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Al borde del inmovilismo en áreas sensibles, varios funcionarios de la Casa Rosada lanzaron señales tendientes a sellar una tregua con el kirchnerismo y otros sectores de la coalición oficialista más descontentos con el desempeño del Gobierno nacional, aunque sin ceder un milímetro en el control de la política macroeconómica.
Funcionarios de primera línea y llegada al presidente AlbertoFernández -gozando de una virtual licencia por el nacimiento de su hijo, Francisco- no ahorraron saliva en reclamar un cese de hostilidades a los funcionarios alineados con la vicepresidenta Cristina Kirchner, en reacción al durísimo cuestionamiento que Máximo Kirchner hiciera a la gestión económicala semana pasada.
Los gestos se suceden desde el fin de semana, pero tuvieron un mojón el lunes por la noche con la irrupción mediática del ministro de Economía, Martín Guzmán, sujeto a operaciones de propios y extraños que hablaban de una inminente salida del autor intelectual del acuerdo con el FMI. Guzmán dejó en claro que su permanencia en el gabinete es "una obviedad"; protestó contra sectores políticos internos que "generan incertidumbre", y remarcó que los funcionarios "se tienen que alinear".

La contraofensiva del ministro tenía como objetivo claro al secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, que no ahorró críticas hacia el excatedrático de Columbia por entender que el control de la inflación "es tarea del ministerio de Economía". Feletti también había agitado la posibilidad de reinstaurar retenciones, cosa que Guzmán rechazó.
Desde el entorno de Feletti señalaron que no se sintió aludido ni agraviado por las declaraciones de Guzmán. Y aseguraron que ambos coinciden: que la política inflacionaria está en cabeza del ministerio de Economía, y que las canastas de Precios Cuidados no alcanzan para contener la suba de precios. "No hay desmarque", aseguraron, aclarando que esta "es una coalición" y "hay distintas visiones de la economía".
En la misma senda que Guzmán, el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, quien marcó la cancha de lo que la Casa Rosada espera de los funcionarios K: "Como mínimo, no deberían estorbar". Y lanzó una chicana al sector de la Vicepresidenta: "Se gobierna con los que están dispuestos a acompañar; nunca vi al peronismo no acompañando a un presidente peronista".

¿Tregua e institucionalización?
En las usinas "albertistas" reconocen una acción coordinada destinada a bajar la confrontación con el kirchnerismo. La primera señal fue dada por el exministro de Defensa, Agustín Rossi, que congregó a 1500 militantes y funcionarios de distinto rango, el fin de semana en Rosario. Nombrado incontables veces para volver al gabinete, Rossi pidió "fortalecer la unidad, el liderazgo del Presidente y la gestión".
En línea similar, la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra, reconoció que el oficialismo atraviesa una crisis por no armar "instancias para saldar diferencias", y avisó al kirchnerismo que, de no parar la confrontación, en 2023 les irá "mal". Ibarra es de las figuras más ligadas al Presidente que pide tender una mano, en vez de alimentar una ruptura, y acaso institucionalizar en una mesa algún mecanismo de toma de decisiones.
Otro "albertista" leal, el ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, no se anduvo con pelos en la lengua: "Hay que dejarse de hinchar las pelotas, el pueblo está demasiado golpeado". Y consideró "mucho más importante hablar sobre cómo solucionar los problemas a los argentinos que la interna política".













