

La Casa Rosada está finalizando la ronda de diálogo con gobernadores, entendiendo que ellos son la clave de la negociación política y del funcionamiento del Congreso.
Las provincias geográficamente se dividen en tres grupos. Por un lado, las diez que integran el “norte grande”, que son Salta, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja, Jujuy, Formosa, Chaco, Misiones, Corrientes y Tucumán. Tienen cierta organización institucional que les permite algunas declaraciones de conjunto, pero políticamente se definen individualmente. En el otro extremo del país se encuentran las seis provincias de la región patagónica: La Pampa, Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego.
Han ido ganando cohesión con el desarrollo de los hidrocarburos y los recursos naturales, pero mantienen intereses particulares también. A ellas se agrega la región centro, cuya provincia están identificada por la llamada “franja productiva”, que tiene al agro como su eje: Santa Fe y Córdoba suman a Entre Ríos, Mendoza y San Luis; San Juan integra por un lado la región centro, aunque comparte características del norte grande, que no integra.
De este grupo, en la última elección surgió el sector denominado Provincias Unidas, que fracasó en la última elección. La Ciudad de Buenos Aires y la provincia formarían por sí mismas una cuarta región, pero ella podría ser el AMBA, conformado por la capital y el Gran Buenos Aires, una región predominantemente urbana, mientras que el interior de la provincia comparte intereses y características del área productiva.
Pero este alineamiento geográfico y geopolítico se cruza con otro de carácter político, que se ha ido debilitando. Por un lado, la mayoría de los gobernadores sigue siendo peronista, pero en un extremo están los de Formosa, La Rioja, Buenos Aires y Tierra del Fuego, que son los que mantienen mayor relación y afinidad con la exvicepresidente Cristina Kirchner.

En cambio, en el norte del país están los de Salta, Jujuy, Catamarca, Tucumán y Misiones, que son los más cercanos al gobierno y quienes más avanzan en la negociación con él. Podrían formar un bloque provincial propio que se proyectara a las dos Cámaras del Congreso. Los dos primeros tienen buena relación con Sergio Massa, aunque ya en la primera parte de gobierno de Milei mantuvieron diálogo y coincidencia con él.
El peronismo de Córdoba, como es tradicional, se mantiene en una posición particular, siempre alejada del kirchnerismo. Del radicalismo quedan Mendoza, que es aliada de Milei, y Corrientes, que integró el grupo de Provincias Unidas. Las patagónicas tienen la mayoría de gobernadores electos por el PRO, pero en los hechos actúan como partidos políticos provinciales. Tal es el caso de los de Santa Cruz, Chubut y Río Negro, esta última de origen peronista. El gobernador peronista de La Pampa ha fluctuado alrededor de Cristina, pero finalmente ha mantenido su independencia. En cuanto a Neuquén, mantiene su línea histórica de provincialismo. San Luis mantiene una postura entre el PRO y La Libertad Avanza, mientras que la de San Juan es peronista y relativamente independiente. No es un cuadro fácil para componer por parte de la Casa Rosada.
El ministro del Interior, Diego Santilli, con el apoyo del Jefe de Gabinete Manuel Adorni, ha finalizado su ronda de conversaciones y contactos con todos los gobernadores que firmaron el Pacto de Mayo. Estos dicen que la Casa Rosada se ha abierto al diálogo, pero sin una agenda concreta sin la cual será muy difícil avanzar en negociaciones o acuerdos. Los temas inmediatos que estaban pendientes antes de la elección para los gobernadores, eran el cambio en la distribución de los ATN y la participación en el impuesto a los combustibles.

Es lo que los gobernadores esperan obtener por su apoyo a la aprobación del Presupuesto. Pero hasta ahora el presidente pretende tenerlo aprobado por ambas Cámaras en el mes de diciembre, lo que obligaría a nuevas conversaciones para lograr acuerdos que hasta ahora no se han comenzado a negociar. Los gobernadores tienen una unidad frágil e incluso contradictoria, como se ha visto, pero estos se unifican en los temas concretos. La negociación en los hechos comenzará después del 10 de diciembre, cuando asuman los legisladores electos el 26 de octubre.
El Poder Ejecutivo está más fuerte entonces en ambas Cámaras del Congreso, pero sin mayoría en ninguna de las dos. Mejora su capacidad de negociación, pero deberá ejercerla. El desafío de Milei será demostrar que es capaz de alinear sus objetivos con los de los gobernadores, quienes son los mismos que en sus primeros dos años de gobierno.
Mientras tanto, en las dos Cámaras del Congreso la influencia de los gobernadores baja, pero con limitaciones y ambigüedades. En la Cámara Baja, ni el oficialismo ni la oposición están en condiciones de articular bloques que le permitan alcanzar la mayoría propia que requiere ciento veintinueve diputados. Lo que está en pugna realmente es qué fuerza tendrá la primera minoría, es decir mayor cantidad que la segunda pero sin llegar a la mayoría propia que permite convocar las sesiones.
El oficialismo, sumando los legisladores de La Libertad Avanza, un sector del PRO, algunos radicales y escindidos del propio oficialismo, se acerca a los cien diputados nacionales.

A su vez, el bloque de Fuerza Patria, que unifica por ahora al peronismo, tiene casi el mismo número, pero este va descendiendo con escisiones por lo general individuales de diputados kirchneristas. Hoy el escenario probable es que finalmente por pocos legisladores, el oficialismo nacional logre ser la primera minoría. En el Senado se vive una situación a la inversa. El peronismo está sufriendo deserciones que están reduciendo su bancada a cerca de treinta legisladores, siete menos de los necesarios para llegar a tener la mayoría absoluta. A su vez, La Libertad Avanza, junto con senadores del PRO, radicales e independientes, se acercarían a los veinticuatro legisladores.
Es decir que en esta Cámara, el peronismo podría ser la primera minoría, pero perdiendo la mayoría absoluta, y el oficialismo nacional, en cambio, constituirse en segunda minoría. Este panorama obliga a la negociación y da oportunidad en ella a legisladores que no están alineados en ninguno de los dos bloques, los que están en etapa de organización, y en ella los gobernadores serán claves.
La provincia de Santa Fe acaba de dar una señal de la autonomía que están logrando los gobernadores, al lograr endeudarse por ochocientos millones de dólares a una tasa del 8,1%, y lo mismo logró la de Buenos Aires mediante trabajosas negociaciones interprovinciales.
La pugna política entre el oficialismo y la oposición en ambas Cámaras del Congreso ocupa el centro de la escena política, pero el verdadero poder se encuentra en la negociación entre la Casa Rosada y los gobernadores.














