

Horacio Luis Tettamanti (*)
En los Países Bajos, referencia mundial en ingeniería hidráulica y gestión de aguas, el instituto científico Deltares estudió recientemente las consecuencias de la profundización del acceso marítimo al puerto de Eemshaven. El objetivo oficial era mejorar la competitividad portuaria y reducir los costos logísticos. Sin embargo, ocurrió exactamente lo contrario: lejos de estabilizarse, el sistema hídrico reaccionó de manera adversa y los volúmenes de dragado aumentaron de manera sostenida e inesperada, duplicando las estimaciones iniciales.

El fenómeno no fue atribuible a un error operativo sino a un error conceptual. Se pretendió modificar un estuario complejo sin comprender plenamente su equilibrio sedimentario y dinámico.
El resultado fue la alteración del balance natural del sistema: mayor intrusión salina, migración de bancos arenosos, resuspensión de sedimentos finos y un incremento permanente de los costos de mantenimiento.
Advertencia para la Argentina
La lección holandesa es clara y directamente aplicable a nuestro país. La Vía Navegable Troncal del Paraná, arteria logística central de la economía argentina, es un sistema fluvio-estuarial de llanura, extremadamente sensible a variaciones de profundidad y régimen hidráulico. En este escenario, insistir con proyectos para continuar profundizando el canal del Paraná sin un estudio de impacto ambiental integral y sin modelación morfodinámica moderna sería una decisión riesgosa, tanto en lo financiero como en lo ambiental.

Lejos de resolver problemas, podría agravar los costos futuros de dragado, aumentar los riesgos hidrológicos y profundizar la dependencia de un solo corredor de salida, justo en un contexto global de creciente inestabilidad climática y energética.
Modernizar el sistema
La diferencia fundamental con el caso europeo es que la Argentina sí cuenta con alternativas estratégicas para evitar ese error. La ejecución del Canal Magdalena, íntegramente bajo jurisdicción nacional, junto con la modernización del Canal Martín García, permitirá:
• Distribuir el flujo marítimo y fluvial
• Reducir la presión sobre el tramo más sensible del río Paraná
• Minimizar el riesgo de sedimentación inducida
• Optimizar costos y tiempos logísticos
• Recuperar soberanía plena sobre los accesos marítimos
Se trata de aplicar una visión moderna: no profundizar ciegamente un cauce vulnerable, sino construir un sistema resiliente, diversificado y soberano.
Nuevo paradigma
El del Magdalena y el Martín García no es un planteo geopolítico aislado: es la respuesta técnica correcta ante el desafío logístico del siglo XXI. La ingeniería responsable no se mide por la profundidad excavada, sino por la capacidad de diseñar soluciones que reduzcan riesgos, preserven recursos, garanticen soberanía y generen competitividad duradera.

La pregunta central ya no es cuántos metros dragar, sino qué sistema construir para los próximos 50 años.
El precedente holandés nos da la respuesta: no insistir en profundizar el error, sino abrir la puerta a un sistema más inteligente y más argentino.
(*) Ingeniero naval y mecánico (UBA). Subsecretario de Puertos y Vías Navegables de la Nación entre 2012 y 2015.










