

Al finalizar las PASO del domingo 12 de Septiembre, y ya conocido el resultado, el presidente Alberto Fernández expresó haber escuchado el mensaje del pueblo y dijo que se corregirían todas las cosas que estaban ma
El problema es que la queja del pueblo fue por cuestiones que ya no tienen vuelta atrás. Los 120.000 muertos, habernos encerrado sin ningún plan durante casi un año, haber relegado la importancia de la educación ignorando a los niños, no haber traído las vacunas necesarias sin politizar su origen, entre otras, son situaciones que ya no tienen corrección. No existe cambiar el rumbo para los familiares de los muertos ni para las víctimas de la inseguridad, ni para la niña que supo que su violador salía libre y viviría a una cuadra de su casa.

El único recurso que le queda al Gobierno es reencausar la economía. Sin embargo, no vemos que lo pretenda hacer con medidas a mediano y largo plazo que reactiven el trabajo, o con presentaciones de leyes que le den seguridad jurídica a inversores productivos. Hoy invertir en Argentina es buscarse un problema. Contratar un empleado es un potencial juicio a futuro y montar una fábrica puede hacer que el emprendedor termine como rehén de algún gremialista amparado por el Gobierno.
El recurso del Gobierno, entonces, radica en sobornar al pueblo. Imprimir cerca de 1 billón de pesos antes de las elecciones para que la gente tenga en su bolsillo $15.000 extra o regalarle una bicicleta o heladera a cambio del voto. En algunos comedores comunitarios han supeditado la entrega a alimentos a exponer carteles partidarios del Frente de Todos. "Si no cuelgan las fotos de Alberto y Cristina, se acaba la ayuda", le advirtieron a la encargada de un comedor de General Rodríguez.
El carácter prebendario y clientelar de estas decisiones se pone en evidencia cuando admiten que la impresión monetaria y la ayuda serán hasta el 14 de noviembre, fecha de las legislativas definitivas. Saben muy bien que esta impresión desmedida es una bomba de tiempo que tarde o temprano nos explotará a todos, incluyendo a ellos mismos, pero no importa... lo único que vale es ganar las elecciones.
Este intento le salió bien en el 2015 a los Rodríguez Saa en San Luis. Con este jueguito revirtieron 15 puntos en una elección a gobernador. Una vez reelegidos, si te he visto no me acuerdo. Ahora, otra vez los Rodríguez Saa se encuentran 10 puntos abajo. ¿Habrá aprendido la lección el pueblo de San Luis? ¿Podremos aprender de dicha experiencia los argentinos y no dejarnos sobornar?
En los últimos 30-40 años, la Argentina estuvo gobernada por proyectos a corto plazo. Nadie planea a largo plazo porque los frutos se los va a terminar llevando otro. Todo se tiene que solucionar antes de las próximas elecciones, sin importar el costo. Pero las soluciones del corto plazo son los problemas del futuro.
La pregunta del millón entonces vuelve a radicar en nosotros mismos. ¿Estamos dispuestos a sacrificar nuestro presente para dejarle un país pujante a nuestros hijos? ¿Debe esta generación hacer los esfuerzos necesarios para poder hacer un país con futuro?
Los sacrificios son muchos, quizás más de los que podamos soportar. Entre ellos están eliminar algunos planes sociales y jubilaciones a gente que nunca aportó al sistema, reformar totalmente el código laboral, achicar el gasto del Estado y la política, estirar la edad jubilatoria a 73 años y separar definitivamente a los tres poderes.
El pueblo solo no puede, los políticos deben acompañar y priorizar al país por sobre los intereses personales.. Ese es el reclamo en las elecciones.
¿Habrá escuchado Alberto Fernández?














