Turbulencia, triple shock y un nuevo motor de crecimiento
Entre 1880 y 1930, el crecimiento argentino estuvo impulsado por las exportaciones agropecuarias y la inversión extranjera. Esto nos llevó a estar entre los países mas ricos del mundo y con la mayor clase media de la región. Con la llegada de las crisis de 1930, se inició un modelo de crecimiento basado en la sustitución de importaciones, que se agotó en la década de 1970. Desde ese momento, nuestro país no ha tenido un motor claro de crecimiento.
Ante la falta de crecimiento económico, el país recurrió al aumento del gasto público y la intervención en la economía como forma de responder a las crecientes demandas sociales. El gasto público insostenible llevó al consumo del stock de capital del país como forma de financiar el déficit fiscal: confiscación de depósitos bancarios, ahorros jubilatorios, endeudamiento en dólares, privatizaciones, uso indebido de las reservas del banco central, emisión monetaria e impuestos confiscatorios. Este modelo entró en crisis con la pandemia.
Salir del cepo
Esto nos lleva a que el Gobierno que asuma en diciembre, independientemente de su signo político, deberá adoptar medidas similares. El gradualismo ya no es una opción, ya no hay de dónde sacar recursos y el cepo no es sostenible.
Salir del cepo requeriría una política de triple shock.
Por un lado, un shock fiscal para alcanzar el superávit fiscal primario y eliminar la emisión monetaria para financiar al fisco. Esto demandará recortes en gastos de la política, empleo público, subsidios, transferencias discrecionales a las provincias y la eliminación del déficit de las empresas públicas. Junto con la suba de tarifas, comenzará el inevitable y necesario proceso de reordenamiento de precios relativos.
El segundo punto es aumentar la oferta de dólares. El Banco Central tiene reservas negativas, por lo que será necesario un crédito de entre USD 15,000 y USD 25,000 millones para poder capitalizarlo y levantar el cepo. Se puede salir del cepo sin dólares, pero su costo en términos de inflación, devaluación y pobreza sería muy alto. Por otro lado, la unificación cambiaria aumentará la liquidación de dólares por parte de los exportadores.
El tercer factor es bajar la tasa de interés. Dado que la propia emisión para pagar los intereses de las LELIQs alcanza el billón de pesos por mes, esta última medida es inflacionaria en el corto plazo, pero deflacionaria en el mediano plazo, debido a que reduce la emisión futura.
El próximo gobierno no tendrá margen para no hacer cambios profundos, y el actual no tiene incentivos para hacerlos. Se debe salir del cepo en los primeros meses de gestión, cuando el gobierno cuenta con el capital político necesario para sobrellevar los efectos negativos de las medidas. Sin una macroeconomía estable, no hay futuro. Este proceso será encarado independientemente del signo político que gobierne a partir de diciembre; lo único que variará es la velocidad con la que se instrumenten estos cambios.
Nuevo motor de crecimiento
El periodo agosto de 2023 a marzo de 2024 será recordado como el más turbulento de los últimos 20 años debido al inevitable proceso de reordenamiento macroeconómico. Pero, pasado el verano y con la llegada del otoño, el contexto podría comenzar a mejorar, gracias a un nuevo motor de crecimiento basado en las exportaciones.
Durante los últimos 200 años, nuestro país vivió del campo; en las próximas décadas viviremos no solo del campo, sino también del petróleo, el gas, el litio y los servicios tecnológicos. Esto nos pone ante la posibilidad de un fenomenal aumento en las exportaciones, que nos proporcionará los dólares necesarios para tener una macroeconomía estable. Para lograrlo, primero es necesario salir del cepo cambiario y alcanzar el superávit fiscal.
Este año, debido a la sequía, se espera que las exportaciones alcancen alrededor de USD 70,000 millones. El próximo año podrían acercarse a los USD 90,000 millones y superar los USD 100,000 millones en el año 2025. Es posible que en una década tripliquemos el nivel de exportaciones en comparación con el 2022.
En 2024, la balanza energética podría alcanzar el equilibrio, al mismo tiempo que varios proyectos de litio entran en funcionamiento y pasada la sequia las exportaciones agropecuarias alcanzaran niveles elevados. Las exportaciones netas de hidrocarburos y litio podrían aumentar USD 20,000 millones en 2025 en comparación con el 2022. Desde principios del siglo pasado, nuestro país no ha tenido un panorama externo tan alentador.
A diferencia de otros momentos de nuestra historia en los que tuvimos precios altos de productos agropecuarios, en este momento son muchos los sectores que impulsaran las exportaciones.
En el contexto de una década turbulenta debido al aumento de tensiones geopolíticas en todo el mundo, nuestro país tiene el potencial de convertirse en un proveedor confiable de alimentos, hidrocarburos, litio y servicios tecnológicos. Esto nos pondría en una posición geopolítica privilegiada y, al mismo tiempo, podría impulsar el crecimiento en las próximas décadas.
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