Emprender en Chile un modelo que seduce

El país vecino logra, desde 2010, atraer talento emprendedor internacional con programas de incubación estratégica. Más de un centenar de firmas argentinas ya participan de la iniciativa. Las razones que las llevaron a cruzar la cordillera.

Impulsar la cultura emprendedora en una sociedad apegada al empleo tradicional, el salario seguro y poco afecta al riesgo y a la innovación requiere una acción disruptiva. Y esta es la iniciativa que encaró el ministerio de economía chileno al lanzar en 2010 Start-Up Chile. El programa cuenta con un presupuesto de 6.000 millones de pesos anuales (unos u$s 10 millones) y es ejecutado a través de Corfo (Corporación de Fomento de la Producción), para financiar emprendimientos tecnológicos en fase temprana y con alto potencial.
"En su inicio, estuvo enfocado 100% a emprendedores extranjeros, y en 2011 se abrió a proyectos de chilenos", destaca Patricia Hansen, directora de Impacto Social de Start-Up Chile. En estos cuatro años, el programa recibió más de 16.000 postulaciones de 77 países, de las que se seleccionaron 2.500 proyectos. La Argentina ocupa, con 200 emprendimientos, el tercer lugar en cantidad de emprendimientos incubados por el iniciativa, luego de los Estados Unidos y Chile.
Desde el punto de vista de los entrepreneurs argentinos, la perspectiva de cruzar la cordillera para recibir financiación, mentoría y redes de contactos resulta más que atractiva. Sobre todo, porque no se pide equity a cambio de la inversión (de unos u$s 35.000 por proyecto), y el único requisito es que uno de los socios permanezca en el país trasandino seis meses, participando y organizando eventos y capacitaciones sobre emprendedorismo.
"Encontramos en Chile un ambiente de negocios muy abierto a recibir propuestas de innovación y desarrollo", dice Nicolás Cohen, co-fundador de EntrenaYa, una plataforma web y mobile para hacer actividad física en una red de gimnasios y centros de fitness que se pueden elegir por tipo de actividad y ubicación. Cohen creó el emprendimiento en enero de 2013 en Buenos Aires junto a su socio Javier Wasserman, con una inversión propia de $ 50.000. A comienzos de 2014, se postularon para Start-Up Chile y desde agosto están siendo incubados en una de las sedes del programa en la capital Santiago.
"Nuestro negocio es vender membresías flexibles para elegir una actividad y en qué gimnasio realizarla. Tenemos 260 gimnasios adheridos en Argentina, 200 en México y 100 en Chile, y más de 5.000 usuarios registrados que abonan una cuota mensual", destaca Cohen.
"Comparado con la Argentina, el esquema impositivo y financiero chileno es Suiza", se entusiasma Juan Ramiro Fernández, fundador de Lectorati, una red social para compartir y recomendar libros. "Las reglas son claras, los trámites simples y se puede habilitar legal e impositivamente una empresa en sólo 24 horas, a través de un proceso íntegramente online", destaca.
Fernández lanzó su emprendimiento en mayo con una inversión inicial de $ 9.000 y rápidamente sumó a Torcuato Bonomo como COO (Chief Operating Officer). Luego se trasladó a Santiago para participar en Start-Up Chile. Su modelo de negocios se basa en la venta de libros a través de la afiliación de librerías en México, Argentina, Colombia y Chile, y la venta de publicidad a las editoriales de la región latinoamericana. "Hoy tenemos más de 30.000 usuarios suscriptos, más de 100.000 libros comentados y calificados por los lectores y más de 200.000 títulos marcados como "leídos", "leyendo" o "quiero leer", dice Fernández.
Coderhouse es una plataforma que ofrece cursos de marketing digital y programación web y mobile, lanzada a comienzos de este año por el argentino Pablo Ferreiro y el venezolano Christian Patiño con una inversión de $ 100.000 (fondos propios). Desde hace unas semanas Ferreiro vive en Santiago. "Conocíamos el programa por estar en el ambiente emprendedor y nos parece una oportunidad excelente", dice Ferreiro.
"Nuestro foco es capacitar a las personas en las competencias de mayor demanda en el mercado, haciendo prácticas presenciales desde el primer día y brindar online la información teórica", destaca el emprendedor. Los cursos son intensivos (de dos y tres meses) y tienen un costo de $ 5.000. "Tenemos partners, como consultoras de RRHH especializadas, la aceleradora argentina tecnológica NXTPLabs, y varias de las empresas que están allí incubadas, donde los alumnos hacen las prácticas de programación", agrega.
"El próximo paso es armar este tipo de partnership con otras compañías en Chile", adelanta. "Estamos adaptando nuestra plataforma a las condiciones de conectividad y necesidades del mercado latinoamericano, pensando en una expansión hacia otros países de habla hispana".

