La economía estadounidense está creciendo a su mayor ritmo en una década, dato que ayuda a cualquier líder que enfrente elecciones en Europa o Japón.

Pero a Barack Obama y los demócratas no los está beneficiando. Las encuestas indican que un silencioso electorado estaría entregando el control del Senado a los republicanos por primera vez en ocho años y fortaleciendo su mayoría en la Cámara de Representantes a su margen más alto en medio siglo.

El probable resultado promete entusiasmar al Partido Republicano, que en los últimos años se decía que estaba atrapado en un cul-de-sac ideológico y que dependía de una base de votantes cada vez más chica compuesta por hombres blancos de edad.

Sin embargo, el ánimo general del electorado no favorece a ningún partido. En este momento, en que EE.UU está recuperando su tradicional posición de locomotora de la economía mundial, los norteamericanos siguen siendo pesimistas en cuanto a las perspectivas suyas y del país.

"Creo que los votantes son antidemócratas, no creo que estén a favor de los republicanos", aseguró Michael Barone, del American Enterprise Institute, un think-tank conservador.

Las encuestas que siguen el ánimo de los votantes mediante un simple cuestionario sobre si el país va por el sendero correcto o no, se ubican en un profundo terreno negativo desde la administración de George W. Bush. Para una nación que se enorgullece de su habitual optimismo y de la creencia de que cada generación estará mejor que la anterior, el sentimiento negativo sobre el futuro es la nueva norma.

Las campañas de los partidos, y la inundación de donaciones anónimas provenientes de empresarios ricos, reforzaron el cinismo con una oleada de publicidad negativa.

Estas elecciones parlamentarias costarán u$s 4000 millones, según el Centre for Responsive Politics, una suma récord para un año no presidencial. En el pequeño pero muy disputado estado de Iowa, una televisión local puso al aire cerca de 20 avisos políticos seguidos.

En sus raras apariciones haciendo campaña, Obama trató de contrarrestar el pesimismo. "Pese a todo el cinismo, Estados Unidos está progresando", aseguró en Connecticut durante un acto junto al gobernador de ese estado.

Pero los votantes no compran el mensaje optimista del presidente, que fue tema central de una campaña republicana apuntada a convertir algunas votaciones locales en un referéndum nacional sobre el desempeño de Obama. Los votantes sienten que no se están beneficiando del crecimiento económico, que fue de 3,5% en el tercer trimestre. Los datos señalan que los ingresos familiares todavía están cayendo en casi todos los estados donde se votan senadores.