El día que dejé de comprar un producto por su huella de carbono

Hace unas semanas pudimos conocer la masa de hielo más grande del mundo, o iceberg, llamado A68a, de 144km, que se desprendió de la Antártida hace 3 años, y que hoy se acerca a la Isla Georgia del Sur, a tan sólo a 50km, sin saber que impacto podría tener en la fauna y la flora de ese ecosistema. Este hecho, fáctico, nos debe hacer repensar qué consecuencias genera nuestro comportamiento como individuos, organizaciones, culturas y países, afectando al mundo como un todo interconectado.

Para quienes tuvimos el placer de ver la película Avatar, situada en el año 2154, conocimos sus personajes azules llamados "navis" del planeta Pandora, conectados a árboles de la vida que nos hablaban de sus ancestros, o con animales a los cuales podían conducir con sus mentes (¡Elon Musk, tomar nota para tus autos Tesla!). Volvamos a Avatar... en este mundo, el enemigo, el hombre terrícola, quería destruir a la naturaleza para vencer a los navis.

Durante 2020 vivenciamos como con el parate industrial mundial, resurgieron resabios de esplendor de la naturaleza, que se expresó a través cielos y ríos más limpios. Con esto, la tendencia social de mayor cuidado hacia la naturaleza, que ya existía para nuestro bien, se intensificó como nunca en la historia.

Para el nuevo consumidor, post pandemia, será clave conocer la huella de carbono que ha generado el producto que compra. Porque cuando compramos, estamos moldeando el mundo que queremos. Empecemos por estar en la misma página con respecto a la definición de la huella de carbono.

¿Qué entendemos por Huella de Carbono?

Es la cantidad de dióxido de carbono (CO2) emitido directa o indirectamente a la atmósfera como resultados de actividades de individuos, organizaciones o la misma comunidad. Se expresa en toneladas por año. Este concepto fue popularizado por la petrolera British Petroleum (BP) en una campaña de 2005 producida por la agencia Ogilvy y financiada por ellos.

Hay emisiones directas, que son los gases emitidos por el uso de combustibles fósiles en el proceso directo de producción de un producto.

Luego están las emisiones indirectas, más difíciles de medir, que son los gases emitidos por el productor en el transporte de materias primas o insumos, el manejo de mermas o el transporte del producto terminado para ser vendido.

Cuando el producto llega al cliente vía una góndola física o vía Mercado Libre, para aggiornarnos, este producto tiene una huella de carbono asociada desde que era un montón de partes disociadas hasta que se convirtió en un producto final para ser despachado y comprado.

Ahora les presento un poco de futurismo para nosotros, pero de actualidad para otros en otro lugar del planeta.

¿Qué pasaría si tengo que comprar 2 pares de zapatillas y elijo el par que tiene una huella de carbono menor?

Una empresa sueca, llamada Doconomy, construyó una herramienta llamada 2030 Calculator, que expone la huella de carbono para producir estas zapatillas. Esta huella puede ser impresa en etiquetas. Esta herramienta ayuda a la marca a calcular la huella por producto. Imagínense una industria de auditores visitando a las plantas para constatar que los productos en las góndolas tengan en sus etiquetas la misma huella de carbono que su cadena de producción genera en la realidad... Podemos disentir cuándo ocurrirá esto, pero seguramente coincidiremos que ocurrirá...

El consumidor ya eligió. Ahora es el turno de las compañías industriales, que deberán elegir entre ser pioneros, mediar o ser los últimos en abrazar esta tendencia de clientes conscientes del impacto de la producción sobre la naturaleza.

¿Están las compañías con plantas industriales preparadas para medir la huella de carbono en toda su cadena de provisionamiento, desde que compran materias primas hasta que entregan el producto empaquetado a un comercio?

El gran desafío de estas compañías es la medición en línea de modo constante en cada fase de esta cadena en función al insumo (los proveedores cambian en función a su disponibilidad), la mermas de producción (es variable) o a su logística de entrega (no es lo mismo una empresa de camiones, a una de furgonetas, o a una de motos o una de bicicletas, y menos aún, a una de entregas a pie). Este último párrafo nos lleva a otros conceptos, que no profundizaré en este artículo como la Economía Circular, abordando conceptos muy interesantes como reúso, reparación, reciclado, reproducción, etc. (como este caso de arreglo de ropa por parte de Patagonia: https://patagonia-ar.com/pages/worn-wear)

La huella de carbono no es algo que se infiere o se adivina, sino son datos que deben ser medibles. Para ello, el concepto de Industria 4.0 que consiste en instalar sensores (Internet of Things) que automaticen máquinas, insumos, productos para que la fábrica "hable" y produzca datos en tiempo real. De hecho, hoy ya se habla de Industria 5.0. Y son estos datos que conformarán la huella de carbono, paso a paso en su proceso productivo, como el caso de las zapatillas que muestro en la gráfica anterior.

El consumidor ya eligió. Ahora es el turno de las compañías industriales, que deberán elegir entre ser pioneros, mediar o ser los últimos en abrazar esta tendencia de clientes conscientes del impacto de la producción sobre la naturaleza. Lo que sí puedo afirmar que cualquier compañía nueva que produzca productos tendrá como prioridad esta temática y será una fuerte competencia para los que no quieran hacerlo.

¿Vos sos consciente de la huella de carbono de lo que comprás?

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