La ética en la evolución de la empresa
Antiguos prejuicios colocan a la empresa y la ética en posiciones contrapuestas, como si el ámbito de la moral y el de los negocios se excluyeran mutuamente. La propia evolución de la empresa está demostrando la invalidez de ese paradigma.
Si bien existen varias aproximaciones válidas a la ética en el mundo de la empresa, suelen ser al mismo tiempo parciales y, por ende, incompletas. Por ello, conviene abordar el asunto desde una perspectiva integral y una visión holística, que considere al INDIVIDUO y a la EMPRESA, tanto en su aspecto INTERIOR como EXTERIOR.
Desde el cuadrante INDIVIDUO - INTERIOR la ética, como filosofía moral, tiene como objeto la libertad del ser humano, la capacidad que lo lleva a conducir su conducta de determinada manera por una auto-obligación subjetiva. Nuestras acciones, además de intentar alcanzar determinados objetivos, son una manifestación cabal de nuestro propio código de valores. En algunas oportunidades, la integridad puede entrar en fricción con un posible éxito de corto plazo. Es aquí donde cobra relevancia el principio formulado por Fred Kofman al sostener que al obrar íntegramente conseguimos el éxito más allá del éxito. Cultivar la integridad esencial de los colaboradores, sin duda, mejora los resultados de la empresa en el largo plazo.
En cuanto al cuadrante INDIVIDIO - EXTERIOR, en la faceta intersubjetiva, la ética marca el modelo de liderazgo de la empresa. Desde esta perspectiva se relaciona con un liderazgo integral, una coordinación impecable y un management participativo y horizontal. Un directivo pone en juego su visión del mundo (cosmovisión), por ello, la dirección de empresas no es sólo una cuestión de medios y técnicas, sino también de valores.
Desde el cuadrante EMPRESA - INTERIOR, la ética se vincula con la cultura. Diversas experiencias muestran que las empresas que sobreviven y logran mejores resultados son precisamente aquellas que también han incorporado en su quehacer cotidiano un conjunto de valores morales que componen un nuevo modo de entender la empresa, una sana cultura empresarial. Esto, junto con una visión que trascienda el egocentrismo de las cuatro paredes de la compañía, es la que permitirá atraer el talento de las nuevas generaciones, que ya no buscan solo el componente higiénico del trabajo, es decir, compensaciones y beneficios.
Finalmente, en el cuadrante EMPRESA - EXTERIOR, la ética constituye un factor fundamental para obtener consistencia global con relevancia local. Las empresas cobran sentido y legitimidad social cuando sus productos o servicios cumplen con lo que reclama el mercado, y si no se atienen a ello, si no cumplen lo éticamente exigido, pierden credibilidad y legitimidad. Adela Cortina sostiene que para construir identidad es necesario poseer una filosofía empresarial, en el sentido de una autorreferencia reflexionada del papel de la empresa en su entorno social. Desde el momento en que la empresa, como organización jurídico-económica, es capaz de tomar decisiones, se convierte en algo más que un mero agregado de individuos para pasar a ser un ámbito necesitado de validez o legitimación. En una economía de libre mercado esta legitimación sólo es posible si se cuenta con el consenso de los intereses implicados. Esta legitimación requiere que la empresa encuentre su lugar dentro del sistema local y global a los que pertenece y de los que depende.
Por todo lo dicho, la empresa necesita cada vez más de la ética para legitimarse, y necesita legitimarse socialmente para subsistir. Por lo tanto, la empresa que desee potenciar sus posibilidades de alcanzar un éxito sustentable en nuestros días, necesariamente deberá ingresar al mercado con vocación de servicio.
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