Como si se tratara de una cinta sin fin, durante la jornada se multiplicaron las reuniones y las negociaciones entre los oficialismos y las oposiciones para conseguir o para enterrar definitivamente el proyecto de financiamiento enviado este año por la gobernación a la Legislatura Bonaerense.

El plural en ningún caso es exagerado: la interlocución fue a múltiples bandas, entre sectores del peronismo, del radicalismo, fracciones del PRO y dirigentes libertarios que no están en la estructura que responde a Javier Milei.

Si bien lo que pide Axel Kicillof es la autorización para tomar cerca de 3 mil millones de dólares de deuda, lo que se discutió va más allá de cómo se gastarán esos fondos frescos.

El gobernador aclaró que los fondos se usarán para pagar deuda tomada en la administración de María Eugenia Vidal y para sostener el funcionamiento de las áreas críticas de la provincia.

Pero en la mesa de negociación estaba, además, la forma en la que se distribuía el fondo especial reservado para intendentes, sino también cargos en distintas entidades como, por ejemplo, la ampliación del directorio del BaPRO.

En ese sentido, las presiones son y fueron múltiples y cruzadas. Muchos legisladores quieren un espacio para ellos o para sus partidos dado que tendrán una menor representación a partir del 10 de diciembre.

El horario de inicio pactado para el inicio de la sesión era a las 15 horas. Por los pasillos de la Legislatura caminaban intendentes bonaerenses, algunos de ellos luego de haber recorrido cientos de kilómetros para ejercer presión en búsqueda de la aprobación.

“Si no se aprueba, hay que incendiar todo”, se escuchó decir a un jefe comunal que, como muchos de sus pares, cree que lo que provenga del fondo para los municipios será el gran salvavidas para un 2026 que imagina difícil y lleno de exigencias sociales.

Mientras la UCR se debatía entre apoyar o no apoyar por cuestiones económicas, en el PRO se repetía esa situación, pero por cuestiones políticas: en el bloque amarillo golpearon duro las declaraciones de Sebastián Pareja, el armador de LLA en la provincia, quién advirtió que sería negativo que acompañen el pedido de Kicillof.

Con la tarde avanzada sucedió otra sorpresa en esta tragicomedia de enredos: el intendente de San Nicolás, Santiago Passaglia, que está de licencia como legislador desde hace dos años, se acercó a la Legislatura y pidió ser reincorporado.

“Si depende de mí voltear la ampliación de cargos, voy a asumir para votar en contra”, afirmó.

Si la presidencia de la Cámara aceptaba la participación del nicoleño, el peronismo contaría con un voto negativo más para superar.

Pero a las 15 se pidió un cuarto intermedio sin horario de reinicio, señal inequívoca de ausencia de consenso. El oficialismo necesita 64 votos para tener dos tercios si todos los diputados se hacen presentes.

En un momento, se jugó con la opción de negociar que muchos diputados se ausenten, lo que hace que baje ese número mágico.

Hasta pasada la media tarde, cerca del gobernador tenían pocas expectativas, mientras que los socios de la bancada mantenían una relativa calma y esperaban que todo se destrabe.