La estrategia de Massa para ser presidente
La elección en Argentina tiene tres instancias: PASO, generales y balotaje. Planificarlas requiere el equilibrio exacto entre contemplar el recorrido completo e ir cumpliendo objetivos estratégicos sin saltearse etapas.
Sergio Massa asumió el Ministerio de Economía con varios objetivos: reducir la tensión política y lograr que el Frente de Todos (FdT) siga siendo competitivo electoralmente, en tiempos en los que se pensaba que Juntos por el Cambios (JxC) se alzaría con la presidencia con comodidad.
Adicionalmente, se propuso algunas metas económicas como mantener un dólar relativamente quieto, una brecha razonable abajo del 100% y que no se dispare la inflación. Queda más que claro que no han sido cumplidas. A pesar de esos magros resultados en su cartera, como candidato se ha catapultado como el articulador político de Unión por la Patria (UP). Y eso lo consolidó como el mejor postulante del espacio a pesar de lo que muchos no estuvieron conformes.
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Así se produjo la versión electoral del peronismo en estado 'pragmático'. Pasadas las primarias, la división de la oposición en mitades (30% y 28%) produce un escenario casi de tercios en la competencia real. Ya lo había marcado Cristina Kirchner como la lógica que permitiría la única chance de jugar a ganar.
Muchos se apresuran a decir que el peronismo tuvo su peor elección desde el retorno de la democracia, en términos absolutos, es un dato innegable. Sin embargo, como "no hay texto sin contexto", debemos preguntarnos: ¿El resultado obtenido, cumple con lo planificado? La respuesta es positiva, UP está en carrera. Seguramente el trago es amargo igualmente por la esperanza de haber tenido puntos más y posicionarse como el candidato más votado relegando a Javier Milei y Patricia Bullrich. Esto último no sucedió.
El nuevo objetivo es llegar a la segunda vuelta sin que ningún otro candidato se escape. Calculadora en mano porque esto se logra con ser primero o segundo y el mayor desafío estratégico de la campaña sigue siendo cómo retener a los propios, más radicalizados, aquellos disconformes con Massa candidato, quienes quieren una posición más combativa y consideran que con mayor ortodoxia económica el resultado es perjudicial para el país.
En ese punto el mensaje del candidato de UP sufre, porque cuando busca a los propios con un discurso más batallador, deja de ser atractivo para el grupo más relevante electoralmente en las últimas dos décadas en Argentina: los independientes, moderados y desinteresados por la política que sin gran atención por lo que pasa en el día a día asisten a las generales a votar por alguna opción dialoguista, que llame a la unidad y promueva consensos.
En este sentido existen algunos guiños posibles para atraer nuevas voluntades: principalmente a través de intendentes y gobernadores que se hicieron los distraídos porque las PASO no determinan los cargos legislativos que se juegan en octubre; los independientes en AMBA; unos pocos que votaron a Horacio Rodríguez Larreta en las PASO; otros partidarios de la UCR disconformes con Bullrich; algunos desinteresados en grandes ciudades del interior.
Esto parte de la base de quedarse con toda la 'bolsa' de votos de Juan Grabois idealmente con la participación de Cristina y miembros de La Cámpora.
Adicionalmente se requiere que no se escapen Bullrich o Milei y eso requiere de mayor rigor operacional semana a semana. No se puede confrontar con uno solo de ellos toda la campaña porque existe el riesgo de que desinfle un opositor y que el otro pueda lograr 10 puntos de diferencia pasando 40 puntos.
Se vienen momentos delicados. El punto de partida y el rumbo escogido determinarán el posicionamiento y el lugar de llegada. Se necesita hacha y bisturí porque UP no llegó a despegarse del FdT, eso implica una profunda y sostenida crítica al gobierno del que se forma parte.
Dejar las propuestas generales y vagas. Apelar a medidas bien concretas y contundentes. Es tiempo de convicción por el mensaje de renovación de ideas con acción, sin tantas palabras y propuestas disruptivas para llegar a cada nicho, que llamen la atención pero que sean creíbles y contundentes.
Para finalizar: el peronismo 'gana' volviendo a su base después de tanta confusión estratégica. Dejando la 'culpa' de expresar sus convicciones e ideas. Confrontando con claridad porque las campañas se ganan con compromiso, rigor y acciones, pero, sobre todo, con orden y coherencia comunicacional. Con orquestación de campaña y mucho equipo trabajando en sintonía.
Pero cuidado, porque hasta la fecha, eso no ha pasado.
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