PUNTO DE VISTA

El rediseño de relaciones laborales exige cambiar la mentalidad

Todos los días el nuevo mundo laboral golpea la realidad argentina aferrada a los modelos de mediados del siglo pasado que son anacrónicos, y que han petrificado la mentalidad de muchos protagonistas, postergando su modernización con los nuevos estándares, con los nuevos modelos, y sobre todo, con los cambios tecnológicos y las exigencias de las nuevas formas de organizar el trabajo. Con ello el costo laboral y la productividad resultan vitales y condicionantes de cualquier proceso de desarrollo.

Con frecuencia inusitada, muchos de nuestros dirigentes sindicales son observadores atónitos de lo que genera la robótica, la informática, y la telemática (combinación de la informática con las comunicaciones). Son ellos, entonces, los primeros en reconocer que la competitividad de las empresas, es decir, el uso imprescindible de las últimas tecnologías y de las nuevas formas de organizar el trabajo son esenciales para poder lograr calidad y precio que le permitan poder competir en el mercado.

Se impone un cambio de mentalidad, el nuevo mindset como una nueva forma de pensar que genera una especial apertura frente a las tecnologías exponenciales, no para ser personas de éxito sino personas de valor como lo apuntaba Albert Einstein. Se trata de desprenderse de los logros individuales para pasar, a través de las reglas de la libre empresa, a los beneficios que deben alcanzar y abarcar a toda la comunidad (Buchanam, 2015).

Las nuevas formas de relacionamiento de la economía colaborativa que plantean Uber, Rappi, Pídalo Ya y Globo, exigen que se reformule el diseño original entre prestador y prestatario, cuando se ha diluido la nota de la relación de dependencia, y se ha generado un nuevo vínculo a través de figuras como la del entrepreneur.

En un contexto como el definido precedentemente, juegan un papel fundamental adecuar el trabajo a las necesidades del mercado y a los requerimientos de los clientes, en condiciones que por lo menos sean competitivas con Brasil, Chile, Colombia y México. Argentina tiene un costo laboral industrial que oscila en los u$s 1100, mientras que el resto de los países oscilan en menos del 60% bruto, incluyendo salario, contingencias e impuestos al trabajo.

La lista de factores a tener en cuenta en el plano individual es vital. A saber: se debe salir de la categoría laboral monovalente y pasar a la polivalencia funcional y a la multiprofesionalidad; de la jornada rígida se debe pasar a la jornada flexible y variable; de los descansos también rígidos se debe complementar con un descanso elástico; del salario por hora o por día se debe pasar a la retribución por los resultados; de la jornada expandida se debe pasar a los distintos tipos de jornada adaptada o reducida; de la jornada máxima se debe pasar a la jornada promedio; de las horas extras con recargos se debe pasar a los trabajos suplementarios por resultados; de las vacaciones rígidas y acotadas a las vacaciones fraccionadas; de la capacitación ocasional a la capacitación y el entrenamiento constante; de las normas de reparación de accidentes se debe pasar a la prevención de los riesgos del trabajo; de todo aquello que fue preestablecido se debe pasar a los cambios y a la mejora continua.

Otro tanto ocurre dentro del plano colectivo, donde debemos pasar del convenio colectivo de actividad al de empresa y al de establecimiento; de las estructuras rígidas e inelásticas a mecanismos dinámicos dispuestos al cambio constante; de los salarios convencionales por tiempo (hora, día, mes) se debería pasar al salario básico por resultado; de las condiciones de trabajo petrificadas a las versátiles y adaptables; de la huelga como recurso violento e inconsulto a la negociación constructiva y sustentable con mecanismos de autocomposición; de los absurdos paros generales a los organismos tripartitos que fijen acuerdos marco; de las comisiones internas y de delegados díscolos a la integración dentro del convenio de empresa; de los procesos de crisis legales a los procedimientos autorregulados; debemos salir en definitiva de los esbirros del pasado y afrontar con valentía los cambios que demanda el presente y también el futuro.

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