

La llegada de la inteligencia artificial (IA) al ámbito fiscal está transformando la manera en que se gestionan los procesos de determinación de impuestos. En un entorno normativo complejo como el argentino, donde las regulaciones están en constante cambio, y con la necesidad de manejo de grandes volúmenes de datos, la IA se presenta como una herramienta poderosa que puede optimizar y agilizar las tareas de la función tributaria. Ya hemos experimentado algunas opciones de uso y a continuación las describimos.
Uno de los principales beneficios de la IA en este contexto es su capacidad para buscar y analizar normas fiscales de manera rápida y eficiente. La IA puede acceder a bases de datos normativas y realizar un análisis primario que permita por ejemplo identificar alícuotas de Ingresos Brutos o revisar jurisprudencia relevante para casos específicos. Esto no solo ahorra tiempo, sino que también reduce el riesgo de errores humanos en la interpretación de la normativa y lo hace a una velocidad extraordinaria.
Además, la IA puede ser utilizada para realizar cálculos a partir de la información impositiva disponible. Por ejemplo, puede calcular automáticamente el monto de impuestos a pagar en función de las alícuotas aplicables y las bases imponibles, facilitando así la tarea de los profesionales en el área. Esta capacidad de procesamiento de datos permite a los contribuyentes y asesores fiscales tener una visión más precisa y rápida de los controles sobre procesos de determinación de sus obligaciones tributarias.
Otro aspecto relevante es la verificación de proveedores que pueden generar de crédito fiscal de IVA que no resulta computable (bares, hoteles, restaurantes, indumentaria, etc.). La IA puede analizar la información de los proveedores para alertar sobre determinadas compras que pueden generar crédito fiscal no computable. Esto es crucial para evitar sanciones y asegurar el cumplimiento de las obligaciones fiscales.
Al automatizar este proceso, se minimizan los riesgos asociados a la gestión manual de datos y se optimiza la toma de decisiones.

La IA también puede desempeñar un papel fundamental en el análisis de grandes volúmenes de información. En el ámbito fiscal, se manejan datos de diversas fuentes, lo que requiere un control exhaustivo para garantizar la precisión de la información presentada a las autoridades fiscales. La IA permite cruzar datos de manera eficiente, detectando inconsistencias y tendencias que podrían pasar desapercibidas en un análisis manual. Esto no solo mejora la calidad de la información, sino que también facilita el cumplimiento normativo.
Un ejemplo concreto de la aplicación de la IA en el ámbito fiscal es la interpretación de documentos electrónicos, como facturas. La IA puede extraer información relevante de estos documentos, como el importe de percepciones o retenciones, y realizar cálculos automáticos.
Aunque el análisis de un solo documento puede parecer trivial, al escalar este proceso a miles o millones de documentos, la eficiencia se incrementa exponencialmente.

Es importante destacar que, a pesar de los beneficios que ofrece la IA, su implementación debe ser cuidadosa. La tecnología aún presenta desafíos en términos de fiabilidad y precisión. Por lo tanto, es fundamental que los profesionales del área fiscal complementen el uso de la IA con su experiencia y conocimiento del marco normativo.
En conclusión, la inteligencia artificial se está posicionando como un aliado estratégico en la determinación de impuestos. Su capacidad para buscar normas, realizar cálculos y analizar grandes volúmenes de información puede transformar la función fiscal, haciéndola más eficiente y menos propensa a errores. Sin embargo, es esencial que los profesionales del área adopten un enfoque crítico y complementen la tecnología con su conocimiento para maximizar los beneficios de esta herramienta.
La IA ya está presente en el ámbito fiscal y ahora ya estamos en proceso de utilizarla de manera efectiva para mejorar la gestión tributaria en Argentina.














