

Daniel Marx es, sin dudas, una de las voces más escuchadas en el mercado argentino a la hora de hablar de renegociación de deuda. Tuvo a su cargo esa tarea durante el gobierno de Raúl Alfonsín y Carlos Menem, además de haberse desempeñado como secretario de Finanzas durante la gestión de Fernando De la Rúa.
Al frente de Quantum Finanzas, en tanto, participó de alguna forma del proceso de negociación que hoy lleva adelante el gobierno argentino.
Marx entiende que la posibilidad del acuerdo es concreta, aunque coincide con el Gobierno en cuanto a la necesidad de que se de bajo parámetros que no perjudiquen a la Argentina. "Uno no puede tener un arreglo de la deuda a cualquier costo y tampoco tener un costo de no arreglar. Debe ser algo equilibrado", afirmó.
- ¿Qué opinión tiene respecto de cómo se negoció la deuda?
- Hay que ver cómo resuelven las diferencias de una manera razonable. De acá al 22 es realmente muy poco probable que haya algo implementado. De la misma manera, una situación irregular durante un tiempo indefinido y sin perspectivas de nada, es algo que tampoco le conviene a nadie. Objetivamente hay razones para llegar a algún acuerdo, que por supuesto debería ser razonable, pero desde ya siempre hablando de una fecha post 22.
- ¿Qué entiende por razonable?
- Algo que concilie las posibilidades del deudor y diferentes variables a futuro, como la evolución esperable de la economía, sus manejos financieros y lo que uno puede ver de recuperación de un crédito que tiene los acreedores.
- Hay miedo a la palabra default. ¿Qué grado de gravedad tendría esta situación?
- Si rompemos las reglas de juego pero no damos a conocer cuál es el plan económico que se tiene en mente, es complicado tener credibilidad. Y un escenario de default se agravaría esta situación. Lo importante en este caso sería mostrar que el país se repondrá rápido, en caso de que los tiempos se alarguen.
- ¿Ve mucha distancia entre el Gobierno y los bonistas, más allá de que ahora pareciera haber más entendimiento, como para que no se pueda cerrar?
- Creo que una de las más importantes es las estimaciones que cada uno hace respecto del futuro de la Argentina, que pueden ser solo previsiones, pero que en este caso hacen a las posibilidades de pago del país. Se debería trabajar en que la negociación para los acreedores se reduce a un cálculo del valor presente de los flujos futuros y para Argentina a la capacidad de pago para renovar deuda en el futuro. Esto es un claro punto a resolver porque de lo contrario la alternativa del default no le conviene a nadie.
- ¿Puede tener un costo haber extendido los tiempos?
- El costo del tiempo tiene que ver con lo que sucede cada vez que se estiran los plazos. Desde ya, mientras antes se arregle, mejor. Lo que también hay que tener en cuenta es que uno no puede tener un arreglo de la deuda a cualquier costo y tampoco tener un costo de no arreglar. Debe ser algo equilibrado.
- ¿El hecho de haber postergado el acuerdo con los bonistas en dos oportunidades resquebraja la imagen de la Argentina en el mercado internacional?
- Hoy se está a la espera respecto de cómo la Argentina toma la iniciativa no solo con la deuda sino con la economía en general. Los mercados quieren ver cómo esto va evolucionando. Es muy importante que detrás de todo esto se pueda ver un plan a futuro, saber cómo será el después de todo esto.
- ¿Y usted cómo cree que evolucionará?
- Hay que ver si la salida será uniforme para todos los sectores. No veo claramente que todos vayan a volver al lugar donde estaban. Por lo que se ve, esto no será así. Habrá diferenciales en la recuperación muy claros.
- ¿Todo esta situación obliga al Gobierno a cambiar el plan económico que tenía previo a la pandemia?
- Deberá adaptarse y eso lo vemos en todo el mundo. Creo que había una idea del Gobierno respecto de cómo pensaba ir encarando lo que algunos denominan plan económico. La idea era estabilizar la economía por el lado de los precios, recuperando el valor del peso como moneda de transacción y ahorro, cambiar la tendencia de deterioro fiscal que había, y reforzar la inserción de la Argentina en el comercio internacional.
- ¿Y de todo esto qué es lo que puede recuperar una vez que la situación se tienda a normalizar?
- Las líneas generales siguen estando, pero ahora hay que adaptarlo.
- ¿Qué efecto cree que puede tener sobre la cotización del dólar?
- Si se ve algo razonable, esto va a tener efecto en el mercado cambiario y va a restaurar la credibilidad en la Argentina. Y con esto el valor del peso se tranquilizará. No se daría una estampida a buscar refugio de forma desesperada en la moneda extranjera, como sí ocurriría en el caso de un default imprevisto y prolongado.
- En los últimos días se vio mayor calma en los mercados
- Porque se percibió que había mayor entendimiento entre las partes, que esto se iba a encarrilar.
- En medio de esto el Gobierno debió manejar la pandemia. ¿Está de acuerdo en poner a la salud por delante de la economía, como se hizo?
- No son opciones absolutas; el ideal sería que haya un equilibrio y hacerlas compatibles. No es que por estar atento a la salud uno se tiene que olvidar totalmente de las otras cuestiones. Está claro que la pandemia tomó una importancia fuerte y eso tiene sus costos en el funcionamiento de la economía. Las prioridades están bien definidas, pero después tenemos que ver cómo manejamos a la economía frente a estas restricciones. Porque el tema clave será después ver a futuro qué pasa con muchos sectores.
- ¿Coincide con medidas de asistencia a empresas e individuos, como el ATP y la IFE, que tienen que ver también con los fondos de la Argentina?
- En momentos extraordinarios -como este- hay que tomar medidas extraordinarias, por lo que no están mal estas medidas. El tema es que la Argentina tiene justamente importantes problemas de financiamiento, por lo que esos fondos son limitados.














