

Acá vamos nuevamente con las restricciones cuantitativas sobre las exportaciones de productos agropecuarios (RC). Siguiendo el ejemplo de Néstor Kirchner cuando reinstauró esta política a principios de 2006 (el 8/3/2006), el presidente Alberto Fernández ha comenzado por aplicarlas sobre las exportaciones de carne vacuna. Las consecuencias de estas políticas han sido bien estudiadas y debatidas, y el efecto de corto plazo es simple de discernir: una fracción de la carne que iba a ser exportada durante los próximos días terminara vendiéndose en el mercado interno y ante la mayor oferta, su precio disminuirá o el aumento se desacelerará. Salvo que haya un paro de comercialización prolongado, treinta días serán suficientes para mostrar algún efecto sobre los precios de la carne vacuna.
Con este impacto, muy probablemente el Presidente justificará la aplicación de políticas agropecuarias restrictivas para el resto de su mandato. Podemos esperar por ejemplo que se extienda la duración de las restricciones anunciadas y también, que las mismas sean aplicadas sobre las exportaciones de otros productos como el trigo y el maíz. Hay una diferencia importante entre el momento en que Néstor y Alberto implementan esta política. Néstor enfrentaba una situación fiscal más cómoda y por consiguiente pudo acompañar las RC con una política de subsidios. Según un estudio, entre 2007 y 2010 los feedlots de carne vacuna recibieron subsidios por unos 1.300 millones de dólares. Actualmente no hay plata pública para subsidiar feedlots así que para lograr un mismo efecto precio, ahora las RC deberán ser más severas.
El ajuste de precios también se reflejará en los precios recibidos por los productores primarios y sobre sus espaldas recaerán los ajustes subsiguientes de mediano y largo plazo que incluyen: 1) liquidación de vientres; 2) menor producción de carne y, 3) menor empleo a lo largo de la cadena cárnica.
Este último efecto será particularmente pronunciado ya que esta cadena es muy intensiva en empleo poco calificado. Por otra parte, dado que el precio de los insumos agropecuarios seguirán la espiral inflacionaria, las ganancias del sector se reducirán o se transformarán en pérdidas obligando a muchos pequeños productores a malvender sus propiedades como ocurrió durante la era Kirchner. Sobre estos ajustes se montan efectos macroeconómicos de consideración que también son bien conocidos: 1) menor actividad económica; 2) menor recaudación y fondos de coparticipación; 3) menores exportaciones y por ende, 4) un tipo de cambio más elevado.
Quisiera destacar dos hechos adicionales referidos a las RC: reacciones internacionales y corrupción. Primero, es cierto que las RC no violan reglas de comercio pero el hecho de que no haya reglas, no implica que pasemos desapercibidos en el contexto internacional. Los exportadores que compiten con nosotros incluyendo nuestros socios del Mercosur, están muy agradecidos con nuestra política de RC. Por otra parte, los países importadores como China deben salir a sustituir las importaciones que provenían de Argentina pagando precios más elevados. Seguramente China ya le ha dado un tironcito de oreja al Alberto. También, ¿cómo procesarán nuestros acreedores internacionales políticas que disminuyen la entrada de divisas?

El segundo efecto invisible y poco discutido públicamente es el de la relación entre las RC y la corrupción. Las RC abren un abanico de posibilidades de corrupción entre empresarios que son potenciales exportadores del producto restringido, y la burocracia que administrará los permisos de exportación. Los incentivos a la corrupción surgen como consecuencia de que las RC disminuyen el precio pagado a los productores lo que aumenta la diferencial con el precio que recibirán los frigoríficos exportadores en los mercados internacionales. Un trabajo publicado por el Banco Mundial en 2015 que cuantificó todos los efectos arriba mencionados, también concluyó que las RC sobre la carne vacuna disminuyeron el precio pagado a los productores entre un 15% y un 20%. Esta caída generó rentas (o ganancias espurias) sobre las exportaciones de carne vacuna durante la era Kirchner por unos 1.000 millones de dólares. ¿Quién se quedó con estos ingresos artificiales generados por las RC?
Si yo gobierno soy el Dios que otorga un permiso de exportación al frigorífico A que le dejará u$s 10 millones de ganancia por el solo hecho de estar incluido en un papelito que yo firmo, ¿por qué no cobrar por ese favor financiero? Y es así como al son de este intercambio de favores que permanece totalmente oculto de la visibilidad publica, las RC enriquecerán a empresarios rentísticos e ineficientes y probablemente también, a algunos funcionarios.
Dada la difícil coyuntura, más simple y transparente hubiese sido elevar los derechos de exportación por un tiempo que hubiese estado determinado con criterios transparentes preanunciados públicamente. Pero la transparencia de los actos públicos no son un ¨valor¨ asociado a las políticas populistas. Las RC son solo un capítulo más de políticas públicas que alimentan las raíces de nuestra involución económica y social. Sin embargo creo yo que sus múltiples efectos negativos las ubica entre las más dañinas en términos económicos.













