Los mercados brindan siempre señales sobre las expectativas imperantes entre los agentes. La licitación del nuevo Bono del Tesoro (Bonte) al 2030 dejó ver lo que esperan inversores para los próximos años, en una economía que, en lugar de dolarizarse, se pesifica con mayor atractivo por los rendimientos en la moneda nacional. Este cambio de preferencias monetarias tiene lógica: para dolarizar una economía se deben realizar reformas fiscales y monetarias que una vez concretadas, hace innecesaria la dolarización. Lo mismo con la competencia de monedas. Si se obtiene un superávit financiero y reina la prudencia monetaria, el amor por el peso renace. No es que los argentinos deben ir a un psicólogo por su bipolaridad monetaria. De nuevo: siempre que el plan Milei tenga éxito y que en las próximas elecciones quede claro que el populismo no vuelve al poder en la Argentina y que incluso abandona bastiones como PBA y partidos claves del conurbano. La ansiedad reina en algunos, pocos analistas. ¿La tasa fue elevada? Fue a la que los inversores estaban dispuestos a entregar sus dólares para recibir un papelito emitido por el mayor defaulteador de la historia del planeta, con promesa de pago en pesos. No en dólares. Y con el populismo aún dando batalla electoral. Argentina no es Suiza en lo financiero. La gestión Macri dejó muchas heridas financieras que aún están cicatrizando. Son pocos los que invierten antes de estar seguros del aval de la sociedad al plan Milei en las legislativas. Y aún así, hay quienes recuerdan que Mauricio Macri triunfó en las legislativas de medio término, en 2017, y hasta en PBA con la victoria de Esteban Bullrich sobre Cristina Kirchner. Después vino la debacle con las trágicas PASO de agosto del 2019. La victoria eventual de La Libertad Avanza en septiembre en PBA y en las nacionales de octubre tampoco dará luz verde al 100% de los inversores que miran a la Argentina con cariño. Habrá quienes invertirán inmediatamente, habrá quienes esperarán las reformas impositiva, laboral y previsional (el gobierno las hará en ese orden en el 2026) y habrá otros que aguardarán a las presidenciales del 2027 para evitar quemarse como en las PASO del 2019. No es casual que el Bonte 2030 emitido el miércoles tenga una opción de venta al valor técnico para sus tenedores en mayo del 2027, antes de las presidenciales. Para entonces, el inversor que la vea complicada, tiene el botón para eyectarse a mano y evitar estrellarse como en 2019. El peso está vivito y coleando. Y la expectativa es que las tasas vayan en descenso de la mano de la desinflación de la economía. Por ello el brillo de ese 29,5% si se confirma ese sendero de los precios en la Argentina. Pasó desapercibido en la licitación del Tesoro del miércoles, las señales enviadas por Luis Caputo, con descenso de tasas en las Lecap y los Boncap. Por ello es que el dólar retomó vida en estos últimos días de mayo, con alza de 4,5%. El descenso de tasas gatilló algunos traspasos. Aún así, el peso se mantiene como el ganador del mes. El "plan colchón" empieza a jugar en junio. Ayer hubo una reunión de Luis Caputo con los ejecutivos de las terminales automotrices en las que se avanzó con la posibilidad de que los autos se vendan en dólares en concesionarias y que haya cuotas también en la moneda norteamericana. El Banco Galicia justamente ayer salió a ofrecer créditos en dólares al 10% anual a 5 años de plazo. ¿Se animará el público a tomar deuda en dólares? ¿Usarán dólares del colchón, blanco o negro? Juega el consumidor ahora. Las señales ya fueron enviadas desde Economía. Insólitamente Argentina marcha a una pesificación, de la buena, en muchas de sus variables. Del rompimiento y violación de contratos del 2001, ahora el camino es a resucitar la moneda nacional. Desde ese año, el dólar saltó de un peso a los actuales $ 1.200. Tranquilamente se le podrían quitar tres ceros a la moneda para volver al punto de partida. Hay una mezcla de próceres y animales en los billetes. Un descontrol. El debut del Bonte fue en alza. La paridad llego al 104% en una jornada marcada por alzas en el dólar mayorista y en el "contado con liqui". Los futuros acompañaron como siempre ocurre en los finales de cada mes por el cierre de posiciones. Esa ganancia en el debut del Bonte 2030 deja el campo libre para futuras emisiones. No es bueno que un papel genere pérdidas. No hay que abrochar inversores. Hay que seducirlos sin regalar nada. Por eso es que del grito de "¡a los botes!" imperante en los últimos meses de la gestión de Alberto Fernández, ahora se pasó al de "a los Bontes". El peso se resiste a morir y quiere ganar la competencia.