De 'tsunami colorado' a olita: qué implican las elecciones de medio término para el futuro de Trump y Biden
El presidente Joe Biden está saliendo mejor parado que Bill Clinton y Barack Obama en estas elecciones de mitad de término, mientras se define el futuro de Donald Trump de cada a 2024.
La noche de ayer podría haber sido mucho peor para Joe Biden. Los pronósticos decían que las elecciones de mitad de término en Estados Unidos iban a provocar una ola roja, incluso un "tsunami". En realidad, se trató de una ola media en comparación con las anteriores elecciones de mitad de término.
Sea cual sea el recuento final, que podría tardar días en verificarse, Biden ha evitado la paliza que sufrieron tanto Barack Obama como Bill Clinton, sus predecesores demócratas. En este sombrío y polarizado Estados Unidos de hoy, eso se califica como victoria.
Ya habrá tiempo para analizar lo que ha sido otra actuación mediocre de las encuestadoras en Estados Unidos. Pero sea cual sea el reparto final en el Congreso, y en cientos de cargos estaduales en todo Estados Unidos, se pueden extraer tres conclusiones:
Trump no es tan fuerte como se creía
La primera es que Donald Trump es más débil de lo que sugieren las encuestas. Poco antes de que se cerraran los colegios electorales dijo: "Bueno, creo que si ellos [los republicanos] ganan, yo debería recibir todo el crédito. Si pierden, no deberían culparme en absoluto".
En realidad, a los candidatos más extremos que Trump respaldó les fue peor que al republicano promedio. Eso incluye a Doug Mastriano, su favorito para gobernador de Pensilvania, Daniel Cox para gobernador de Maryland y Don Bolduc para un escaño en el Senado por New Hampshire.
Entre los candidatos respaldados por Trump que ganaron, incluido JD Vance para un escaño en el Senado por Ohio, la mayoría se distanció de las posturas más extremas de Trump después de ganar la nominación de su partido. Lo mismo ocurre con Blake Masters, que parecía que iba a perder su carrera por un escaño en el Senado por Arizona.
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Sin embargo, lo más siniestro para Trump fue la reelección fulminante de Ron DeSantis como gobernador de Florida. DeSantis es el rival más plausible de Trump para la candidatura presidencial republicana de 2024. Aunque no ha sido testeado fuera de Florida, DeSantis se ha convertido en un defensor de la política conservadora, a través de sus ataques a los sindicatos educativos y su desprecio por las regulaciones federales por el Covid-19.
Quizás el indicador más fuerte de la potencia conservadora de DeSantis es la característica amenaza con la que Trump habla ahora de él: "Te diría cosas sobre él [DeSantis] que no serían muy halagadoras", dijo Trump el lunes. "Sé más de él que nadie -aparte de, quizás, su esposa".
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Biden puede anticipar algún beneficio colateral del fratricidio político que parece que se va a desatar entre el autor del movimiento MAGA [Make America Great Again] y su, cada vez más impaciente, heredero.
La baja aprobación de Biden
La segunda conclusión es que Biden sigue superando las bajas expectativas. El consenso reciente es que está menguando como presidente y debilitándose como hombre de campaña. Lo primero es difícil de corroborar, ya que su historial legislativo en dos años es considerablemente mejor que el de Clinton después de ocho y podría decirse que también el de Obama.
La actuación de Biden en los actos -y la relativa escasez con la que ha salido a la campaña desde septiembre- ha sido torpe. Pero eso ha sido así durante la mayor parte de la carrera política de Biden. Los expertos estadounidenses suele exagerar la importancia de la buena oratoria. No obstante, es notable que su índice de aprobación en Gallup, de poco más del 40%, no haya causado un mayor daño a la participación de su partido.
Nada de esto disminuye el hecho de que incluso una escasa mayoría republicana en la Cámara de Representantes, que sigue siendo el resultado más probable, será enormemente perjudicial para la presidencia de Biden, la tercera conclusión.
Los demócratas, más complicados
Kevin McCarthy [republicano], el probable próximo presidente de la Cámara, ha dejado claro que planea enterrar a la Casa Blanca en citatorios judiciales.
Pondrá en marcha investigaciones en la Cámara sobre el supuesto encubrimiento de la teoría de la 'filtración del laboratorio' en los orígenes de Covid en Wuhan; sobre la caótica retirada de tropas estadounidenses de Afganistán por parte de Biden el año pasado; sobre el supuesto uso del apellido familiar por parte de su hijo Hunter Biden para hacer negocios; y sobre el papel del Departamento de Justicia en la investigación a Trump.
McCarthy también se verá sometido a una fuerte presión por parte de la derecha para destituir a Biden, como una represalia contra los dos impeachments a Trump por parte de los demócratas de la Cámara de Representantes. No está claro de qué delitos o faltas se acusaría a Biden.
La mayor parte de esto será sólo teatro. Si los demócratas mantienen el control del Senado, tales medidas no llegarán a ninguna parte. Si pierden el control, Biden puede vetar cualquier legislación que tenga menos de una mayoría de dos tercios, algo inconcebible en el Washington actual.
En política exterior, Biden mantendrá las riendas libres. Para los aliados de Estados Unidos, sobre todo en la coalición que apoya la lucha de Ucrania contra Rusia, eso será un consuelo. Pero eso sólo se mantendrá durante los próximos dos años. Después de eso -como siempre en los Estados Unidos de hoy- todas las apuestas se cancelarán.
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