Monotributo, ¿sí o no?: qué hacer con el régimen simplificado si se modifica el sistema tributario
Los impuestos son, por definición, una verdadera carga y no hay sector que escape a la oportunidad de manifestar una queja. Sean nacionales, provinciales o municipales, es normal que todo tributo genere rechazo y un pedido por su modificación.
Eso es así en Dinamarca y en China. También en la Argentina, en donde los discursos políticos, de caras a las próximas elecciones, transmiten su malestar en torno a la necesidad de reforma tributaria. Con escasez de propuestas concretas y detalles técnicos, sí, pero el espíritu de cambio está presente.
En este escenario de revisión completa del sistema tributario argentino, es importante detenerse en el Monotributo, un régimen que, con el paso de los años, dejó de ser simplificado y para pequeños contribuyentes, el cual, sin lugar a dudas, hay que repensar.
Un poco de historia
El Régimen Simplificado para Pequeños Contribuyentes fue creado con el objetivo de brindarle una opción fiscal a los comercios chicos y particulares (profesionales, oficios, cuentapropistas) que prestaban algún servicio o que vendían bienes de manera autónoma.
La principal característica que tenía era, tal su nombre, la simplicidad. A través del pago de una cuota ("la cuotita del club", como lo llamaban algunos), el contribuyente podía cumplir con sus obligaciones fiscales y contribuir a las arcas del Estado.
Sin embargo, con el paso de los años, la normativa y la realidad económica fueron cambiando. Se sumaron requisitos para permanecer, se incluyeron más trámites, más presentaciones.
En los últimos tiempos, en su afán de mejorarlo, se terminó complejizando al extremo. Tanto que hoy en día, podríamos llamarlo "Régimen Complejo para Pequeños Contribuyentes, y No Tanto".
Como si fuera poco, los embates de la inflación terminaron afectando seriamente la validez de sus parámetros y, pese a las evidencias en muchos casos, ni el Gobierno ni el Congreso se dignaron a modificar sus valores.
Así fue como, por ejemplo, los alquileres se convirtieron en una amenaza porque mientras los valores de mercado subían, los de la tabla quedaron fijos. Y como superar los topes fijados era un factor de exclusión, muchos fueron expulsados del régimen.
Para compensar, se introdujeron cambios en los parámetros. Sin embargo, muchas veces no respetaron ningún índice y terminaron separándolo aún más del régimen general.
Un régimen circunscripto en pequeños comercio y servicios se fue transformando en un "pulpo" donde se refugia el fraude, la evasión y la disfuncionalidad tributaria del sistema
Lo peor es que se hizo cada vez más complejo y costoso para el organismo de recaudación su control, lo que derivó en un mal uso del régimen. El llamado "enanismo fiscal" y una relación de dependencia encubierta son los clásicos ejemplos de esto.
Lo más grave es que de un régimen circunscripto en pequeños comercio y servicios se fue transformando en un "pulpo" donde se refugia el fraude, la evasión y la disfuncionalidad tributaria del sistema. Sin ánimo de ofender a nadie, el Monoitributo hoy en día es el "basurero" del sistema tributario argentino.
En tal sentido, no hay que perder de vista que el régimen genera por su mero funcionamiento un ahuecamiento en la recaudación, ya que la carga tributaria de los monotributistas ronda entre el 5 y el 10%, mientras que quienes computan sus facturas pueden deducir el total en Ganancias a una alícuota entre el 25 y el 35 por ciento.
¿Qué hacer con el Monotributo?
Está claro que, tal como está diseñado, tiene más aspectos negativos que positivos. En rigor de verdad, que no tiene ningún punto bueno y, por ese mismo motivo, debería ser eliminado.
Esto no significa que habría que dejar de pensar en un nuevo sistema para ayudar a quienes recién comienzan, como profesionales recién recibidos, iniciadores de un oficio o comercio, o nóveles emprendedores. Y ello siempre y cuando no sean contribuyentes del impuesto sobre los Bienes Personales o no sean beneficiarios de rentas financieras, sueldos u honorarios mayores a determinado umbral anual.
Por el contrario, habría que plantear un esquema distinto, en el que prime la simplificación de trámites o en el pago del gravamen, pero sin perder de vista la capacidad contributiva.
Una alternativa podría ser un régimen simplificado de IVA (sobre la base de los movimientos bancarios, billeteras virtuales, PSP, tarjeta de crédito y compra, u otros), o regímenes opcionales de gastos presuntos (en base a porcentajes fijos sobre ingresos, etc.).
Estos regímenes deberían establecerse para contribuyentes con ingresos brutos totales menores de determinado umbral anual o promedio en un cierto lapso. Por eso no debería pensarse en el pago de una cuota, sino generar cambios en la estructura que permitan realizar rápidamente el cálculo del impuesto que debería ingresar cada uno.
El sistema tributario no es un "club" al cual se accede pagando la "cuotita" y luego genera beneficios "all inclusive", porque es contrario al principio de capacidad contributiva y de generalidad de rango constitucional.
Porque, seamos honestos, no hay nada más triste para un sistema tributario que uno en que los contribuyentes deseen empequeñecerse para no ser devorados por el "monstruo" representado por la voracidad fiscal de la AFIP.
Compartí tus comentarios