El escándalo de fraude en FTX sigue arrastrando a las criptomonedas
Los pocos grandes players que quedan tienen enormes interrogantes: Tether sobre sus reservas y Coinbase sobre sus resultados financieros. Binance es la mayor caja negra del sector.
Se supone que para los cristianos esta es una época de buena voluntad y caridad, pero estos atributos escasean en el sector de las criptomonedas.
La mayor parte de la ira se han dirigido, comprensiblemente, contra Sam Bankman-Fried (SBF), tras el colapso del exchange de criptomonedas FTX, y su pedido de disculpas mediático no ha hecho sino aumentar la desconfianza.
La semana pasada, las cosas llegaron a un punto álgido con su detención en Bahamas y la publicación de las acusaciones que tiene en los Estados Unidos. La lista incluía cargos penales como fraude electrónico, lavado de dinero y violación de las leyes de financiación de campañas políticas. Si es declarado culpable, pasará una larga temporada en prisión. Los cargos de conspiración sugieren que otros también podrían estar implicados.
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Quizá la acusación más grave sea que estos presuntos delitos se venían cometiendo desde la fundación de FTX. En efecto, según las autoridades, éste había sido el plan desde el principio. Es demoledor, ya que abre la puerta a la sospecha de que todo el mercado es una estafa, una farsa.
No es de extrañar que SBF tuviera pocos simpatizantes. "Su detención es lo correcto, tiene que haber una rendición de cuentas porque ha dejado a muchos consumidores en dificultades financieras y con la perspectiva poco probable de ver cualquier devolución de fondos", dijo Ian Taylor de CryptoUK.
La imagen de un SBF esposado siendo escoltado fuera de un tribunal de Bahamas mientras parpadeaban las luces policiales, puede convertirse en la imagen que defina un año terrible para los activos digitales. Los precios de los tokens han caído en picada y muchas de las principales empresas de criptomonedas quebraron en el verano boreal. Sin embargo, él es sólo la figura de más alto perfil en un sector excepcionalmente lleno de escándalos y villanos.
Las criptomonedas emprenden ahora el camino de la redención, aunque muchos escépticos lo considerarán una misión inútil.
"El colapso de FTX no es una acusación contra las criptomonedas, pero aspectos importantes del colapso son emblemáticos de un -casi orgulloso- amateurismo que es común en partes de la industria", dijo Peter Fox, socio del estudio Scoolidge, Peters, Russotti & Fox.
Ese amateurismo parece peligrosamente ingenuo frente al mundo real de la ley, los expedientes judiciales y las audiencias en Washington. Cuando un veterano canoso como John Ray III, el nuevo CEO de FTX, revela que la empresa utilizaba QuickBooks para la contabilidad, el espíritu punk del "hágalo usted mismo" pierde su encanto.
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Por ejemplo, la presunta malversación de fondos de clientes por parte de FTX es sintomática de esa desconexión. Es importante darse cuenta de que los exchanges de criptomonedas no son como las Bolsas del mundo real. Las plataformas no sólo facilitan el encuentro entre compradores y vendedores, sino que actúan como custodios y market makers que también piden prestado y prestan a los clientes.
"El uso indebido de fondos de clientes que presuntamente se produjo en FTX no podría haber ocurrido en una Bolsa de valores tradicional, porque no custodian fondos de clientes", añadió Fox.
¿Qué queda entonces? Los pocos grandes players que quedan tienen enormes interrogantes: Tether sobre sus reservas y Coinbase sobre sus resultados financieros. Binance es la mayor caja negra del sector.
Tras el colapso de FTX, Sam Bankman-Fried cuenta su versión de la historia
Las finanzas descentralizadas (DeFi) tienen sus fans. Dicen que representa el futuro y que ha sobrevivido a la suerte que han corrido entidades más grandes y centralizadas.
Es cierto, pero es más fácil olvidar la sucesión de fracasos que han asolado el mundo de las finanzas descentralizadas. La escalabilidad de las operaciones siempre ha sido uno de los puntos débiles de las criptomonedas. Y los proyectos han sufrido innumerables hackeos porque los desarrolladores no probaron suficientemente los sistemas antes de lanzarlos al mercado abierto. Otro signo de amateurismo.
Además, hay otros problemas crónicos, como la injustificada huella de carbono de bitcoin y su uso por algunos países como Corea del Norte para eludir sanciones económicas.
En su testimonio ante el Senado la semana pasada, el actor y crítico de las criptomonedas Ben McKenzie sugirió que una de las razones por las que tantos clientes no pudieron recuperar su dinero fue simplemente porque "gran parte de él nunca estuvo ahí para empezar".
"Los precios de estos llamados 'activos digitales' especulativos fueron subidos/manipulados mucho más allá del dinero real que los respaldaba", escribió, citando conversaciones con SBF y Alex Mashinsky de la fallida Celsius Network.
Todo esto lleva a preguntarse... ¿Qué queda por rescatar? Ese es el desafío que deberá responder el sector el año que viene.
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