

No pudieron ser candidatos. No les daban los números. Buscaron la forma de presentarlo lo más épico y autoindulgente posible. Manejo del ego. Proscripción política. Los quiere un núcleo duro de gente, pero los rechaza un grupo mucho más grande. Daría la impresión de que, al no estar sus apellidos en las boletas de esta elección, se están corriendo de la escena pública. Pero no pueden soltar. Y, sobre todo, no "se" pueden soltar.
Cristina Kirchner y Mauricio Macri protagonizan un nuevo cruce de acusaciones en estas últimas horas. Resulta que el fundador del PRO se manifestó en TV contra "el cepo asesino" y dijo a la pasada que como el "Fondo Monetario Internacional (FMI) ya está acá" avalará un plan económico coherente y bla.
Era evidente que estaba fingiendo demencia. El FMI fue un recurso al que acudió cuando era presidente en plena corrida cambiaria desatada en su gobierno luego de elegir levantar todas la restricciones al dólar el día uno y eliminar las retenciones atándose a la suerte de los flujos internacionales de capitales.

Es decir, el Fondo le dio el crédito más grande de la historia porque lo fue a buscar tras gobernar mal. Y además, como señala la auditoría interna del organismo, no usó los USS 50 mil millones como debió haberlo hecho, para estabilizar la economía, sino que eligió darle salida a los que habían ingresado a aprovechar las altas tasas de interés.
Recién cuando estuvo al borde del peor final restableció los límites a la venta de divisas -dispuso "el cepo asesino"- tras las elecciones de octubre de 2019. Cómo olvidar que mientras se contaban los votos el domingo a la noche estaba reunido el directorio del BCRA.
"Hacete cargo, lo trajiste vos, papi", le marcó la actual vicepresidenta por redes sociales. Y la verdad que tiene razón, incluso cuando le dice "hacete cargo".
Pero el punto es que exactamente lo mismo se le podría pedir a la propia Cristina Fernández cuando reflexiona sobre su gestión económica. "La inflación de dos dígitos la trajiste vos, mami", podría ser una respuesta totalmente atinada cuando reflexiona sobre las causas del aumento de precios en sus clases magistrales.

Tras la explosión de la Convertibilidad, la Argentina estaba logrando crecer fuerte, con superávits comercial y fiscal y con el costo de vida moviéndose en el dígito anual. Lo ves hoy y te querés morir.
Pero desde el 2007 en adelante la política económica hizo una demás y reapareció la inflación tras una década, al tiempo que con un sistema de subsidios energéticos desquiciado se consumieron las reservas del BCRA y nacieron los déficits gemelos que socavan cualquier desarrollo estable. Así también llegó el primer cepo al dólar poco después de la reelección de 2011.
El mambo que tienen entre sí ambos ex presidentes podría ser tema de ellos si no fuera porque desde su autoridad en cada espacio justo tratan de defender las políticas de su gestión que estuvieron más erradas. Quieren volver a abrir el cepo como sea aunque no haya reservas. No le dan bola a la emisión aunque la gente no quiera la moneda. Se inventan enemigos para explicar sus pifies. "Las corporaciones mafiosas que no quieren el cambio". "Los que fugan capitales". Insufribles.
El resultado de las primarias del domingo puede empezar a definir hasta qué punto todavía seguirán marcando la cancha de lo que viene.
Tal vez empiece a verse una lenta retirada en la que los dos, en sus cuentas de Twitter y en sus visitas a TN y La Nación Más apenas sean voces de conciencias pasadas. Tal vez se estén entregando a una sucesión hacia líderes que tienen menos facturas que pasarse y -aun con marketing de grieta- tienen más chances de acordar ideas básicas hasta por cuestiones generacionales.
Puede haber un momento en el que dirigentes más jóvenes de ambos polos de la discusión se harten de debatir siempre lo mismo y acepten cambiar de pantalla. Acordar algunas soluciones para empezar a discutir por nuevos problemas. Encontrarle la vuelta a la estabilidad macro, a la recuperación de una moneda o a la inserción en el mundo que demanda recursos naturales y servicios para empezar a hablar los desafíos de la educación en todos los niveles, de los desafíos de la tecnología, del cambio climático.

Es cierto que Cristina daría todo por retener la provincia de Buenos Aires con su hijo político Axel Kicillof y también va por algunos municipios de la mano de la caja del PAMI. Resulta evidente al mismo tiempo que Macri y el dedazo que trasladó al primo Jorge Macri de la intendencia de Vicente López a competir por la Ciudad es para mantenerla en la égida familiar.
Pero si acaso ganara Horacio Rodríguez Larreta la interna sobre Patricia Bullrich, estaríamos ante al menos un giro en la visión dominante en Juntos por el Cambio. Incluso, si se impusiera la ex ministra de Seguridad hay que ver hasta dónde decide mantener el mismo rumbo en el que se embandera hoy su jefe político, porque ha dado muestras de nunca quedarse en una misma posición a lo largo de su carrera.
Si Massa resultara una figura envalentonada también en Unión por la Patria está la chance de que emerja otro jefe del peronismo, capaz de alinear con relato y vaselina -diría Moria- lo que han sido banderas del kirchnerismo más duro dentro de un proyecto de diálogo con distintos sectores de la política tradicional y los negocios.
En cualquier caso, Cristina y Macri son las figuras con el mayor fuego político interno, un ímpetu que explica lo bueno y lo malo que han construido en los últimos veinte años. Así que nunca se sabe. Puede parecer que se están jubilando, pero seguirán influyendo y representando a alguna gente aun cuando estén en la cola de la ANSES, hasta el último minuto.
Por eso, un ruego, estimados: ya está, gracias por todo.

















