Argentina, un país de vastas oportunidades y talentos, se encuentra hoy en una encrucijada. Hemos transitado décadas de cambios pendulares, pasando de extremos a otros sin lograr la estabilidad necesaria para el desarrollo sostenido. Esta falta de previsibilidad, sumada a la corrupción que ha desvirtuado el rol del Estado, nos ha alejado de una política que realmente resuelva, reensamble y construya. Como me dijeron en un astillero que visité recientemente, a veces una ley que dure 10 años, "aunque sea mala", es preferible a la incertidumbre constante. La Argentina que nos sirve no es la de la violencia y el insulto, la de los DNUs de incertidumbre jurídica, la de la inflación descontrolada que empobreció a todos, ni la de la macroeconomía actual que confía ciegamente en el mundo financiero para resolver problemas que sólo la producción y el trabajo genuino pueden solucionar. No nos sirve un modelo que prioriza la especulación sobre la inversión productiva, generando más deuda y una "fiesta muy cara" que siempre termina pagando la gente. El camino hacia una Argentina diferente pasa por un gran acuerdo sobre lo esencial: cómo producir más con valor agregado, cómo exportar, cómo integrar a esos 9 millones de trabajadores informales al sistema. Es fundamental que el Estado sea fuerte pero eficiente, y libre de corrupción, para que el mundo productivo se ponga de pie. En este camino, dos pilares fundamentales requieren nuestra atención y un abordaje innovador: las Pequeñas y Medianas Empresas (PyMEs) y la pujante Economía del Conocimiento. Son, sin duda, los motores capaces de impulsar el desarrollo que nuestro país necesita, a pesar de la desatención de la política. Las PyME son el verdadero motor del empleo en nuestro país. Representan más del 95% del total de empresas del país y emplean a una gran parte de la fuerza laboral, concentrando alrededor del 65-70% del empleo formal. En la Argentina hay más de 500 mil PyMes empleadoras. Es ilógica la presión impositiva que sufre una pequeña y mediana empresa. Por eso, proponemos la creación de un monotributo PyME: un esquema simplificado, con un solo impuesto y un formato único, que se relacione con la facturación y la cantidad de empleados, para que sea justo y útil. Además, así como existe un Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) pensado para mega-emprendimientos, es incomprensible que no pensemos en un RIGI PyME. ¿Por qué no darles a nuestras empresas, a las que generan trabajo real, las mismas facilidades para invertir, acceder a divisas y planificar a largo plazo? Los países desarrollados protegen a sus industrias con aranceles y normativas, porque entienden que el progreso se construye desde adentro, con emprendedores y productores locales. Otro pilar fundamental es la Economía del Conocimiento. Un sector que, a pesar de toda la presión del Estado, exporta casi nueve mil millones de dólares anuales declarados, porque una porción significativa no se liquida en el país debido a la presión fiscal. Esto demuestra el talento y la riqueza que Argentina es capaz de generar gracias a la persistencia de nuestra educación pública. Para potenciar este motor, proponemos un régimen especial para quienes exportan conocimiento, con las particularidades de sus ingresos en divisas y promueva la formalización y la retención de talentos. Apuntalar a las PyMEs y a la Economía del Conocimiento no es meramente una cuestión de políticas sectoriales; es una estrategia integral para el desarrollo nacional. Implica reconocer el valor del emprendedurismo, la innovación y la capacidad de nuestros trabajadores. Al brindarles herramientas que eliminen barreras y promuevan la inversión, estaremos sentando las bases para una Argentina más productiva, con más y mejores empleos. Y hay más. Es inaceptable que en 47 años no haya habido una modificación seria de la Ley de Entidades Financieras. El sistema bancario argentino, diseñado hace medio siglo, no sirve hoy para el crédito productivo de las PyMEs. Es un sistema que prioriza la "bicicleta financiera" y no el desarrollo, una "fiesta" que no puede seguir existiendo. Debemos reformar esta ley para que los bancos realmente financien la producción. Con estas medidas concretas, buscamos instalar un debate necesario en Argentina. Un gran acuerdo en torno a la producción, el trabajo, el crédito, la vivienda y la educación. Frente a la violencia de los extremos y la imposibilidad de discutir en profundidad, debemos levantar la bandera de la sensatez. La Argentina para pocos no sirve; la Argentina para muchos, la que acuerda en los temas centrales y desde ahí progresa, esa es la que queremos construir.