalmente, la moneda de un país con un gran déficit comercial se debilitaría, haciendo sus exportaciones más competitivas. Pero dada la demanda mundial del dólar como reserva, esto no puede suceder. Así que la base manufacturera de EE.UU. se está vaciando y la deuda estadounidense se está disparando. Para contrarrestarlo, opina que los aranceles deben utilizarse para recaudar ingresos, que son en realidad la tasa que otros países deben pagar a cambio de utilizar la moneda estadounidense como reserva.

El impacto inflacionario de los aranceles se verá compensado en gran medida por la apreciación del dólar, que mantiene estables los precios de las importaciones estadounidenses y disminuye el poder adquisitivo de los consumidores de fuera de EE.UU., lo que significa que, de hecho, pagan por el arancel. Pero el dólar más fuerte, de nuevo, hace que las exportaciones estadounidenses sean menos competitivas.

Para contrarrestarlo, propone medidas multilaterales (nuevos Acuerdo del Plaza) o unilaterales (como "tasas de usuario" sobre las compras de bonos del Tesoro de EE.UU. por extranjeros, o amenazas de retirar el paraguas de seguridad de EE.UU.) para inducir a otros países a vender dólares, fortaleciendo a su vez sus propias monedas. Su propuesta política es, por tanto, "positiva para el dólar antes de convertirse en negativa para dólar".

Al igual que Bessent, es gradualista y no universalista. Los aranceles deben imponerse gradualmente, y los países que cooperen con las exigencias estadounidenses deben recibir indultos. Se opone explícitamente a la imposición de aranceles uniformes con tasas elevadas desde el primer día. Pero, a diferencia de Bessent, no le da prioridad a preservar el papel de EE.UU. como activo de reserva.

Jamieson Greer 

Trump eligió a Greer, ex adjunto de Lighthizer, como representante de Comercio de EE.UU. El historial de Greer es mucho más corto que el de los demás de esta lista. Dicho esto, en la medida en que Greer es un acólito de Lighthizer, puede ser un purista de los aranceles. Pero Lighthizer no forma parte de esta Administración y Greer sí, por lo que es posible que haya hecho algún tipo de compromiso.

Está particularmente centrado en China, y formó parte del equipo que promulgó la primera ronda de aranceles en 2018. En un testimonio ante un comité especial de la Cámara de Representantes, criticó las prácticas comerciales de Beijing y alarmó sobre su impacto en el sector manufacturero estadounidense. Suponemos que esto significa que es un maximalista de los aranceles chinos y que no está interesado en negociar con los dirigentes de Beijing.

Se muestra, o al menos se mostraba, más abierto a políticas de apoyo a las industrias nacionales, algo a lo que los demás de esta lista se han mostrado mucho más reticentes, o han dicho que es menos eficaz que los aranceles.

Peter Navarro 

Trump nombró a Navarro, su representante de Comercio en su primer mandato, como consejero principal de comercio y fabricación. Navarro escribió la sección de comercio del Proyecto 2025, el reglamento de política conservadora escrito por la Fundación Heritage para la próxima Administración.

Al igual que Bessent y Lutnick, Navarro apuesta por la negociación. Es partidario de utilizar aranceles recíprocos como táctica.

Sin embargo, tiene una vena purista. Reconoce que las barreras arancelarias pueden ser muy altas si otros países no negocian de buena fe, y este "resultado [evidenciaría] el hecho de que muchos socios comerciales de EE.UU. están aplicando aranceles significativamente más altos a miles de productos estadounidenses". Si eso se traduce en precios más altos para los estadounidenses, que así sea.

No está claro si Navarro es un gradualista. En el Proyecto 2025, expone un plan para negociar con los países por orden de gravedad de sus infracciones, pero no especifica si los aranceles se promulgarían en ese orden, o se subirían todos a la vez y se negociarían más tarde.

Es un maximalista sobre China. Afirma que la Administración Trump trabajará para desvincularse de China, y que las negociaciones serían "infructuosas" y "peligrosas".

Kevin Hassett 

Kevin Hasset, que pronto será director del Consejo Económico Nacional, es, como Navarro, un firme partidario de la RTA.

Ha sido más claro que Navarro en que los aranceles deben subir de golpe, tanto para aliados como para enemigos. Pero, a diferencia de lo que nos dijo en septiembre, desde entonces ha sugerido que podría haber un tope total a la suba de los aranceles ("tal vez un 10%").

Ha sido muy crítico con Beijing en el pasado, pero no está claro si está abierto a las negociaciones con China, o es un maximalista sobre China.

A todos les gustan los aranceles. Todos están interesados en utilizarlos como palanca. La mayoría son muy críticos con China. Todo esto encaja con los comentarios de Trump. Al mismo tiempo, sin embargo, están mayoritariamente en contra de aranceles generales aplicados al mismo nivel a todos los países y a todos los productos a la misma tasa, que es lo que Trump, a veces, parece querer. El mercado parece creer que los asesores, que en general apoyan políticas poco elaboradas, influirán en Trump, que es más partidario de la mano dura. Veremos.

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