Una de las discusiones que dejó abierto el resultado electoral del domingo, tiene que ver con qué nivel de apoyo reflejó el 30% de los votos obtenido por Manuel Adorni. Está claro que su postulación, que encarnó la defensa a ultranza de todas las políticas de Javier Milei, le permitió a LLA generar una ola de respaldo que no tenía, en el corazón de su principal aliado político. Pero ese apoyo no fue mayoritario, y menos si se toma en cuenta que uno de cada dos porteños no fue a sufragar.
La Capital Federal expresó su conformidad con la estrategia económica de Javier Milei, pero al hacerlo no borró los planteos institucionales que expresaron los partidarios de Mauricio Macri. Simplemente les dio otra prioridad.

Las urnas mostraron un mejor resultado para la economía de corto plazo que para el Milei de largo plazo. Porque en los hechos, la suma de votos recolectados por loslibertarios, el PRO, la Ucedé de Ramiro Marra y en menor medida los obtenidos por Horacio Rodríguez Larreta, dejan un piso alto de consenso para políticas que impliquen un respeto del equilibrio fiscal, una baja de la presión tributaria, una modernización de las leyes laborales y la búsqueda de una solución para el dilema previsional. Hacia adentro, cada tema generará matices y diferencias. Pero no cabe duda de que el impulso que logró con esta victoria el Presidente repercutirá en decisiones de inversión, básicas para el desarrollo que necesita la Argentina.
Ahora, el siguiente objetivo político que se fijó el Gobierno va a necesitar algo más que el hostigamiento a los Macri. La provincia de Buenos Aires es un territorio en donde todos los días aparecen problemas nuevos y en donde las demandas hacia el Estado no desaparecen de un día para otro.
Así como los porteños hicieron saber que para un porcentaje del electorado discusiones como la de laley de ficha limpiano debían caer en saco roto, en el conurbano hay elementos cotidianos que pesan tanto o más que la baja constante de la inflación. La Ciudad no quedó teñida de violeta al 100%, ya que el armado peronista que lideró Leandro Santoro mostró que hay sectores que esperan otro tipo de respuestas de parte de la dirigencia.
Milei y su triángulo de hierro ya probaron que las herramientas que usaron hasta acá son efectivas. Pero el 30% conseguido en la Ciudad no habilita a hacer extrapolaciones de cualquier tipo. La fragmentación ayudó, pero es poco probable que se repita. Si LLA hoy es la vía por la que se expresa el cambio, hay que tener presente que ese movimiento puede ser más duradero si no elude la búsqueda de consensos. Síganme los buenos (o los hombres de bien, como dice el Presidente) es una consigna que sirve para arrancar. Pero para completar todo el camino hace falta más.
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