Cristina Kirchner es una política inigualable, que tiene, entre otras cosas, un discurso demoledor que no admite medias tintas: o se está de un lado, o del otro, pero nunca por la mitad. No importa el concepto que cualquier ciudadano tenga de ella. Pero se le cree y se le justifica todo, o se la denigra y se la acusa de difamar mentiras, de robar entero un Producto Bruto Interno (PBI) y de cubrirse de la Justicia. Así las cosas, la vicepresidenta llegó a una instancia judicial que no esperaba. Acusada por los fiscales, Diego Luciani y Sergio Mola, que investigan un sistema de corrupción de la obra pública en el país y que pidieron una pena de 12 años. "Se trata probablemente de la mayor maniobra de corrupción que se haya conocido en el país", señaló Luciani durante su alegato, transmitido en vivo por internet. Luciani también pidió el decomiso de bienes involucrados en los delitos por un total de casi u$s 1000 millones y la inhabilitación perpetua de Cristina Kirchner para ocupar cargos públicos. En la Justicia circulan varias versiones. Pero la que más ruido hace es que la actual situación se podía evitar, o al menos postergar. Los que opinan de este modo consideran que los que acompañaron el proceso de la causa de la "obra pública" de Cristina no quisieron o no estuvieron atentos a advertirle a la propia invoclucrada de los riesgos que corría. ¿Esto es posible con Cristina? ¿O en realidad hay una parte de la película que no se está mirando? Que Cristina sea una política sin igual o que esté acusada de corrupción hoy son dos caras de la misma moneda. Comprobar el delito y desactivar cualquier intento de frenar sus aspiraciones políticas y que deje de tener fueros, es otra historia. Pero tal vez "la política sin igual" se juega por cosas que luego no resultan. Una de las dudas 'políticas' es que nunca fue muy efectiva a la hora de seleccionar candidatos. En algunos casos le salió bien, es cierto, como la bendición a Axel Kicillof para que gane la provincia de Buenos Aires. En otros casos, el resultado fue tildado de fracaso. ¿Ahora eligió bien la estrategia Cristina? ¿Se juega por llevar hasta otras instancias su situación judicial porque espera un público que la aclame? Una parte la tiene, los fieles van a estar siempre. La otra parte, la de los votantes que no la votan, parece una tarea titánica convencerlos de la "inocencia de la vicepresidenta", a pesar de mostrar los chat de distintos empresarios, entre otros, vinculados al ex presidente, Mauricio Macri, y que tenían contacto con el ex funcionario kirchnerista condenado por enriquecimiento ilícito, José López.