Finalmente llegó el día después. Se cerró un ciclo electoral y, con él, la necesidad de volver a poner el foco en lo que viene. La política ordena su tablero y el desafío pasa a ser cómo seguir construyendo futuro. En tiempos como estos, en los que el corto plazo tiende a imponerse, recuperar una mirada estratégica se vuelve imprescindible.

Con más de 25 años en el análisis económico y de negocios, transité estas semanas con la serenidad que da la honestidad intelectual. Aun cuando algunas lecturas podían parecer optimistas, siempre estuvieron sustentadas en evidencia. Detrás del ruido y la volatilidad, hay un cambio más profundo en marcha. Un cambio orgánico que no depende de la coyuntura, sino de un proceso que ya empezó y que vino para quedarse.

Mirando hacia el 2027, lo importante no es solo la foto del presente, sino la dinámica que se abre hacia adelante. Por primera vez en mucho tiempo, existe una probabilidad cierta de que las reformas estructurales -aquellas que requieren validación legislativa- puedan concretarse. Es un dato central si consideramos que los atajos que históricamente utilizó nuestro país para compensar sus déficits de competitividad ya no están disponibles. El desafío, entonces, será avanzar hacia un modelo de crecimiento basado en productividad, innovación e inserción inteligente en el mundo.

El mercado laboral mostró resiliencia, pese a la desaceleración económica. (Fuente: archivo)
El mercado laboral mostró resiliencia, pese a la desaceleración económica. (Fuente: archivo)

El rebote financiero es una muestra de la lectura que hacen los mercados: una reconfiguración de expectativas en tiempo real. Las condiciones para retomar el camino de la estabilización macroeconómica comienzan a recomponerse, y un 2026 con menos ruido político se vislumbra como un escenario posible.

SIEMPRE HAY UN DÍA DESPUÉS

Pese a que venimos insistiendo en todas nuestras conversaciones sobre la importancia de interpretar correctamente el momento histórico que estamos atravesando -y no permanecer en el eterno wait and see alimentado por un ruido político que nunca despeja-, era inevitable atravesar las elecciones de medio término para confirmar que hay vida el día después.

La centralidad que tiene la relación con un mundo en ebullición -que está reconfigurando la matriz de riesgos y oportunidades para todos los países- no desaparece por las vicisitudes internas. La vía de avance tiene dos vértices: mejorar la calidad y eficacia de la secuencia de estabilización, y avanzar sobre las bases de competitividad que puedan sostener un nuevo modelo de desarrollo. Esto último es inédito. Requerirá de todo nuestro talento, visión y compromiso para no claudicar en el intento.

LAS DOS VELOCIDADES

¿Cuál es la clave para que esta nueva etapa que atraviesa Argentina no se interrumpa en 2027? La respuesta no es sencilla en su definición y tampoco lo es en su resolución: es nada menos que la capacidad de atravesar la "destrucción creativa", indispensable para la transformación, con la profundidad y velocidad justas.

¿Y qué se entiende por "justas"? Esta es la pregunta más difícil de responder, involucra dimensiones muy diversas. Transiciones laborales, niveles de conflictividad, niveles de actividad y consumo, desregulación y apertura, por mencionar sólo algunas.

Hasta el momento, el mercado laboral mostró resiliencia, pese a la desaceleración económica. Sectores como cuentapropismo tecnológico y el empleo de plataformas, sugieren cierta capacidad adaptativa. Algunos resortes estructurales vienen amortiguando el cambio, la alta informalidad, una estructura productiva diversificada, y la expansión de servicios basados en conocimiento (software, economía freelance, exportación digital).

El concepto de "distancia 0" (acompañamiento personalizado en todo el journey del consumidor) junto a la gran diversidad de perfiles de consumidores exige una plataforma comercial ultra-flexible. Saber a qué velocidad y en qué dirección se va modificando el "journey" es clave. Desde el "supermercado 100% digital y automatizado" hasta los bienes de alto valor, durables, donde el "factor humano" seguirá siendo un diferencial.

Sin dudas esta dinámica deja fuera de mercado a muchos modelos de negocios, con su consecuencia en términos de empleo y puestos de trabajo. Pero al mismo tiempo genera nuevas oportunidades, el crecimiento de nuevos canales de venta impulsa los servicios de logística de última milla, creando nuevas oportunidades laborales.

La situación actual marca un punto de no retorno en la lógica empresarial. En este contexto, basar las decisiones exclusivamente en expectativas de corto plazo puede resultar contraproducente. Es fundamental que la estrategia se mantenga orientada al largo plazo, aunque se utilicen tácticas de corto alcance, garantizando una coherencia entre ambos horizontes.

La estabilidad política actual representa una plataforma idónea para impulsar decisiones de carácter más estructural, que abarquen la inversión, el aumento de la productividad y el reposicionamiento competitivo. El inicio de este nuevo ciclo se evaluará no por indicadores financieros superficiales, sino por la habilidad de las empresas para asimilar el cambio de época y prepararse para una fase de reconversión y crecimiento, superando la mera adaptación. Como escuché hace pocos días en una reunión con empresarios, si esperamos a ser Suiza para actuar, nunca vamos a ser Suiza.