Y el mundo conoció a Bolsonaro…

La altísima velocidad del cambio tecnológico, entre tantas cosas, permite acceder a informaciones sobre lo que sucede en otros países. Pero muchos buscan interpretar éstas desde su propia realidad nacional y social.

El “fenómeno Bolsonaro fue entendido así por mucha gente alrededor del mundo. Al fin y al cabo, cómo comprender sino su discurso y propuesta que ataca todo tipo de avance humano y social que se espera de un estadista del siglo XXI salvo como reacción a un mal conocido también presente en la sociabilidad en que se vive.

Vencido el pleito electoral y, finalmente, habiendo asumido el cargo presidencial de la octava economía del planeta –y mayor del hemisferio sur– el encuentro mundial en Davos preparó el escenario para que Bolsonaro demostrara que detrás de las diatribas expresadas con gusto en la campaña existía una seria agenda de trabajo para satisfacer al establishment económico global...

Reprobación unánime

Seguramente Bolsonaro fue pionero en recibir tan unánime reprobación. No por el contenido de la agenda en sí; ya que ésta ni estuvo presente – para asombro de su sorprendida audiencia. Es decir, el presidente brasileño ni siquiera llegó a ese nivel.

Pero el público quedó atónito porque la exposición de Bolsonaro ocupó menos de quince minutos –entre los seis minutos de su corto discurso y los comentarios posteriores—de los cuarenta y cinco que la organización le había otorgado por haber considerado que sería uno de los principales destaques del evento.

Bolsonaro evitó los temas polémicos de su campaña presidencial: no habló de mudar la embajada brasileña en Israel a Jerusalén –agenda defendida por los evangélicos radicales de su base–, no atacó al mundo musulmán ni a los comunistas en China, no vertió sus exabruptos homofóbicos, no denigró a las mujeres o despreció a las minorías étnicas, evitó arremeter contra sus adversarios políticos –fundamentalmente, Lula y el Partido de los Trabajadores – y tampoco hizo apología a la violencia y a la dictadura militar.

Por el contrario, defendió la democracia, la libertad, la ética y el medio ambiente. Más importante, por cierto, para los oídos atentos de los empresarios y financistas ávidos por las oportunidades de acceso a los activos baratos que, esperan, serán puestos a la venta, Bolsonaro reafirmó el compromiso con una agenda económica plenamente liberal.

Igualmente, no alcanzó. Y las repercusiones fueron lapidarias, bordeando el límite de poder ser categorizadas directamente como burlas.

  • Heather Long, del Washington Post, afirmó que Bolsonaro “tenía al mundo entero observándolo y su mejor frase fue decirle a la gente que vaya de vacaciones a Brasil ;

 

  • Monica de Bolle, del Peterson Institute, resumió su discurso de Bolsonaro como combinación de hacer show hablando de sus “superministros Moro y Guedes, afirmar que se debe eliminar “ideología en Brasil, y responder la pregunta que recibió sobre como deberían ser las relaciones de Brasil y América Latina, afirmando que era preciso eliminar los bolivarianos;

 

  • Brian Winter, de Americas Quarterly, se quejó que Bolsonaro demostró estar más enfocado en eliminar enemigos imaginarios o irrelevantes –“marxismo cultural , “ideología de género , globalismo—que en ofrecer soluciones a los problemas reales de Brasil;

 

  • a Sylvie Kauffmann, de Le Monde, le pareció lógico que el corto discurso electoral de Bolsonaro, muy general y sin dar respuestas concretas a las preguntas que le recibió, no haya tenido una ovación final;

 

  • El premio Nobel Robert Shiller simplemente declaró que Bolsonaro “lo asusta después de escucharlo, completando que “Brasil es un país grande y merece alguien mejor .
Lejos del mundo real

Así, evidentemente, existe una distancia no despreciable entre las expectativas empresariales y el mundo real. Las dudas que pasaron a atormentar a los observadores más atentos después de los comicios electorales sobre la capacidad de Bolsonaro para gobernar y, más importante, de entregar las "reformas" prometidas, fueron reafirmadas en Davos.

El director de CM Capital Markets resumió bien el sentimiento general del mercado financiero ante la superficialidad del discurso y la interacción del presidente con el público en el momento de "preguntas y respuestas": “El discurso es importante, pero no es suficiente para contener la ansiedad de los inversores por las definiciones técnicas de la reforma y de las privatizaciones, que van a depender de un Congreso que aún no tiene definición, ni de la presidencia de la Cámara ni del Senado .

Las reacciones negativas también se manifestaron en la Bolsa de Valores de San Pablo con el índice Ibovespa cayendo más del 1%, mientras el dólar subió en proporción similar el día del discurso. Hasta entonces predominaba un "optimismo exuberante": el Ibovespa se había valorado un 25% entre septiembre de 2018 y enero de 2019; en el mismo período el Dow Jones retrocedió un 5%.

Un discurso incongruente

Los observadores internacionales, escépticos y críticos, tampoco están dejando de resaltar la incongruencia entre el discurso a favor de la ética y la eficiencia y la realidad de un gobierno ya salpicado, con menos de un mes de vida, por graves denuncias de corrupción y marchas y contra-marchas en nombramientos y direcciones claves.

Así, por un lado, en su discurso Bolsonaro fue contundente sobre este tema: “Asumí Brasil en una profunda crisis ética, moral y económica. Tenemos el compromiso de cambiar nuestra historia. Por primera vez en Brasil un presidente montó un equipo de ministros calificados. Honrando el compromiso de campaña, no aceptando injerencias político-partidarias que en el pasado generaron ineficiencia del Estado y corrupción .

