TGLT cambia de nombre y vuelve a lo que fue el negocio histórico de Caputo
TGLT, una de las principales empresas de real estate del mercado local, ahora se llama GCDI y se reconvierte en constructora, el 'core' de Caputo, firma que había comprado en 2018. Por qué tomó la decisión. Cuáles son las obras en las que trabajará. Qué pasará con sus actuales desarrollos
Fue uno de los proyectos inmobiliarios más ambiciosos de los últimos tiempos, de más de u$s 100 millones de inversión. Un auténtico landmark, de esos edificios que marcan un antes y un después para una zona, en este caso, de las más emblemáticas para el mercado de real estate de Buenos Aires. El constructor le pidió al desarrollador sumar su marca a los carteles de la obra. "No", le contestó tajante su cliente, para quien ya habían hecho otros emprendimientos importantes.
"Nos dimos cuenta de que debíamos dar vuelta la página para que los desarrolladores digan que somos una marca que le agrega valor", reconoce Alejandro Belio. "Gerente general de TGLT", se lee en su tarjeta. "Son las viejas", se excusa.
No es que el ejecutivo, que está a un mes de cumplir un año en su cargo, haya cambiado de trabajo. A partir de ahora, la empresa, una de las principales protagonistas de la industria de los ladrillos en las últimas dos décadas, se llama GCDI. Es mucho más que un cambio de nombre. La sigla, que también identificará a su acción, que cotiza en la Bolsa de Buenos Aires, corresponde a "Grupo de Construcción, Diseño e Ingeniería", una denominación que define, también, el nuevo foco estratégico que decidió tomar la compañía. "Es la consolidación de que nuestro nuevo rumbo es la construcción", explica Belio.
"Además, después de la fusión, dos tercios de los empleados provenían de Caputo. Nos hacía falta recuperar una marca que nos hiciera sentir que todos trabajamos en la mejor constructora de la Argentina", agrega.
TGLT había nacido en 2005. Entre proyectos desarrollados o en cartera, suma 12 grandes emprendimientos, que consolidan cerca de 400.000 metros cuadrados (m2) en la Argentina y el Uruguay. Los construyó con las marcas Forum, Astor, Venice y Metra. A inicios de 2018, hizo una apuesta fuerte: compró Caputo, una de las principales constructoras del país. Fue un ticket de u$s 130 millones, entre lo pagado a sus controlantes -la familia Caputo, uno de cuyos miembros es Nicolás, amigo personal y socio político de Mauricio Macri- y los accionistas minoritarios (el 18% de su capital cotizaba en la Bolsa porteña). Tras la fusión, dos tercios de los empleados provenían de la empresa absorbida.
Pese a la percepción que siempre hubo en la opinión pública por esa relación histórica entre el ex Presidente y uno de los hermanos que dirigían la empresa, el negocio principal de Caputo no era la obra pública: el 80% de su facturación provenía de emprendimientos privados, entre ellos, la mayoría de los principales grandes proyectos industriales y corporativos del país. En la industria de la construcción, se la reconocía por tres atributos: la calidad de sus trabajos, el cumplimiento, tanto de plazos de ejecución como de precios presupuestados, y, en consecuencia, sus elevados niveles de costos. "Caro pero el mejor", cita Belio al antiguo slogan de los televisores Grundig.
"Queremos volver a ser lo que era Caputo. Pero ya sin la marca Caputo", asegura el CEO. Apunta que, legalmente, ya no puede usarla pese a que el claim del nuevo nombre ("Toda una vida construyendo") remite a la historia de esa empresa, fundada en 1938 y que registra un track-record de 500 grandes proyectos a lo largo del país. ¿Por qué no seguir con TGLT, entonces? "Está muy asociada al desarrollo inmobiliario", responde.
Existe, también, necesidad de superar otro pasado. En este caso, más reciente. En los últimos cuatro años, TGLT pasó de planear su salida a Bolsa en Nueva York -cotiza en Buenos Aires desde 2010- a reestructurar unos u$s 150 millones de deuda. El acuerdo, firmado a fines de 2019, reforzó la voz -y el voto- del fondo neoyorquino PointState e IRSA en el directorio, cuyos aumentos de participación diluyeron la del fundador, Federico Weil, quien le inició un juicio laboral a la empresa tras su salida. Hoy, PointState tiene poco más del 40% de las acciones -a través de su filial PointArgentum- e IRSA, algo menos del 30.
