Coronavirus: Hacienda debe bajar el gasto, modificar su estructura y evitar el default

El coronavirus está ocasionando estragos en todo el mundo, no sólo en materia sanitaria con contagios y muertes, sino también por el efecto de la cuarentena, con pérdida de actividad económica, lo que a su turno reducirá la recaudación de impuestos y elevará el déficit fiscal, más aún en un contexto donde seguridad y salud necesitan mayores partidas presupuestarias.

En esta nota trato elementos que estuvieron ausentes en el discurso del ministro Martín Guzmán ante otros pares del G20.

Equilibrio fiscal primario consolidado y déficit financiero

El Ministerio de Hacienda arrancó el 2020 con un virtual equilibrio fiscal primario, tanto de Nación como del conjunto de las provincias, pero con un elevado déficit financiero producto del fuerte endeudamiento del gobierno anterior.

El presidente Alberto Fernández le encomendó a Guzmán la tarea de negociar con los acreedores una quita de capital y la postergación del pago de intereses para lograr una situación fiscal sustentable. Se estima que el acuerdo llegará recién en mayo, pero bien haría el gobierno en acelerarlo para abrir opciones de financiamiento ante esta situación (esta vez sí) de real emergencia.

Un eventual default no sólo evitará acceder a financiamiento, sino que golpeará aún más la actividad económica llevando a la Argentina a incrementar los riesgos de hiperinflación.

Caída de ingresos y cambio cualitativo del presupuesto

Las medidas económicas que el gobierno ha tomado en una situación de emergencia como la que genera el coronavirus producen un corte abrupto de la cadena de pagos, profundizando la crisis económica que lleva bastante tiempo. 

En Estados Unidos un economista de la Reserva Federal ha estimado la caída en un 50 % del PIB para el segundo trimestre, además de un desempleo del 30 %. Los bancos de inversión han sido menos drásticos. Proyectan una caída del 13 % para este segundo trimestre, y agregan que la economía podría rebotar fuerte en el segundo semestre, mostrando una caída menor al anualizarla.

En Europa ya todos hablan de recesión en 2020. Goldman Sachs anunció caídas para España del 10 % en el segundo trimestre, 11,6 % para Italia, 8,9 % para Alemania y 7,4 % para Francia, bajas que por supuesto pueden mitigarse en el segundo semestre si hay una recuperación en V.

En Argentina las proyecciones no son nada alentadoras. Como ha dicho recientemente Iván Carrino: "Si consideramos que los sectores de la construcción, hoteles y restaurantes, intermediación financiera y actividades inmobiliarias se han frenado a cero; y si a eso le sumamos que la mitad del comercio y de la industria manufactuera puede operar sólo al 50 % por servir a las 'actividades esenciales', entonces obtenemos que nada menos que el 46 % de las actividades que generan el PBI privado no puede operar. Si la situación se extendiera por todo el trimestre, la caída del producto sería fenomenal."

De lo que no quedan dudas es que la baja en la actividad económica necesariamente golpeará la recaudación, y el gobierno tendrá serias dificultades para continuar el intento por sanear las cuentas públicas que se inició durante el gobierno de Mauricio Macri.

Por otro lado, la situación de emergencia sanitaria obliga al gobierno a destinar más recursos en salud y seguridad, los que necesariamente deben surgir de la misma endeble recaudación.

Es fundamental que la Argentina se plantee una reforma integral del gasto público, un cambio estructural que reduzca su nivel en un tamaño semejante al que se proyecta en la caída de la recaudación, sumado a un cambio cualitativo, donde se destinen más fondos a salud y seguridad, frente al resto de las partidas.

La provincia de Mendoza ha dado un ejemplo en las últimas horas reduciendo los salarios de funcionarios políticos con el decreto No. 434. Esto es apenas una señal de la reducción que se requiere. Se necesita una medida más drástica a nivel nacional para equilibrar las cuentas públicas y reducir así las necesidades de financiamiento.

La salida de siempre

Lo cierto es que Argentina tiene grandes riesgos de recurrir al mismo recurso de siempre, vendiéndole Hacienda bonos al Banco Central para que este emita una enorme cantidad de pesos como contrapartida a través de los cuales se neteen todas las diferencias. El problema de esta enorme emisión es que necesariamente elevarán el nivel de inflación, al punto de arriesgarnos a sufrir otra hiperinflación, por la fuerte caída en la demanda de dinero, una historia que conocemos bien.

Por esta vía parece ir la receta de Guzmán en su discuro ante pares del G20. Desde adentro habló de "proveer transferencias de dinero", "proteger el empleo a través de subsidios al trabajo en los sectores que sean afectados críticamente por la crisis" y "proveer la extensión de seguros de desempleo", aspectos que aseguró Argentina viene cumpliendo. Desde afuera pidió por "liquidez global", lo que ya vienen haciendo los bancos centrales de todo el mundo. 

Sin embargo, como muchos analistas venimos advirtiendo, no es lo mismo imprimir dólares que pesos. Mientras la crisis generará una fuerte demanda de los primeros, seguramente la demanda de estos últimos será fuertemente golpeada.

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