Efecto Puerta 12: la corrida del dólar blue, el CCL y un Gobierno sin salida

La brecha del tipo de cambio oficial con el dólar blue y el financiero crece día a día. Las dificultades cambiarias chocan con las necesidades políticas.

Se aplicó un súper cepo al dólar oficial y la situación empeoró. Se complicó el acceso al dólar financiero y no alcanzó. Intervino el ministro de Economía, Martín Guzmán, quien aflojó un poco las restricciones para operar en el mercado de contado con liquidación (CCL) y tampoco fue suficiente. Ahora se prevé subir tasas y las cuevas en la city porteña se ponen en pausa por temor a operativos, mientras el tipo de cambio financiero y el dólar blue trepan hasta triplicar el valor que registraban a fines del año pasado. Y entonces, ¿algo cambiará?

La respuesta a este interrogante, según la visión de economistas y operadores del mercado, por ahora es negativa. El problema estructural que está detrás de la crisis cambiaria, sostienen, no fue solucionado sino que apenas se aplicaron parches que no parecen ser suficientes para despejar la incertidumbre en torno al rumbo político y cómo se va a corregir el desequilibrio fiscal y monetario.

Todos apuntan a una crisis de confianza que derrumba al peso y se expresa en una expansión de la brecha por la suba de los tipos de cambio paralelos que ya complica a la industria. Un alza que, inclusive, sumó esta semana hasta una razón técnica derivada de las últimas medidas. Al reducir a 72 horas el período de permanencia de valores negociables (parking), quienes tenían bonos hace 5, 4 y 3 días salieron en tropel a cerrar operaciones cambiarias y se produjo lo que especialistas denominaron como una "Puerta 12" vendedora.

La referencia trajo a la memoria la peor tragedia que sufrió el fútbol argentino en su historia y que podría tener un paralelismo con la situación en la que se encuentra hoy el Gobierno, en torno a la crisis.

El 23 de junio de 1968, 71 personas murieron aplastadas y muchas más resultaron heridas en la cancha de River cuando miles de hinchas de Boca dejaban el estadio al finalizar el superclásico y se encontraron con la única puerta de salida cerrada.

Hoy, con la cotización de un dólar oficial que se muestra $100 por debajo de la paridad del billete al que empresas y particulares aún pueden acceder, muchos economistas creen que el menor de los males sería devaluar, con un programa de estabilización que ancle expectativas y un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que permita reforzar las reservas del Banco Central, en un contexto de consolidación fiscal, ayudada por una licuación del gasto. Acortar la brecha desde abajo, al no poder hacerlo por arriba.

Pero allí es donde se cierra el camino y el Gobierno pierde oxígeno. La devaluación, estiman en la Casa Rosada, tendría un efecto inflacionario inmediato y, por ende, no solo elevaría los críticos indicadores de pobreza que muestra el país sino que agitaría la discusión paritaria, cuando las elecciones legislativas del año próximo asoman en el horizonte político. Un escenario sombrío en el que la crisis socioeconómica y las necesidades políticas chocan con las dificultades monetarias. Y al que todavía no se le encuentra una puerta de salida.

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