En su primera aparición pública tras su salida de la presidencia del Banco Nación, el economista Carlos Melconian pidió ayer una mayor coordinación entre las políticas monetaria y fiscal. En el marco del 34 Congreso del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF), coincidió con los economistas Dante Sica y Ricardo Arriazu en la necesidad de reducir con mayor rapidez el déficit fiscal y en el riesgo de endeudarse en dólares para cubrir gastos corrientes y la presión que ejerce sobre el tipo de cambio.

"Si querés ir a (una inflación) de un dígito, necesitás una macro consistente", dijo Melconian, tras reconocer que estuvo alejado de los medios desde su salida del Banco Nación "en un acto de lealtad absoluta al presidente porque hemos trabajado para que sea presidente por ocho años".

Enfatizó que "va a ser ineludible una integralidad económica que le otorgue consistencia al programa". Y consideró que las elecciones de octubre serán un punto de inflexión porque, afirmó, en el exterior hay miedo a que vuelva el populismo.

"En el último bienio, ha habido una política fiscal laxa con financiamiento externo para evitar el crowding out, una política monetaria dura para bajar la inflación y una política de ingresos dual. El embudo ha sido el atraso cambiario", dijo y explicó que a $ 16, el "tipo de cambio real está justito" por "los enormes ingresos de deuda soberana para cubrir el agujero".

"Estuve bastante bien... con el tiempo", pero antes había dicho que la macro es evaluada por los resultados y que existen "ministros exitosos o fracasados y equipos exitosos o fracasados".

"El rumbo es el acertado, el diagnóstico es parcialmente acertado y los resultados tardan con una gestión en medio de la transición y una demanda adicional de coordinación macro", dijo, porque entiende que el programa original derivó en una "rapidez monetaria con un hipergradualismo fiscal".

Arriazu coincidió en la inconsistencia de la política fiscal y monetaria: "No puedo decir que flota (el tipo de cambio) cuando el Gobierno se endeuda en dólares". Luego resaltó un incipiente proceso de recuperación, heterogéneo, que se completará en un 3% a 4% este año. Que la inversión está en pleno crecimiento (+5,5% en el primer trimestre) y que es física (+14% en marzo) no financiera. Y que si los salarios suben 23%, la inflación será 20% o 21%; pero si la subas salariales superan ese valor, la inflación será mayor.

Los expertos coincidieron en que no existe correlación entre el aumento del gasto público y una baja de la pobreza.

Arriazu indicó que el déficit fiscal consolidado sin el blanqueo ni las rentas del Banco Central ni del FGS asciende a 8% del PBI. "Las provincias se endeudaron más de lo que necesitaban para gastar en empleo público y subsidios. El fin de esto es que los que prestan digan "no te presto más".

Melconian agregó que el 41% del gasto público es previsional y que la cantidad de jubilados creció 120% desde 2005, de 3,8 millones a 8,4 millones: "Los gobernadores jóvenes y el poder ejecutivo y quien quiera tendrán que ponerse los pantalones largos y mirar estas cosas".

Y respecto de la reforma tributaria que quiere encarar el Congreso, Melconian recordó que ni Carlos Menem ni Néstor Kirchner pudieron avanzar en su momento de mayor fortaleza política en la presidencia.

Sica también pidió mayor velocidad para lograr el equilibrio fiscal o más reformas de competitividad, porque indicó que el tamaño del Estado inhibe las decisiones de inversión a través de la alta presión fiscal y tiende a tirar los salarios al alza. Que, debido a la intención de desacelerar el gasto público, la inversión en infraestructura de 2% a 4% del PBI tendrá que complementarse con inversión privada. Y que las políticas horizontales tienen que complementarse con las políticas sectoriales para facilitar las mejoras de competitividad y acompañar a los sectores que con un nuevo modelo pierden pero se pueden transformar.