La economía inclusiva en agenda

Estamos en una situación complicada, qué combina la recesión más fuerte de la historia económica argentina con una inflación elevada y un deterioro del valor de la moneda que sólo está frenado por la política insostenible de cepo cambiario. A ello se le suman cuestiones estructurales que han convertido a la economía argentina en una economía incapaz de crecer estructuralmente, de generar empleo y con una pobreza que viene expandiéndose de forma continua desde hace más de una década y sin perspectivas de mejora. Estos problemas combinan dificultades estructurales con otras coyunturales. Sin embargo, no pueden tratarse las dificultades coyunturales sin mirar los problemas estructurales.

En gran medida problemas como la falta de inversión o de confianza que hoy provocan la debilidad de la moneda y la destrucción de empleo se deben a la falta de un horizonte de largo plazo. Por eso aquí presentamos algunos lineamientos de lo que debería ser un programa económico que estabilice la economía y permita abrir la puerta a soluciones más estructurales.

En primer lugar uno de los problemas más obvios es la suba el tipo de cambio libre y el ruido que esto provoca en los mercados financieros y cambiarios. Para entender el problema primero hay que darse cuenta que es el peso argentino el que lo genera. No es que sube el dólar sino que baja el valor del peso en los mercados libres. Tarde o temprano esto se va a ver reflejado en la inflación. Al fin y al cabo la inflación no es más que la pérdida del valor de la moneda. Lo que pasa es que el dólar al ser un bien financiero y altamente sensible es el primer precio que se ve afectado.

Por lo tanto, es muy probable que tarde o temprano lo que vemos en el mercado del dólar también suceda en el mercado de los precios de los bienes y servicios. Sin embargo, estos mercados responden con mayor dilación: en términos históricos hay un período de entre 12 a 18 meses para que el impacto de la emisión monetaria se vea reflejado en los precios. Pero, además, también hay que tener en cuenta que existe un sinnúmero de programas del Gobierno que mantienen los precios pisados y otros precios ni siquiera existen hoy en día (precios de los espectáculos o del turismo).

Aquí el Gobierno enfrenta una disyuntiva: si libera el mercado de cambios es altamente probable que los precios suban rápidamente y la inflación se acelere. Por el contrario, si mantiene estos controles y el mercado cambiario regulado, el riesgo es que la inflación salte más adelante y con mucha más fuerza. Sea como sea es muy improbable que el Gobierno logre evitar los efectos inflacionarios del exceso de emisión qué se observó desde finales del año pasado.

Sin embargo, si se puede evitar o reducir los efectos de la emisión futura. Claramente la absorción de dinero mediante el Leliq, pases u otro endeudamiento no es una solución real. En primer lugar porque todos esos instrumentos no son más que la promesa de una emisión futura y, en segundo,porque a esta altura los pagos de intereses de esos instrumentos ya resultan en una emisión monetaria realmente importante. Por lo tanto el único camino es reducir el ritmo de emisión y, para ello, se necesita reducir el déficit fiscal que es hoy el principal motivo el crecimiento monetario.

Por eso modificar el presupuesto para reducir el déficit fiscal es el primer paso qué tiene que dar el Gobierno. Además, debería presentar un presupuesto con supuestos más realistas para que sea creíble, sobre todo inflación y tipo de cambio. El gobierno de Macri pudo presentar presupuestos con inflación poco realista porque tenía inicialmente cierta confianza por parte del mercado para reducirla. Pero eso es algo que no le sucederá al actual gobierno. De hecho las expectativas del mercado está muy lejos de lo que propone el presupuesto 2021.

En segundo lugar, dado que los dólares de superávit comercial no alcanzan para cubrir la necesidad del mercado, el Gobierno debe presentar un programa para bajar las retenciones y así estimular las exportaciones argentinas. En parte esto se ha hecho a nivel industrial recientemente en los anuncios que hizo el ministro de economía hace unas semanas.

Estaría muy bien que esto se extenderá al resto de las exportaciones. Pero para que la medida sea consistente con la baja del déficit es necesaria una mayor austeridad en materia de gastos. En ese sentido, los rubros del gasto que tienen mayor capacidad de baja son los subsidios a los servicios públicos y los gastos operativos del Ejecutivo. Ambos deben ser reducidos.

Adicionalmente se requiere coordinar de mejor manera las políticas económicas. Una alternativa sería unificar los ministerios de Economía y Producción. Siendo que el principal instrumento de política económica que tiene el Estado es la política fiscal no es lógico tener dos ministerios separados.

También es necesario plantear un esquema para la actualización tarifaria de los servicios públicos. De seguir así es muy probable que Argentina se encuentre con faltantes energéticos en el futuro cercano. Podría establecerse un nuevo marco regulatorio completo para el sector que estimule la inversión y la exportación. Naturalmente esto podría generar un saltó en los precios, pero es un efecto de algo que ya sucedió y es el rezago en el aumento de las tarifas.

En materia cambiaria, el Gobierno debería encontrar alguna manera de salir del cepo y el unificar todos los tipos de cambio en un único mercado libre. Mantener dos tipos de cambios separados es un error porque aún si se aumentan las exportaciones dándole beneficios a los exportadores, lo único que se va a lograr es tener más dinero para financiar importaciones. Para que los dólares se queden en Argentina y acumulen reservas tiene que haber una mejora en la confianza y en la credibilidad. Contrariamente a lo que se piensa, permitir el libre flujo de capitales es lo que garantiza que entren capitales y que se queden en el país. Para entender esto imaginen si los invitaran a cenar a una casa con la advertencia de que nunca podrán salir ¿Irían a esa cena?

Por último hay que pensar seriamente en una reforma del sistema laboral argentino. El sistema actual basado en altas indemnizaciones genera un riesgo financiero enorme para las compañías y una restricción muy fuerte para que los desempleados ingresen al mercado laboral. Debería modificarse por otro que se base en seguros de desempleo en lugar de indemnizaciones por despido. Eso beneficia a los empresarios que pueden contratar sin riesgo a nuevo personal y también a los trabajadores que verán una mayor estabilidad en sus ingresos y pasarán menos tiempo desempleados.

En un país que ha perdido 4 millones de puestos de trabajo en el último año según los datos Indec, modificar las regulaciones laborales para crear empleo resulta fundamental. Esto también permitiría que más gente entre al mercado laboral y a la larga reducir los costos en subsidios sociales que paga el Estado, siempre y cuando vuelva el crecimiento económico, lo cual requiere inversiones, que no vendrán a menos que se eliminé el cepo cambiario y se de un golpe de expectativas.

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