

A pesar de que los paladares argentinos conocieron al sushi hace ya más de una década, esta comida de origen japonés sigue reclamando para sí la cucarda de novedad. Porque la constante innovación es su sello, su garantía, su promesa. Así, en una nueva vuelta de tuerca por conservar el podio, la formulación clásica –alga nori, arroz nipón y pescado crudo– se diversifica y tienta con nuevas combinaciones, sabores y desafíos.
En la Argentina, la renovada carta de sabores se caracteriza por la incorporación de verduras, frutas y pescados que, obviamente, inciden en variables como temperatura y cocción. Así, es posible degustar piezas con palmitos, almendras, negui (cebolla de verdeo japonesa), nasu (berenjena nipona), frutas de estación (maracuyá o mango), ají amarillo, yuzu (cítrico japonés), variedad de quesos (chéddar, azul, parmesano) y litchi (ciruela china), entre otros. También se incorporan mariscos, como las vieiras, y pescados, como la anguila. Por otra parte, ya es un hecho que el pan ko (pan rallado japonés) es un éxito, aplicado a los rolls calientes, que llegó para quedarse.
Desde los sushi-bar más cotizados coinciden en que el propósito de la tendencia obedece a dos motivaciones: probar de manera constante nuevos sabores que puedan conquistar a los paladares más osados; y conocer e incorporar cada vez más productos de la cocina japonesa, tailandesa, china y nikkei (fusión japoperuana). El sushi y la salsa de soja forman, claro está, un equipo exitoso. Pero, poco a poco, se suman a esta dupla nuevas opciones que no hacen sino potenciar los sabores ya existentes. Entre los aliños que prometen maximizar el placer se destaca: el de sésamo, el ponzu (con jugo de limas y aceto) y los de té verde, menta, maracuyá, tabasco ahumado y rocoto.










