¿Macri lo puede dar vuelta?

El presidente, Mauricio Macri; el jefe de gabinete, Marcos Peña, y el consultor Jaime Durán Barba dicen que están convencidos de poder dar vuelta el resultado de las PASO. Se muestran, en realidad, moderadamente optimistas. Con su credibilidad un tanto debilitada, parten de un diagnóstico no tan fácil de comprobar: que el Frente de Todos obtuvo una diferencia de cerca de cinco puntos extra por la pésima fiscalización en la provincia de Buenos Aires en particular y el resto del país en general. Según esa hipotética cuenta, Alberto Fernández no habría obtenido cerca de 48 puntos sino menos de 45.

La otra hipótesis no científica es que ni Alberto ni Cristina lograrían sumar votos a los que ya obtuvieron. Descuentan además que Juntos por el Cambio superará la barrera del 35% ayudado por votantes que antes eligieron a Roberto Lavagna, José Luis Espert y Juan José Gómez Centurión. Y además esperan que cerca de 2 millones de votos que no concurrieron a las PASO ahora voten, en su abrumadora mayoría, a la fórmula Macri-Pichetto.

El moderado optimismo no es contraproducente. Al contrario: representa energía vital para dar la pelea y llegar hasta donde se pueda. Y llegar hasta donde se pueda sería necesario para que el Frente de Todos no termine ampliando la diferencia para terminar quedándose con casi todo. Pero además de Macri, Peña y Durán Barba, también dirigentes como Pichetto y Elisa Carrió suponen que las travesuras de Juan Grabois y el acampe de las organizaciones sociales están generando más miedo que confianza. De cualquier manera, ninguno va a impulsar, otra vez, la campaña del miedo. Lo que si van a hacer es recordar algunas de las cosas positivas que nadie le discute al Gobierno. Por ejemplo, el respeto por la libertad de expresión, el acceso a la información pública, la integración con el mundo y la recuperación de las estadísticas confiables.

Los hombres del Gobierno van a insistir en que durante su gestión no hay ni hubo persecución política ni a ex funcionarios ni a hombres de negocios, sino todo lo contrario. Libertad de acción para fiscales y jueces que tampoco se privaron ni acusar ni procesar a Angelo Calcaterra, primo hermano del Presidente, ni de abrir más de cien causas contra el mismo Jefe de Estado. El Presidente es consciente que el oficialismo carece de "gladiadores mediáticos" que equilibren la balance cuando los peronistas sostienen que en la Argentina hay hambre y emergencia alimentaria.

El pasado lunes, por ejemplo, fue conmovedor como Héctor Toty Flores intentaba explicarle a María O´Donnell y Ernesto Tenembaum que la pobreza y el hambre, aunque se habían profundizado, no eran ninguna novedad. Y, con sus habituales amabilidad y medio tono, les recordó que el gobierno anterior había manipulado las cifras del Indec y había decidido eliminar las estadísticas de pobreza. Pero la voz de Flores, en el medio de un tsunami discursivo en donde Macri aparece como un fabricante de pobreza y el peronismo como la organización que viene al rescate de los que menos tienen, acompañado por estadísticas negativas en todos los ítems de la economía, apenas parece un susurro.

De cualquier manera, al diagnóstico y la tesis de Macri y sus más cercanos le faltan dos elementos básicos: el efecto "carro del ganador" para los que votan a los que aparecen ganando y el hecho de que la mayoría de los argentinos le adjudica al Gobierno en ejercicio la responsabilidad por la última devaluación y la incertidumbre financiera.

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