

La presidenta Cristina Kirchner no viajó a Holanda para la entronización de Máxima Zorriegueta y esto desató una serie de interrogantes y dudas. En su lugar, la mandataria decidió enviar al vicepresidente Amado Boudou, quien viajó con una comitiva argentina. Formalmente nadie lo dirá, pero esta decisión puede ser tomada como un desaire hacia Holanda. Sobre todo cuando la familia real ha visitado en dos oportunidades la Casa Rosada y siempre ha dado señales de querer mantener los lazos con el país, dado los orígenes de Máxima.
Pero el accionar del Gobierno no es sorpresivo. Sólo basta con recordar el episodio que involucró a Néstor y Cristina con la invitación de otra Casa Real para entender que los Kirchner no son devotos del protocolo monárquico. Para la boda del Príncipe heredero Felipe de Borbón y la periodista Letizia Ortiz, en 2004, el entonces jefe del gobierno español, José María Aznar, se encargó en persona de transmitirle a Néstor la invitación de la Casa Real. Durante una comida que el anfitrión mantuvo con el ex presidente en un restaurante de Madrid, le hizo saber al matrimonio argentino la voluntad del rey Juan Carlos de contar con su presencia en la ceremonia.
En principio, Néstor había aceptado la invitación pero dos días antes de celebrarse el evento, el ex presidente declinó su participación alegando “cuestiones de agenda”. Luego, extraoficialmente, se supo que Kirchner llamó al jefe de protocolo de la Casa Real española para preguntar si en su lugar podía viajar su mujer e hija. La respuesta fue tajante: “La tarjeta es intransferible”, dijeron desde el palacio real. Fin de la comunicación.
Otros suceso que se agrega a la lista de infortunios en la relación de la monarquía española con los Kirchner fue el regalo de bodas enviado a Felipe y Letizia: un pimentero y salero de plata que trajo varias críticas. Fue el entonces embajador argentino en España, Abel Posse, quien admitió que el obsequio no fue el más acertado, por lo que se decidió agregar un mate y una invitación para visitar “los principales puntos de la Argentina cuando ellos quieran”.
Ahora, y fiel a su estilo, el kirchnerismo demuestra una vez más que el protocolo no está entre sus intereses. En este caso en particular se especuló que la ausencia de Cristina se debía a los vínculos de la familia Zorreguieta con la última dictadura militar. Sin embargo, la invitación fue dirigida a la jefa de Estado argentina y debería haberla aceptado, según los analistas protocolares.
Por lo pronto, Boudou será el principal representante argentino en el evento real. Ya instalado en Holanda, el vicepresidente alentó por que de ahora en más la relación entre ambos países se profundice y afirmó: “Vamos a traerle a Máxima el saludo de la Presidenta y del pueblo argentino”. Un gesto que, para la monarquía holandesa, sabe a poco.