Hubo en ese proceso, además, ventas de activos, como sus participaciones en los proyectos residenciales OM (Recoleta y Palermo), el 50% heredado de Caputo en la empresa SES -a través de la cual se canalizaban contratos públicos, en especial, con el Gobierno de la Ciudad- y, más recientemente, su 48% en un terreno de Catalinas Norte. Vendido al Itaú en u$s 17,5 millones, con ese dinero, TGLT canceló el 90% de su deuda a corto plazo.
Hoy, sólo le quedan pasivos con bonistas que, por una re-reestructuración a la que obligó la pandemia, empezarán a pagarse recién a fines de 2026, "con tasas más razonables", destaca Belio.
Sin embargo, no es un frente del todo cerrado. Aunque, a partir de decisiones ya tomadas por el juez, el CEO confía en ganar el caso, hay acreedores que reclaman u$s 18 millones en los Tribunales de Nueva York. No es el único frente judicial abierto. También está pendiente una definición del Tribunal Superior de Justicia porteño sobre Astor San Telmo, proyecto cuya finalización está hoy restringida por reclamos de asociaciones vecinales.
La torre, lanzada en 2016 por el equivalente a u$s 60 millones, estaba prevista en 29,3 metros de altura. Pero el Código de Planeamiento Urbano permite 22 sobre uno de sus frentes (la avenida Caseros) y 13 sobre el otro (la calle Perú).
"Si nos permiten, construiremos todo y habrá más unidades para vender. Si no, terminaremos en lo que está previsto ahora", explica Belio. En el backlog residual de desarrollos también están Puerto Buceo (Uruguay), en etapa final, y las últimas unidades por vender de Metra Puerto Norte (Rosario). "Lo único importante por desarrollar es Venice", apunta, en relación a la "ciudad navegable" que construye en Tigre.
De todas formas, serán los últimos ladrillos puestos en desarrollo. Al menos, por un tiempo. "Si volvemos o no, dependerá de las condiciones del mercado de real estate", dice Belio. "Lo cierto es que, en coherencia con lo que es nuestro nuevo plan estratégico, fuimos dando los pasos necesarios para consolidarnos como una empresa de construcción líder", reitera. "Queremos crecer en ese negocio este año y el próximo. Tenemos a la compañía preparada para eso", asegura.
Hoy, la firma tiene dos proyectos insignia: la construcción del reactor nuclear en Ezeiza para Invap y Conea, y la remodelación y ampliación del Monumental, una obra que, para que River ascienda a 81.000 localidades, requiere un esfuerzo logístico complejo, ya que los trabajos se hacen en los momentos en los que no funciona el estadio.
"Estamos presentando muchas cotizaciones. Eso no significa que la inversión termine realizándose", explica Belio. Prevé que la actividad tenga un fuerte despegue en 2024. Por lo pronto, GCDI participó en licitaciones para AySA y continuará con la ampliación de la Terminal B que Aeropuertos Argentina 2000 hace en Ezeiza. Su objetivo principal, no obstante, serán los clientes privados. En tal sentido, Mirgor -actual buque insignia de la familia Caputo- la eligió para edificar la planta de autopartes que hará en Baradero y ampliará un depósito de piezas en la planta de Toyota, en Zárate.
Además, permanece como constructor de los OM Recoleta y Palermo para NorthBaires -ex socio devenido en cliente-, completó Oceana para Consultatio y se anotó en Concepción, ambicioso megaproyecto residencial en Colegiales. La presencia de IRSA en su capital también es una oportunidad potencial, en este sendero de trabajar para otros desarrolladores. "Ojalá podamos. Es un grupo con proyectos de gran escala, como el de Costanera Sur. Pero tenemos que ser transparentes y competitivos. Debemos depender del mercado, no de nuestros accionistas", aclara Belio.
La empresa, que está muy concentrada en el AMBA, busca negocios en el Interior. En 2021, TGLT facturó $ 7323,9 millones y perdió $ 3009,54 millones. Según el CEO, fue un balance de recuperación, luego de que la pandemia lastrara el 61% de sus ingresos en 2020. La deuda reestructurada y el nuevo foco estratégico definido son los cimientos nuevos sobre los que la empresa ya está en reconstrucción, subraya el CEO.
Compartí tus comentarios