La única verdad es la realidad. Esa frase era la preferida por Juan Domingo Perón cuando se ponía especialmente pragmático y define con extrema precisión la crueldad de ciertos momentos históricos de la Argentina. Viene a cuento después de la reaparición de la Presidenta tras 47 días de operación cerebro vascular y reposo. La primera imagen fue aquel video familiar diseñado y editado para la construcción de la imagen descontracturada de Cristina junto al perrito chavista Simón y al pingüino gigante de peluche. Y la segunda secuencia del retorno épico fue la jura de los nuevos ministros, filmada con cuidado desde la llegada a la Casa Rosada en automóvil, y el discurso posterior rodeada de chicos y chicas de La Cámpora que le cantaron y la vivaron como a una estrella de rock.


La Presidenta habló de la situación de YPF, del estado actual de Aerolíneas Argentinas y del futuro de los trenes como si fuera cierto que se trata de éxitos resonantes de su gobierno. De los ferrocarriles alcanza sólo con recordar los 55 muertos y los 1.115 heridos de las últimas dos tragedias en el Sarmiento. De la compañía aérea de bandera basta con decir que su déficit anual supera los 3.000 millones de pesos anuales y que el ahora ministro de Economía, Axel Kicillof, había pronosticado cuando era su gerente general que iba a ser superavitaria a partir de 2012 . De la petrolera nacional conviene tener en cuenta que es parte del derrumbe energético que ayer hizo descender nuestras reservas del Banco Central a menos de 32.000 millones de dólares y cuya estatización sin reglas le sumará varios miles de millones más a la deuda externa.


Esa es la Argentina verdadera y expectante que aguarda de la Presidenta y de sus nuevos y antiguos colaboradores mucho más que videos edulcorados por la mano experta de los productores televisivos. Ese es el país de la inflación manipulada y sin remedio, el de la inseguridad y ahora el de la amenaza del narcotráfico. El país de los hospitales sin insumos y el de la falta de vivienda que todavía se extiende a millones de ciudadanos que no alcanzaron a formar parte del clip de la década ganada. Es el mismo país que, en menos de tres meses, le avisó a Cristina y al kirchnerismo sobre todas estas grandes preocupaciones con dos derrotas electorales consecutivas.


Será cuestión de escuchar el reclamo. Los cambios en el gabinete son una primera y saludable reacción. La salida de Guillermo Moreno es atinada para que los dos principales protagonistas del nuevo equipo, el jefe de gabinete Jorge Capitanich y especialmente Kicillof tengan el horizonte despejado para poner en marcha las soluciones tan demoradas. Un pacto social para acordar precios y salarios. Una salida gradual del cepo al dólar, esa trampa que congeló a varios de los sectores más dinámicos que tenía la economía. La Argentina urgente no está para esperar. Fuera del patio de las palmeras de la Casa Rosada, en el que ayer retumbaban los cantitos que la militancia le copia a las hinchadas del fútbol, hay un país a la intemperie que ya no tolera los cuentos de hadas. Falta demasiado hasta el 2015. Y cada día que pasa sin asumir la realidad es otra batalla perdida que nos acerca al abismo.