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Los trumpistas tomaron las calles de DC: crónica de la vuelta de Trump al poder

Miles de seguidores de la ola MAGA se movilizaron desde Florida, Carolina del Norte, Nueva Jersey, Minnesota y otros tantos estados del país para acompañar al nuevo Presidente en su jura. Las postales y curiosidades de una jornada histórica para EE.UU.

DC es el país MAGA hoy!", lanzaba eufórico un joven que rondaba los 20 años, enfundado en un traje, mientras otros lo festejaban. Tan solo unos minutos antes, Donald Trump les había prometido el oro, en su primer mensaje tras juramentarse como Presidente: "Arranca una nueva Era Dorada de los Estados Unidos". Y miles que se movilizaron desde Florida, Carolina del Norte, Nueva Jersey, Minnesota y otros tantos estados del país hasta Washington para acompañarlo lo vivaron porque quieren creer que es así.

Por un día, las y los seguidores de Trump coparon las calles de la capital. Un extenso vallado a cargo del Servicio Secreto rodeó la Casa Blanca con postas de control para cruzar hacia la zona central. Un segundo anillo con camiones cruzados en las calles circundantes blindaba el perímetro externo, a 300 metros.  Y diversos corredores se abrían o clausuraban al paso de alguno de los vehículos que trasladaba a los invitados VIP de la jornada de un punto a otro del mapa urbano.

El mismo dispositivo resguardaba el Capitolio, al que el flamante presidente Donald Trump arribó acompañado de Joe Biden para dar una señal de transición en paz luego del salvaje fuego cruzado de la campaña y los años que la precedieron. Su discurso, sin embargo, dejó en claro que no llega para negociar nada. 

"Muchas personas pensaban que era imposible mi regreso político pero vean ustedes, acá estoy, y el pueblo estadounidense ha hablado", sostuvo el flamante mandatario. "Dios me salvó para que vuelva a hacer América grande de nuevo", lanzó en otro tramo, al recordar el atentado en la campaña, y revistiendo de misticismo su misión.

A lo largo de casi una hora, sintetizó gran parte de las primeras medidas que se activarán con sus primeras órdenes ejecutivas. Desde declarar la emergencia nacional en la frontera sur y movilizar a las fuerzas armadas para hacer frente a los cárteles que serán catalogados de terroristas hasta multiplicar las expulsiones de inmigrantes "delincuentes a los países de donde vinieron". También prometió endurecer su política de seguridad "para eliminar a todas las pandillas" tanto en las ciudades grandes como el interior.

Declaró que harán uso de todas las facultades para terminar con la inflación "causada por gastos excesivos y la subida de los precios de la energía": para ello también declarará la emergencia energética y reinstalará su política de exploración y perforación, "Drill, baby, drill". "Tenemos la mayor cantidad de petróleo y gas que ningún otro país de la Tierra y vamos a utilizarlo -remarcó-. Los precios bajarán."

A la par prometió eliminar "el mandato verde" sobre la industria automotriz para "salvar los puestos de trabajo de ese sector" y que cada uno elija libremente "los vehículos que ustedes deseen". E instalará el Sistema de Ingresos Externos para revertir las políticas de arancelamiento contra los productos estadounidenses

Hacia el final, y luego de prometer que recuperará el Canal de Panamá y renombrará el Golfo de México como Golfo de Estados Unidos, se comprometió a poner fin a las persecuciones de dirigentes políticos con el poder del Estado y detener "toda la censura del Gobierno" para que "vuelva la libertad de expresión a los Estados Unidos". El magnate Elon Musk celebró particularmente ese anuncio.


Cómo se vivió la asunción de Trump en las calles de Washington

En Washington, el Día de la Inauguración, como se conoce a esta fecha que tradicionalmente se ubica el 20 de enero en el calendario salvo que caiga en domingo -entonces se pasa al 21-, coincidió esta vez con el Día de Martin Luther King Jr, cuando se celebra el natalicio del activista afroamericano. Por eso era feriado en la capital del país y no se percibía la dinámica habitual de oficinistas transitando por el Downtown ni en el resto de los barrios. 

Las calles quedaron relativamente vacías y los seguidores trumpistas se hicieron con los extensos tramos cerrados al tránsito en paralelo al National Mall. El punto de ebullición se ubicó en el Capital One Arena, el estadio de hockey donde los fieles se congregaron el domingo para palpitar el inminente regreso de Trump al poder.  

