

Dos horas después del cierre de los comicios, el búnker unificado de Juntos por el Cambio, donde los candidatos nacionales, de provincia de Buenos Aires y CABA, seguía desierto de dirigentes de la coalición opositora. El único que se paseaba por el salón Ombú, donde se montó el escenario al que se subirán los ganadores y perdedores de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias jornada era el Mago sin dientes, el cómico militante del PRO. Mientras tanto, había expectativas y prudencia por parte de los comandos de campaña de los dos candidatos a presidente.
Antes de arribar al búnker ubicado en Parque Norte, Patricia Bullrich se reunió, en sus oficinas ubicadas en la calle Yrigoyen, frente a Plaza de Mayo, con sus equipos de prensa, su jefe de campaña Juan Pablo Arenaza y su pareja, Guillermo Yanco.
Desde el entorno de "La Piba" estaban confiados. Daban por ganada la interna con Horacio Rodríguez Larreta. Hablaban de que le sacaría cuatro puntos de ventaja. Pero para cerca de las 20 eran precavidos: "Hay mesas muy dispares como para confirmar tendencia". Y destacaron un dato: que a Javier Milei le estaba yendo "bien". De hecho, fue el primer dato que destacaron desde la mesa chica de Bullrich.

En el comando de campaña de Larreta también eran optimistas, pero cautos. Hablaban de que el alcalde podría imponerse ante la exministra de Seguridad por dos puntos. "Hay que contar voto por voto", dijeron desde el entorno de la dupla Larreta - Gerardo Morales. En ese momento, el jujeño volaba a la CABA y Larreta pasaba las horas previas en su casa, con su familia. En el larretismo daban por descontado que la muerte del militante en las inmediaciones del Obelisco, Facundo Molares, en medio de un operativo policial, no movía el amperímetro.
Mientras los voceros de Unión por la Patria se turnaban para hablaba con la prensa, en el búnker de Juntos por el Cambio rebosaba de periodistas, que se entretenían comiendo muffins, frutas y medialunas, a la espera de que algún referente desembarcara en el Salón Ombú.
Allí, además del escenario montado, se armaron dos salas, que se ubicaron detrás de un cortinado color negro. Una para Larreta y sus equipos. Otra para Bullrich y los suyos.