Cultura emprendedora

El objetivo central de Start-Up Chile es "fortalecer el ecosistema local de emprendimientos, generando un cambio cultural a través del impacto social de los emprendedores", apunta Patricia Hansen. Para esto, los proyectos que se presentan deben estar en etapa temprana (hasta dos años desde el inicio de actividades), tener proyección global, alta escalabilidad y al menos uno de los fundadores debe estar dispuesto a vivir en Chile un semestre.
Hay tres convocatorias anuales para postularse. La actual inició el martes último (13 de enero) y finaliza el 3 de febrero. Se requieren: cartas de recomendación de algún inversionista, mentor, académico o empresario; y un video estilo elevator pitch de tres minutos, en el que se presente la idea y el equipo fundador. A cambio, el programa pide que los líderes de equipo participen y organicen actividades para impulsar el emprendedorismo en Chile.
"Queremos ser el WhatsApp de las agencias de seguridad", asegura Lisandro Pavetti, socio de Guarnic, una compañía de soluciones tecnológicas para la seguridad privada. La plataforma integra tecnologías de seguridad y comunicaciones adaptadas para las agencias. "Las empresas más grandes tienen soluciones propias, pero el 80% del mercado son pymes y a ellas apuntamos", dice.
El proyecto empezó hace dos años con una inversión de u$s 50.000 (fondos propios) en Buenos Aires, y, a partir de este año, Pavetti se trasladó a Santiago de Chile para abrir la filial. "Lo bueno de la Argentina es que hay programadores y técnicos calificados, y el mercado es más grande. En Chile, el emprender es más amigable, los trámites son más rápidos", resume.
Según Pavetti, los beneficios de Start-Up Chile "no pasan por poner a disposición abogados o expertos en marketing, sino que ofrecen una red de contactos donde conseguís lo que necesitás, además de estar rodeado de emprendedores coreanos, indios, rusos, italianos y de un montón de países más".
Combinando la tecnología con el coolhunting, Cecilia Membrado lanzó en febrero de 2014 RenovátuVestidor, una plataforma para comprar, vender e intercambiar ropa usada en perfecto estado. El emprendimiento, hoy incubado en Start-Up Chile, tiene más de 20.000 usuarias y 15.000 productos únicos a la venta.
"La plataforma permite a las mujeres crear su propio perfil con su vestidor, exponiendo gustos, talles, marcas preferidas para ponerlas a la venta", explica Membrado. Para aquellas que no tienen tiempo de hacer este proceso, se ofrece un servicio VIP donde un equipo de curadoras recibe las prendas y gestiona el vestidor respondiendo las consultas y concretando las ventas. Una vez realizadas, se notifica a la usuaria y se acredita el pago mensualmente, a cambio de una comisión.
"La venta de ropa usada genera un negocio de u$s 900 millones al año globalmente y, hasta ahora, se desarrolla mayormente offline", apunta la emprendedora. "Nuestra idea es cambiar la forma en que las mujeres compran y venden moda en la región. Participar aquí nos permite abrir un nuevo mercado y devolver a la comunidad chilena todo lo que están aportando para nuestro desarrollo", asegura.
Las oportunidades se ven del otro lado de la cordillera. La meta, según comentan en la comunidad argentina trasandina, sería que sus condiciones se puedan replicar en su propia terra.

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