Fue la última escala del Victory MAGA Rally, como se dio en llamar a la fiesta que precedió el inicio de la Era Trump 2.0 y que el mismo líder republicano cerró con un encendido discurso, anticipando parte de lo que serían sus primeras medidas de gestión. 

Hoy el habitual desfile se trasladó al interior del estadio Capital One por las bajas temperaturas que cubrieron de nieve a la ciudad y el flamante jefe de Estado se hizo presente una vez más, tras cumplir con el tradicional almuerzo y saludo en el Capitolio. Lo hizo, otra vez, acompañado de algunas de las nuevas estrellas que brillan en el universo Trump, como Musk, que no pasó desapercibido son su doble saludo romano a la multitud. Allí Trump revocó cerca de 80 decretos de su antecesor en medio de la arenga estridente de sus seguidores.

La ola de frío polar que azota a Washington y el norte del país forzó un cambio en el protocolo que no se aplicaba desde la segunda asunción de Ronald Reagan en 1985, mudando la jura adentro del Palacio Legislativo. Eso no desalentó a los miles que hicieron fila en la calle desde las siete de la mañana para volver a ingresar una vez más al estadio de hockey. El comité organizador del Día de la Inauguración extendió miles de invitaciones hasta horas antes del evento.

Kidd y su esposa llegaron desde Minesotta, casi 2000 kilómetros de distancia. Desconfiaban de los periodistas y hasta pidieron ver los pasaportes antes de entrar en confianza y hablar. "Espero que Trump cumpla con su promesa de cerrar la frontera", esgrimieron en diálogo con El Cronista. Afirman que es la tercera vez que votaron por Trump y que siempre ganó, incluso en 2020. "Nosotros lo sabemos y ellos lo saben", comentan. 

 Detrás suyo, del otro lado de un vallado, un grupo de opositores clamaban que no querían a Trump porque no querían "un país fascista". Algunos trumpistas se acercaban a grabarlos con sus celulares mientras se reían de ellos.

"Yo quiero que Trump reunifique el país y restaure la economía poderosa que teníamos hace mucho tiempo", le dijo a este medio Justin Trujillo, mientras flameaba dos banderas, una de Estados Unidos y otra de Colombia, de donde era originaria su familia. Promediaba los veinte años. Otros seguidores de Trump evitaban a la prensa o preguntaban si eran medios "a favor o en contra antes de decidirse a hablar. "No confiamos en los periodistas", se sinceró una mujer que rondaba los 60.

Dentro del Capitolio, el lugar elegido para la ceremonia de juramento fue la Rotonda que une la Cámara de Representantes con el Senado. Esta nueva versión de Trump contará con una leve ventaja en un Legislativo de paridad, a diferencia de su primer turno en el poder. Y todos los que no pudieron entrar fueron acomodados en el Salón de la Emancipación para seguirlo desde una pantalla.

Cerca del Presidente sí hubo lugar para los nuevos aliados del mundo tecnológico de esta versión 2.0 de Trump: Elon Musk y Sundar Pichai. También para quienes tendieron la mano y fondos en busca de una tregua luego del resultado del 5 de noviembre, Marck Zuckerberg y Jeff Bezos. Y los expresidentes Barack Obama, Bill Clinton y George W. Bush que cumplieron con la costumbre de asistir a la jura.

De la comitiva argentina, solo el presidente Javier Milei pudo ingresar a la Rotonda. Al llevar la jura al interior del edificio, los lugares disponibles se redujeron todavía más. Y si la invitación al libertario -y otros mandatarios como la premier Giorgia Meloni (Italia) y los presidentes Nayib Bukele (El Salvador) y Santiago Peña (Paraguay)- fue un salto en el protocolo habitual que reserva este proceso solo a las delegaciones diplomáticas, cruzar al círculo más íntimo se ponderó en la delegación como otra señal positiva del flamante presidente hacia la Argentina.

El dato de color lo dio otro mandatario, en rigor, un intendente argentino. Fernando Banderet, el jefe comunal de Añelo -la ciudad lindante con Vaca Muerta-, que aterrizó en Washington para atestiguar la celebración por invitación de algunos diplomáticos aunque no pudo hacerlo en el Capitolio. Siguió, en cambio, el discurso con atención desde la embajada argentina. Pero luego participaría, según comentó a El Cronista, de una de las galas que cierran la velada.

Con todo, más allá de las fotos, no se va con las manos vacías. Firmó un convenio de cooperación entre la Municipalidad de Añelo y la Cámara de Comercio Argentina-Texas a través del cual se incluirán programas conjuntos, eventos, misiones comerciales y proyectos de gran relevancia, acorde a lo que él mismo detalló.

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