
Cuando la semana pasada Christoph Eibl, administrador de hedge funds de commodities, aseguró en Montreal durante la conferencia anual de la industria del oro que el metal precioso sería aniquilado, su audiencia se mostró poco receptiva.
Esto me recuerda a 1999-2000, dijo Eibl de Tiberius Group, refiriéndose a la burbuja de las acciones tecnológicas. El oro podría subir más, pero definitivamente será aniquilado en algún momento, agregó.
Si bien los operadores reunidos allí junto a inversores y banqueros admitían la posibilidad de una corrección de corto plazo en el oro, después de un alza de casi 30% en menos de tres meses, también confiaban en que el metal amarillo treparía a nuevos récords superiores a u$s 2.000 la onza troy en 2012.
Esa confianza recibió un fuerte golpe. Se suponía que el oro, considerado un refugio, subía en épocas de crisis. Sin embargo, en los últimos cuatro días su comportamiento fue similar al de los activos que conllevan más riesgo.
Desde el miércoles, en medio de una gran preocupación por la crisis de deuda de la eurozona, el metal precioso perdió u$s 270 la onza y ayer tocó un mínimo de u$s 1.534,49. Después del techo de u$s 1.920 hace sólo tres semanas, cayó un 20%.
La pregunta es a qué se debe este abrupto descenso. Una explicación es la recuperación del dólar desde que la Reserva Federal anunció la semana pasada que hará cambios en su cartera de bonos. Otra es que los inversores se vieron obligados a vender oro para enfrentar pérdidas en otros lugares. Y finalmente, el CME Group, que dirige Comex, la bolsa de Nueva York donde operan los futuros de oro, aseguró el viernes a la noche que sube 21,5% el margen inicial para futuros de oro.
Pero para los inversores que habían comprado el metal para protegerse exactamente del tipo de crisis que hoy sufre el mercado, ninguno de esos factores ofrece una explicación satisfactoria del derrumbe en el precio.
Los altibajos de los valores han sido tan violentos que algunos analistas sugieren que los escarmentados inversores podrían mantenerse alejados del metal amarillo en el futuro inmediato. Sin embargo, la mayoría de los inversores siguen desafiando el pronóstico pesimista de Eibl y siguen creyendo que el oro seguirá subiendo.
No hubo ni un solo acontecimiento macroeconómico, geopolítico o de algún tipo en los últimos tres días que evidencien un retroceso en el rally del oro, comentó James Steel, estratega de metales preciosos en HSBC de Nueva York.
Los operadores sostienen que esta no es la primera vez que el oro cae en medio de una crisis. En la cima del derrumbe financiero de 2008, el oro registró fuertes retrocesos. De la quiebra de Bear Stearn en marzo hasta mediados de octubre, el metal cayó más de 30%. Al siguiente año, trepó 50%.
De todos modos, no fue el descenso de los precios del oro lo que más desconcertó a los operadores e inversores sino su volatilidad. La fuerte fluctuación diaria en los valores, combinado con el incremento en el costo de las opciones, está preocupando a inversores, como fondos de pensión y bancos centrales, que tanto valoran la estabilidad en sus inversiones.