Por otro lado, en el mundo real, crece el escándalo en torno a los "movimientos financieros atípicos" de uno de sus hijos y de la participación del clan Bolsonaro con las milicias cariocas. Esto, que ya había surgido durante la campaña electoral, pero que fue depositado como nota al pie, está sumando fuerza y ya está creando la primera crisis política importante del nuevo gobierno. El Washington Post sostuvo que “que el hijo del nuevo presidente de Brasil está rechazando acusaciones de irregularidades financieras que están generando dudas sobre el gobierno con tan sólo cuatro semanas en el poder .  Por su parte, Bloomberg tituló que “Investigación sobre el hijo de Bolsonaro genera dudas en sus seguidores . Así, quién se presentó como “mito en la campaña, Bolsonaro, corre el riesgo serio de iniciar fragilizado las negociaciones con el Congreso.

Un crecimiento anémico y salida de inversores

Más aún, porque la eficiencia de gestión lejos está de manifestarse. El mantenimiento de la retórica de campaña no está siendo suficiente para resolver los graves problemas de una economía con crecimiento anémico y que pierde inversores y socios.

El informe de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (Unctad), lanzado el 21 de enero, en vísperas del Foro de Davos, muestra que la inversión directa extranjera en Brasil retrocedió -12% en 2018, en gran medida, por las incertidumbres políticas.

De la misma forma, el FMI redujo las proyecciones de crecimiento de Brasil para 2019 y 2020, respectivamente, a 2,5% y 2,2%, (Panorama de la Economía Mundial, enero de 2019).

Arabia Saudita, el mayor comprador de carne de pollo de Brasil, anunció nuevas restricciones al comercio de ese producto, lo que fue interpretado como una señal de alerta a las exageraciones de la retórica pro-israel y anti-musulmanes.

Y General Motors amenaza con cerrar plantas en el país, con vistas a la acumulación de resultados negativos en los últimos años.

Los gobiernos de casi todos los estados están en grave crisis financiera, el desempleo sigue cerca del 12%, y la pobreza y la desigualdad continúan subiendo.

Un gobierno partido en (por lo menos) tres

Uno de los grandes problemas que tiene el gobierno Bolsonaro es que es todo menos un cuerpo cohesivo. Y eso quedó explícito para el mundo en Davos.

En términos generales, se pueden identificar por lo menos tres sectores tirando para su lado, esquemáticamente, con su propia agenda y aspiraciones.

  • Por un lado, están los evangélicos radicales, seguramente responsables principales del caudal de votos colocó a Bolsonaro en la presidencia, que esperan la segunda venida de Cristo después de la guerra santa entre cristianos e infieles: "anti-globalistas", se oponen a instituciones multilaterales y acuerdos internacionales. Para ellos la globalización es un complot marxista, en contra los "valores tradicionales" que defiende tenazmente. Por eso, desean una guerra cultural, doméstica y externa. En alguna medida, el mundo de Davos es su negación, pues sus representantes defienden la agenda liberal en la economía y en la vida social.

 

  • Además, como negocios son negocios, comunistas chinos y musulmanes son siempre bienvenidos. Ese es el marco del segundo grupo que empuja por su agenda en el Gobierno Bolsonaro: el segmento de los "grandes negocios", que atraviesa el mundo de las finanzas y el agronegocio. Su objetivo es reducir impuestos, privatizar, abrir la economía y eliminar la red de protección social y ambiental. El segmento industrial apoya la agenda de desregulación, pero tenía la expectativa de preservar sus privilegios históricos – que van de subsidios diversos a la protección comercial. Paulo Guedes, el superministro de Economía, ha dado señales en el sentido contrario a esas pretensiones.

 

  • Por último, los militares brasileños volvieron al centro de la escena política del país, y consiguieron ocupar varios ministerios y áreas estratégicas después de tres décadas de comando civil. Entre ellos, la vicepresidencia con el General Mourão que ya es previsto por algunos que suplantará a Bolsonaro si llegase a ponerse en marcha algún entramado jurídico-legal formalista de los cuales ya se han visto con cierta regularidad en la historia Brasil.

Los militares, si, por un lado, constituyen el segmento del actual gobierno brasileño que refleja mayor pragmatismo y moderación, no deja de generar dudas sobre en qué consistiría su propuesta concreta porque sí parece ser claro que ya no proponen, ni muchos menos, la trayectoria desarrollista y nacionalista que caracterizó su ejercicio de poder entre 1964 a 1985.

Por otro lado, de los tres segmentos detrás de Bolsonaro, socialmente deben ser los que tienen mayor respaldo social – y no presentan casos de violación de Derechos Humanos y restricción a la libertad tan numerosos o brutales como en otras experiencias en América del sur. Además, la actual generación de líderes militares actúa dentro de los límites institucionales establecidos con mayor parsimonia que otros segmentos del Estado. 

En suma, Bolsonaro llegó al poder sin un plan de vuelo. En Davos afirmó que desea “gobernar por el ejemplo y que el mundo restablezca la confianza que siempre ha tenido en nosotros . Por lo pronto, en Davos mostró al mundo sus primeros pasos de cómo pretende lograr eses objetivo: su primer paso fue su discurso; su segundo, canceló una entrevista colectiva, y responsabilizó por esto a la prensa…

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