La pregunta que se hacen los analistas e inversores es qué pasos tiene en la cabeza Mauricio Macri para aplicar con vehemencia el veto a la ley que buscaba retrotraer los aumento de las tarifas. El riesgo fiscal que generaba esa norma quedó obturado. Y si parecía que la foto del Senado mostraba al Gobierno acorralado políticamente, hoy parece poco probable que esa situación se repita en el corto plazo. Es cierto que hay una oposición envalentonada, y que tanto los gremios como los movimientos sociales buscarán sacar provecho de la debilidad oficial. Pero en el peronismo aparecen gestos de diferenciación, como el del salteño Juan Manuel Urtubey, que transmiten la idea de que puede resurgir un nuevo equilibrio de fuerzas.

La primera parada será el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. La discusión avanza algo más rápido de lo que el equipo negociador quiere mostrar. Sobre todo porque a diferencia del pasado, al organismo no le preocupa discutir instrumentos, si no metas. Cada vez queda más claro que el énfasis estará puesto en el 2019, aunque Nicolás Dujovne no quiere ceder ningún ingreso. La discusión sobre el impuesto a los combustibles mostró ayer cuál es la prioridad: si hay un pequeño aumento en el precio, ese factor será secundario a la necesidad de sumar recaudación. La AFIP firmó la resolución para que el cambio del gravamen rija a partir de hoy.

Lo que necesita ahora la Casa Rosada es dibujar en el tablero nuevos apoyos institucionales. Los socios de Cambiemos están pidiendo pista en la gestión, y es probable que la mesa chica decida darle más lugar también en las discusiones técnicas. Los economistas cercanos a la UCR ya afilan sus lápices.

El nivel de actividad por ahora anticipa desaceleración más que caída. Mayo marcará el ángulo de la curva. Si la inflación queda por debajo de 2,7% (o igual) será una bendición en este escenario. La esperanza oficial es encapsular el traslado de la devaluación a precios en dos meses, antes de que naftas y tarifas retomen sus subas. Las señales no serán para cambiar el humor social, sino el ánimo inversor. Lo primero por ahora solo lo puede resolver Messi.