Tras el triunfo electoral del 26 de octubre, las reformas laboral e impositiva volvieron a instalarse en la agenda pública. Sus defensores aseguran que pueden impulsar la creación de empleo y mejorar la competitividad, pero el último informe de la Fundación Mediterránea muestra que el costo laboral no es el único factor que condiciona a la industria. La competitividad argentina avanzó, aunque “muy lentamente”, y persisten sobrecostos que siguen tensionando la estructura productiva, concluye el trabajo que lleva las firmas de Marcos Cohen Arazi & Imanol Gastiazoro, responsables de la sección Productiva.

El estudio titulado “Competitividad industrial: mejoras leves y persistencia de sobrecostos” comparó precios de 17 insumos clave —bienes, servicios y mano de obra— en cinco países: Brasil, Chile, Paraguay, Uruguay y Estados Unidos.

Se realizaron cerca de 80 comparaciones para dimensionar las brechas. “Gran parte de estos elementos representa costos relevantes para la mayoría de las industrias, tanto de forma directa como indirecta”, señala el documento. La metodología incluyó relevamientos propios en sitios web comerciales ante la falta de fuentes públicas sistemáticas.

Los resultados son elocuentes: del total de comparaciones, 44% mostró precios más bajos en otros países que en Argentina.

Paraguay lidera la lista, con 67% de los insumos más baratos. Le siguen Chile (57%) y Brasil (47%). Uruguay y Estados Unidos, por su estructura, exhiben costos más altos en promedio, pero aun así Argentina no logra ubicarse entre los más competitivos.

El ordenamiento final quedó así: Estados Unidos, Uruguay, Chile, Argentina, Brasil, Paraguay.

La mejora reciente en esta comparativa, consignada en el informe, fue “muy moderada”: entre julio y noviembre, la proporción de insumos más baratos que en Argentina pasó del 51% al 44%. El salto cambiario no alcanzó para corregir desbalances profundos. “Persiste la necesidad de encarar reformas que reduzcan de forma más profunda y sostenida los costos de producir en el país”, advierte el informe.

Al analizar insumos específicos, el caucho sigue siendo uno de los bienes más caros en términos comparativos. La energía eléctrica y la nafta solo resultaron más baratas que en Argentina en dos de los cinco países analizados.

El caucho sigue siendo uno de los bienes más caros en términos comparativos
El caucho sigue siendo uno de los bienes más caros en términos comparativos

En servicios, los salarios de programadores son más económicos en cuatro de los cinco países comparados. Incluso en rubros donde hubo ajustes, como neumáticos, la dispersión de precios muestra que la apertura económica no logró homogeneizar costos.

Los salarios de programadores son más económicos en cuatro de los cinco países comparados
Los salarios de programadores son más económicos en cuatro de los cinco países comparados

A esta discusión se sumó la voz de la Unión Industrial Argentina, que en uno de sus últimos encuentros planteó la necesidad de una “competitividad sistémica”. El documento consensuado por la entidad derivó en un “decálogo” para un “Nuevo Contrato Productivo” en cuyo punto 3 se advierte que el problema no se agota en la presión tributaria: también pesan la infraestructura deficiente, el financiamiento escaso, los sobrecostos logísticos y los marcos regulatorios complejos.

“Tenemos que discutir seriamente qué significa que un país tenga una verdadera política industrial”, sostuvo Martín Rappallini, mientras Luis Macario remarcó que “ninguna reforma estructural será viable si no está respaldada por el amplio consenso político, social y productivo”.

Ese llamado coincide con los números oficiales que describen una industria que opera con márgenes ajustados. Según el INDEC, la utilización de la capacidad instalada se ubicó en septiembre en 61,1%, por debajo del 62,2% de igual mes del año pasado. Sectores como textiles (37,1%) y caucho y plástico (42,9%) marcaron mínimos, mientras que la refinación del petróleo alcanzó 88,9%.

El Índice de Producción Industrial Manufacturero mostró, en tanto, una caída interanual de 0,7%, con desplomes en textiles (-20,5%) y prendas de vestir (-14%), y mejoras en refinación (+7,6%) y químicos (+2,2%). Son datos que confirman que la estructura productiva enfrenta tensiones más allá del tipo de cambio.

En ese marco, la pregunta es si las reformas prometidas podrán corregir un problema que excede lo laboral. El informe de la Fundación Mediterránea advierte que “la mejora en competitividad viene siendo muy moderada, manteniendo importantes desbalances de costos en porciones significativas de bienes y servicios”.