Finalmente, y no precisamente de la forma que muchos economistas hubiéramos esperado, se conoció un adelanto de las medidas económicas del Presidente Milei.

Resulta paradójico que un presidente que se ufanó de mostrarse como especialista en temas monetarios se haya olvidado las reglas elementales de los procesos de estabilización inflacionaria como el que se está viviendo en Argentina.

Hoy nuestro país padece un diagnóstico de Alta Inflación (high inflation, Heymann y otros, 1995) combinado con un proceso de inflación crónica (chronic inflation, Pazos 1977). En dichos procesos, es imperioso contar con un ancla nominal cambiaria o monetaria que inicie el proceso de convergencia de las expectativas hacia niveles menores de inflación esperada.

El programa anunciado por el ministro Caputo carece de un ancla monetaria o cambiaria lo suficientemente fuerte que garantice el inicio de un proceso estable de desinflación. Por el contrario, basa su estrategia principal en un ajuste fiscal futuro que poco puede contribuir a la desaceleración de la inflación actual fogoneada a su vez por un fuertísimo ajuste de precios relativos.

Un error como el arriba enunciado podría determinar que pasemos de un régimen de alta inflación hacia una corta hiperinflación, que sin dudas habrá sido generada por la miopía de quienes hoy conducen el Palacio de Hacienda dirigido por su ministro Caputo.

En materia cambiaria, el gobierno dispuso una devaluación del peso que subió el precio del dólar oficial poco más del 118%, y fijo una tasa de devaluación del 2% mensual para los próximos meses. Esta devaluación generó un alto costo financiero para el erario público, que deberá hacer frente al pago de los bonos "dólar linked", que ajustan por dicho tipo de cambio. Por otro lado, dejó inalterado el stock de la deuda cuasifiscal con una tasa de referencia del 133% anual, que, capitalizada la misma, da una tasa del 253%. Esto constituye el principal elemento de fijación de expectativas inflacionarias.

Debe quedar claro que bajo estos guarismos monetarios la tasa de devaluación es inconsistente con la tasa endógena de expansión monetaria determinada por el roll over de los instrumentos cuasifiscales. En otras palabras, esto determinaría que los exiguos ahorros presupuestarios que se logren serán compensados por los altos costos financieros a afrontar, lo cual generará un exceso de oferta monetaria que atentará contra el proceso de desinflación. El programa sólo podría mostrar disminución de la inflación si la demanda de dinero subiera mágicamente por acción de una fuerza extraterrenal.

El programa presentado no podrá tener éxito en iniciar un proceso de desinflación creíble, por lo que luego de un fuerte shock inflacionario, que verificaremos en los próximos dos meses, la tasa de inflación mostrará resistencia a bajar, generándose en la economía una fuerte recesión que al finalizar habrá deteriorado las metas fiscales e iniciado un nuevo proceso de aceleración inflacionaria.

Esta inconsistencia determinara el fracaso de la estrategia de desinflación. Si a esto le sumamos que el plan de ajuste fiscal de 5 puntos del PBI es de dudoso cumplimiento, las perspectivas son más desalentadoras.

Según lo relevado en la prensa, de los 5 puntos de ahorro fiscal, 2 puntos estarían explicados por aumento de la recaudación y 3 por la caída del gasto. Lo que este conjunto de deseos no tiene en cuenta es que en la Argentina la recaudación fiscal es procíclica, por lo que una suba de la presión impositiva podría determinar el inicio de una fase recesiva más profunda que en lugar de aumentar la recaudación termine por reducirla aún más.

Bajo este escenario, la dominancia fiscal del programa quedaría al descubierto comprometiendo el proceso de desinflación y potenciando el fin del programa en el futuro cercano.

Creo importante también destacar que la pauta devaluatoria del 2% mensual implicara una fuerte inflación en dólares y un atraso del tipo de cambio oficial colocándonos para mitad de año en una situación peor que la actual.

Confiar un proceso de desinflación en un plan de ajuste fiscal futuro sin establecer anclas nominales creíbles a nivel monetario o cambiario solo aumentara las probabilidades de que el régimen actual de alta inflación se convierta en un riesgo creciente de hiperinflación en los próximos meses.

Por otro lado, el error de anteponer un plan fiscal a un plan monetario no solo significara rifar el capital reputacional de un gobierno débil, sino que podría poner en riesgo la paz social. Creo que el presidente Milei debe comprender que no siempre el sacrificio nos conduce a buen puerto.

De no despertar a tiempo y cambiar el rumbo de su plan económico habremos hecho padecer a la población de sacrificios que habrán sido en vano.


* Los puntos de vista del autor no necesariamente representan la posición de la Universidad del CEMA.