El Gobierno comprobó en las últimas 24 horas, una vez más, que la efectividad en la comunicación puede marcar la diferencia entre la profundización de la inestabilidad y la generación de expectativas positivas.
Esperar que el paso de Javier Milei por el Salón Oval de la Casa Blanca despejara las dudas del mercado era, tal vez, una apuesta demasiado optimista, dado que si bien el problema más visible que atraviesa el Gobierno se expresa en la convulsión del sector financiero, la razón de esa extrema volatilidad es netamente política y va más allá de las elecciones legislativas del 26 de octubre próximo, aunque Donald Trump tenía bien claro que esa fecha es clave para determinar el futuro del proyecto libertario.
La tarea que tiene por delante el oficialismo nacional es reconstruir los puentes necesarios con la oposición, en particular algunos gobernadores y legisladores dialoguistas, no solo para garantizar la posibilidad de sostener vetos a leyes que no se encuadren en los planes del Gobierno, sino, fundamentalmente, para que las reformas que se plantean para la segunda mitad del mandato sean viables.

Un resultado positivo para La Libertad Avanza, probablemente, acercaría a las partes. Uno negativo podría adelantar el síndrome del lame duck, el pato rengo, como alertó el economista Ricardo Arriazu.
Y con encuestas zigzagueantes, la incógnita persiste aún para el gobierno de Trump, que se preocupó por dejar en claro que el apoyo se concretará "cueste lo que cueste". De hecho, mientras volcaba un centenar de millones de dólares en el mercado libre de cambios argentino, para comprar más pesos y contribuir a contener la cotización, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, anunciaba que su país iba a redoblar la asistencia financiera comprometida a la Argentina con el swap de u$s 20.000 millones, para aportar una cifra similar desde bancos y fondos soberanos que permita atender los problemas de la deuda que deberá afrontar la administración Milei.
Una asistencia de la administración republicana que el propio Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo,se apuraron en remarcar que se extenderá hasta el final del mandato y no dependerá de lo que ocurra en los próximos comicios. Aunque Milei también aclaró que trabaja "en consensos" difíciles de alcanzar en un año electoral pero que, en su visión, son posibles una vez cumplido el paso por las urnas.
"Con los que usted no puede negociar son los kirchneristas. Con todos los demás, podemos tener matices, pero todos queremos una reforma tributaria, bajar los impuestos, desregular la economía, hacerla más competitiva, ser menos distorsivos...", remarcó el Presidente para que lo escuchen los actores del mercado.
En la última jornada las aclaraciones en Washington y Buenos Aires, cambiaron el humor en la City. Lo que ocurra en adelante se verá. Quedan siete ruedas para las elecciones.
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