

Luego de que Bachelet no cumpliera su expectativa, renació el ánimo en el comando de Matthei, aunque la distancia es tal, que no se esperan sorpresas en una contienda que se percibe dura.
Pero tanto la decepción que se percibió en la dirigencia opositora, como el triunfalismo en la Alianza, se relacionan más bien con el cumplimiento o no de las expectativas que con lo que indican los resultados.
Como todos los últimos pronósticos opositores indicaban que su abanderada presidencial arrasaría, encumbrándose sin problemas por sobre el 50%, no haberlo alcanzado produjo una explicable frustración, mientras que frente a la sensación de derrota que había en el oficialismo, pasar a la segunda vuelta, al menos cambió el ánimo.
Pero aun cuando la elección se definirá en un mes, la diferencia de 20 puntos es lo suficientemente amplia como para imaginar que pueda haber pelea, como la hubo en las anteriores contiendas presidenciales definidas en ballotage.
Con todo, el optimismo se apoderó del comando de la candidata de la Alianza. No es que desconozcan que la situación es complicada, desde el momento en que el resultado es exiguo, porque dista del obtenido por la derecha en todas las últimas elecciones, pero el ánimo se explica, en parte, por la expectativa de que en el ballotage lograrían acercarse a los 40 puntos, lo que alejaría el fantasma de una debacle.
En esa confrontación Bachelet correrá con ventaja si se considera que son más los electores que se inclinaron por candidaturas que proponían cambios como Marco Enríquez-Ominami o Marcel Claude, más allá de que los candidatos no asumieran ningún compromiso explícito de llamar a apoyarla.
Distinta es la situación de Matthei, que no puede apelar a los electores de ninguno de los otros candidatos. Si bien los votantes más cercanos son los de Franco Parisi, difícilmente lo harán después de la disputa que se generó entre ambos tras las acusaciones de la presidenciable oficialista. Su apuesta será apelar a los sectores moderados, en la idea de atraer a quienes pudieran percibir que las transformaciones profundas que propone su contendora puedan ser riesgosas.













