¡Ladran Sancho!

El 23 de abril, a instancias de la UNESCO, se celebra el día del libro y del derecho de autor, que conmemora la muerte de Miguel Cervantes y de William Shakespeare ocurrida en 1616. Ambos son los más grandes escritores de la lengua española e inglesa, respectivamente y en honor a su trascendencia literaria se determinó con abrumador consenso, entre escritores del mundo, que era el día correcto, para festejar al libro de lectura como ejemplo de desarrollo y progreso de la Humanidad.

Sin embargo, ninguno de los dos murió ese día, pues el calendario oficial utilizado por España, era el modificado en 1582 por el Papa Gregorio XII donde se corrió diez días el almanaque de modo que el 5 de octubre pasó a ser el 15 del mismo mes. Italia, España y Francia hicieron inmediatamente la corrección calendaria, mientras que Inglaterra siguió utilizando el calendario juliano hasta 1752.

Por otro lado, Cervantes murió el 22 de abril, y fue enterrado el 23. No tiene importancia si murieron o no el mismo día.

Hamlet o Don Quijote, fueron diseñados como personajes únicos, dentro de las dos obras monumentales constituyéndose en íconos renacentistas que traspasaron los límites de su época, ambulando exitosamente durante cuatro centurias, llegando con una vigencia fantasmal y cotidiana al siglo XXI.

Exponentes de un barroco temprano que cambiaría el concepto de equilibrio de las reglas de cultura clásica, por otras, de representaciones exageradas, donde el absolutismo monárquico prevalecía como institución política y la iglesia trataba de recuperarse del cisma reformista, a pesar de ello, Shakespeare y Cervantes, encontraron en la locura de sus personajes principales, una percepción de la realidad renacentista y barroca, donde el hombre y sus circunstancias están en el centro de la escena, sin las ataduras propias del medioevo.

Eran tiempos de cambio, donde el astrónomo Italiano (1564 -1641) Galileo Galilei, confirmaba la teoría heliocéntrica de Nicolás Copérnico, según la cual La Tierra giraba en torno al sol y Johannes Kepler (1571-1630) describió con precisión la rotación de los planetas alrededor del sol. Estas afirmaciones contrariaban las creencias mas arraigadas de la Iglesia Católica, cuyo poder veía afectarse en los finales del siglo XVI y principios del siglo XVII. España entró en crisis y decadencia.

El sueño Imperial mostraba los primeros indicios de su resquebrajamiento. Miguel de Cervantes Saavedra, cuando escribió el ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, reflejó con nitidez la realidad social, cultural y política de la Península Ibérica, los delirios de Don Quijote encarnan el idealismo fantasioso español; mientras que su paje y escudero Sancho, lo contradice con una actitud práctica, escéptica y realista, que no es otra que la mirada del pueblo llano, que ya no encuentra razones para seguir utopías irrealizables.

Con fina ironía, Cervantes ridiculizó al Status Quo. Como ya se ha dicho, utilizó la locura y la desmesura del Quijote, como forma de denuncia, comenzó las primeras líneas de su monumental obra, en la cárcel de Sevilla y ya había estado preso en Argel por un lapso de cinco años.

William Shakespeare retrató un mundo en transición, las secuelas de una sociedad feudal descompuesta, donde la nobleza teocrática se hubo empobrecido moral y económicamente. Su original estilo y estructura de pensamiento lo posicionan en un renacimiento tardío, claramente logrado en Hamlet, El rey leal o Macbeth. En estas obras, el autor construye metáforas, en lo profundo de sus monólogos, juega con la locura de sus personajes, que la fingen, estando cuerdos. Y con este fértil mecanismo, describe la decrepitud de una sociedad en crisis.

Jamas se conocieron, habiendo vivido en la misma época, pero uno en España y el otro, en Inglaterra, es casi imposible que se hayan encontrado, aunque algunos suponen que Shakespeare pudo haber leído la primera parte del Quijote.

Cabe, si me permite y perdona el lector, una aclaración que quizás lo perturbe; la expresión "ladran Sancho, señal que cabalgamos", ¡no fue dicha por El Hidalgo de la Mancha! ¡Es una pena que no haya sido escrita por Cervantes! Millones de personas de varias generaciones, la han repetido, sin dudar un instante sobre su origen y pertinencia. La plástica categórica y bella frase, es adjudicada por los filólogos, a otro gran novelista, dramaturgo y poeta alemán Johann Wolfgang von Goethe, quien naciera en Frankfurt 133 años después de la muerte del autor del Quijote y escribiera el poema Kaffler (Ladran) "pero sus estridentes ladridos sólo son señal de que cabalgamos".

Casi un siglo más tarde, Rubén Darío se inspiró en el poema de Goethe, para refutar a sus críticos que ironizaban sobre su mestizaje: "Si los perros ladran, Sancho, es señal que cabalgamos".

No los une la fatalidad calendaria de su muerte, sino la extraordinaria capacidad intelectual para abordar, a través de sus inmortales personajes, los temas más trascendentes e inquietantes para los seres hu manos: el idealismo, el amor, la traición, la muerte, la justicia, la locura, el poder, la miseria, la opulencia.

Todos los laberintos y fantasmas que nos han invitado a transitar y conocer, son los intrincados senderos de la vida misma reflejados en un espejo donde todos podemos observarnos.

 

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