OPINIÓN

Mirar el futuro para tomar decisiones en el presente

¿A qué valor estará la cotización del dólar a fin de año? ¿Cuál va a ser la inflación proyectada 2021 y 2022? ¿Van a seguir subiendo las criptomonedas, o son simplemente una burbuja? ¿Cómo puedo mirar al futuro si no sé qué va a ocurrir mañana o en un par de meses?

Cuando hablo de "proyectar el futuro" lo más común es que me contesten con escepticismo y desconfianza, argumentando que es imposible conocer qué va a ocurrir, y lo ejemplifican con preguntas como las precedentes.

En realidad, hemos construido socialmente una idea de futuro que es de corto plazo, asociado casi linealmente con lo que ha ocurrido o está ocurriendo en el presente, y que simplifica la realidad, centrándola en nuestros intereses, como si lo que ocurre en el exterior no tuviera ningún impacto.

Por otro lado, las historias acerca del futuro que llegan al cine de una manera creíble, con argumentos humanos y bien narrados, nos atrapan y se convierten en éxitos rotundos: desde el clásico Volver al Futuro (1985), o Parque Jurásico (1993), hasta Avatar (2009) e Interestelar (2014). ¿Por qué?

Porque justamente estos futuros probables abrazan la complejidad de nuestro mundo, se construyen desde el futuro hacia el presente, integran múltiples disciplinas del saber, operan como sistemas que no están en equilibrio y son emergentes que resultan de las ambigüedades de nuestro presente.

La complejidad actual

Las tecnologías digitales hoy se desarrollan de manera exponencial, y no lineal. Sin embargo, nuestra mente ha evolucionado durante miles de años para pensar en forma secuencial, paso a paso. Por eso nos resulta tan difícil (¡y hasta anti-natural!) pensar de manera exponencial.

Además, los sistemas humanos donde operan nuestras organizaciones (empresas, ecosistemas, comunidades, gobiernos, grupos económicos, etc.) funcionan siguiendo fases cíclicas de renovación o incertidumbre, crecimiento, madurez y colapso. Es decir, que no operan como sistemas lineales, a pesar de modelarlo así en nuestras proyecciones.

Pensar el presente arrancando desde el futuro

Es importante entender que analizar tendencias no es sinónimo de predecir el futuro - las tendencias ocurren hoy y por lo tanto, nos hablan del presente.

Y las tendencias, aunque importantes, nos muestran cómo el presente nos lleva hacia el futuro, sin que nosotros hagamos nada al respecto (vamos a llegar a él pasivamente sin proponérnoslo).

Pero, por otro lado, tenemos que preguntarnos cómo podemos modificar proactivamente el futuro a partir de decisiones que tomemos hoy - algo así como tirar el ancla y arrastrar nuestro barco en esa dirección.

Por eso tenemos que lograr el equilibrio entre ser empujados pasivamente hacia el futuro y dirigirnos proactivamente hacia él, para crear el futuro que deseamos, sin perder el rumbo deseado.

Si intentamos responder las preguntas del inicio del artículo sobre inflación, la cotización del dólar, etc. estaremos tratando de predecir el futuro como hacía Nostradamus, y está claro que necesitaríamos una bola de cristal más precisa.

Múltiples disciplinas

La complejidad del mundo presente también requiere incorporar perspectivas más allá de las que nos resultan cotidianas, porque de lo contrario, nuestro análisis de tendencias va a ser lineal y convergente, en vez de ser exponencial y divergente. Veamos algunos ejemplos de estas perspectivas expansivas:

¿Qué ideas culturales emergerán para ayudarnos a darle sentido al mundo? ¿Qué herramientas y procesos serán desarrollados para producir bienes y servicios? ¿Qué bienes y servicios produciremos y cómo serán consumidos? ¿Qué estructuras sociales serán creadas o re-planteadas? ¿Qué tecnologías, medios y artes se utilizarán para conectar gente, lugares y cosas?

Explorar el futuro exige reconocer las implicancias de valores sociales, modelos científicos, ingeniería del bienestar, ciencias de la vida, hábitat y ecosistemas, artes, idiomas y espacios...

Sistemas en desequilibrio

Nos gusta pensar en sistemas en orden, donde no hay caos. Pero ya vimos que la naturaleza y nuestros sistemas sociales no funcionan de esa forma, sino que su equilibrio es inestable porque hay fuerzas internas y externas que impactan, movilizan, transforman y se retroalimentan con la respuesta del sistema mismo.

Por eso analizar lo que está ocurriendo hoy (tendencias) de forma simplificada (lineal) y centrada en nosotros mismos, nos va a llevar por caminos predecibles (y seguramente, ordenados). Pero el futuro es el resultado de la colisión, cruce e interacción de tendencias en la vida real. De esta forma podemos separar las señales del ruido durante la exploración del futuro, pero siempre con un anclaje muy concreto en el presente.

Esta manera de abordar la exploración nos da la posibilidad de descartar alguna tendencia, y hace más difícil ignorar patrones (o cúmulos de tendencias) que surgen de múltiples dominios.

Y los patrones conforman una versión del mundo mucho más sólida para el mapeo de escenarios futuros.

Escenarios del futuro

El futuro no es un punto en el tiempo ni un lugar determinados: es una forma de mirar la realidad por fuera de las restricciones de nuestro espacio y nuestro tiempo. Y los escenarios futuros son una herramienta para materializar esta exploración.

Los escenarios son historias entrelazadas en una narrativa con impacto (como las películas del principio) que le permite a la organización trasladarse y verse en ese futuro, promoviendo la discusión para crear transformaciones duraderas.

El escenario futuro no tiene que ser preciso, sino provocativo y disparador de ideas no lineales respecto del presente.

Un buen escenario futuro tiene que servir para tomar decisiones en el presente.

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